La Virgen María también vivió en «tiempos de crisis»

Artículo del Obispo de Tenerife, Mons. Bernardo Álvarez Afono, con motivo de la celebración de la Virgen de la Candelaria.

La tradición cristiana ha colocado en el centro del verano una de las fiestas marianas más antiguas y sugerentes, la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen. Como Jesús resucitó de entre los muertos y subió a la derecha del Padre, así también María, terminado “el curso de su existencia en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma al cielo”.

Nosotros, en Canarias, celebramos esta jornada con una singularidad importante ya que, coincidiendo con este día, festejamos a la Patrona del Archipiélago, Nuestra Señora de Candelaria, haciendo memoria de su encuentro con los Guanches en la playa de Chimisay hace más de seiscientos años.

Lo hacemos en período estival y, por tanto, en tiempo de descanso y más  sosiego. Ahora bien, todos somos conscientes de que las cosas en este mundo no van bien. Hablamos de una fuerte crisis global, no sólo económica, que afecta a todos los ámbitos de la vida humana. Como consecuencia de ello, muchas personas, hermanos nuestros -próximos y lejanos- ciertamente lo están pasando mal. En estas circunstancias, lo peor que nos puede ocurrir es que, ante las dificultades para salir adelante, caigamos en el pesimismo y la desesperanza.

Por eso, quiero invitar a cuantos lean este artículo en el día en que celebramos la victoria de María sobre todos los males, incluso sobre la muerte, a que la miremos y la contemplemos como una mujer que también experimentó y tuvo que afrontar distintos tipos de crisis. Sí. Ella, que en la imagen de Ntra. Sra. de Candelaria la contemplamos como “una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas”, fue una mujer que tuvo que afrontar diversas situaciones de crisis.

Efectivamente, María  vivió una época convulsa, en un país ocupado por las tropas del Imperio Romano, en un lugar con notables injusticias y pobrezas, en una sociedad marcada por la marginación y exclusión social de diversos colectivos humanos, además de algunos otros conflictos. Por otro lado, ella tuvo que sufrir y afrontar otras crisis personales y familiares como la que le llevó a dar a luz a Jesús en un establo y colocarlo en el pesebre de los animales, a huir a Egipto escapando de la persecución Herodes, a sufrir la incomprensión de los suyos, a experimentar con dolor el creciente desprecio y rechazo de su hijo por parte de los poderosos, hasta verle injustamente sometido a una tortura y una muerte crueles.

No fue, por tanto, una vida fácil la de la Virgen María. Sólo la fe en Dios le permitió ir afrontando los retos y desafíos que se le iban presentando. Con razón la miramos, aquí y ahora en Canarias, con esperanza y le pedimos  que abra nuestros corazones a la fe en su Hijo Jesucristo y nos ayude a ser mejores cristianos. Sí, acudimos a Ella que es modelo de vida cristiana y un estímulo para afrontar nuestras crisis y problemas.

Como nos ha recordado el Papa, “María es ejemplo y apoyo para todos los creyentes: nos impulsa a no desalentarnos ante las dificultades y los inevitables problemas de todos los días. Nos asegura su ayuda y nos recuerda que lo esencial es buscar y pensar ‘en las cosas de arriba, no en las de la tierra".

A la Virgen María, Ntra. Sra. de Candelaria, la fe le llevó a ser más libre, más sabia para comprender el mundo que le rodeaba y el devenir de la historia, más hermana de todos y buena vecina, más sensible ante las necesidades del prójimo, más gratuita y generosa, más diligente y activa, más alegre y confiada, más humilde y sencilla, más sacrificada, más fuerte en la adversidad, más responsable y comprometida con su tiempo, etc.

También, a cada uno de nosotros, tener una fe adulta como María nos ayuda a gestionar, con las mismas actitudes y valores que la Virgen, los retos y desafíos del momento presente. Por ello, esta fiesta de Nuestra Sra. de Candelaria es una buena oportunidad para dejarnos iluminar y guiar por el ejemplo de María y su hijo Jesucristo y pedirles que nos den fuerza y aliento para vivir bien, como Dios nos pide. No le solicitamos una varita mágica para solucionar todos nuestros problemas, sino esa luz y energía que sólo nos puede venir de lo alto, de Dios, para afrontar, con fe y esperanza, las dificultades de nuestra vida personal y colectiva.

Parafraseando la famosa oración del pensador norteamericano Reinhold Niebuhr, con María y por medio de ella, pedimos: Dame serenidad Señor, para aceptar las cosas que yo no puedo cambiar; serenidad para aceptar, pero también dame valor, valentía, empuje y entusiasmo para poder cambiar las que puedo cambiar; y dame la sabiduría que hace falta para discernir entre lo que puedo y lo que no puedo.

Y, como harán en Madrid casi dos mil jóvenes canarios, en comunión con otros cientos de miles venidos de todo el mundo, convocados por el Papa Benedicto XVI, pedimos a nuestra Patrona en este su día, permanecer en este tiempo de crisis: “arraigados y edificados en Cristo y firmes en la fe”.   

† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense 

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