Artículo del Obispo de Tenerife, D. Bernardo Álvarez Afonso. Se dice que en la isla de El Hierro el tiempo no se mide por años sino por Bajadas. Ante todo, sirvan estas breves líneas para expresar mi felicitación por la nueva Bajada de la Virgen de los Reyes con la que venían soñando los herreños desde hace cuatro años, justamente desde el día siguiente a la finalización de la anterior.
Hace ya 268 años desde que los habitantes de esta isla, en reconocimiento y gratitud por los beneficios obtenidos mediante la invocación a la Madre Amada, hicieron el VOTO de trasladar cada cuatro años la venerada imagen desde su ermita en La Dehesa hasta la Villa de Valverde, para celebrar en la parroquia Matriz de la Concepción un novenario en su honor.
Fieles al VOTO realizado, las diferentes generaciones que se han sucedido desde entonces no han dejado de renovar y llevar a la práctica el hermoso propósito realizado por sus antepasados. Este año 2009 tiene lugar la LXVII BAJADA que, como todas las anteriores, tiene un único fin: HONRAR A LA VIRGEN MARÍA, Madre de Dios y Madre nuestra, que en El Hierro nos honramos en llamar “La Madre Amada”.
Siempre me ha impresionado –y me ha contagiado- la confianza, el amor y la devoción de los herreños a su Patrona y el sano orgullo con que defienden que la Virgen de los Reyes debe ser la única protagonista de la Bajada: “Es por ella por quien vamos, es por ella que pasamos horas caminando y es ella quien siempre está ahí, acompañando nuestro camino”, he oído decir muchas veces. Por Ella, y en su honor, se hace a pie el largo recorrido de los 40 km. sin importar el cansancio pues "por ver a la Madre Amada no siento la caminada". En su honor danzan los bailarines al son de los tambores y los pitos, y en su honor le hacen “la venia” hincando su rodilla en el suelo. En su honor se hace la Novena, en su honor se hace la Fiesta Real y en su honor se hacen festejos en todos los rincones de la isla.
Por su origen, y como lo demuestra su dilatada historia, la Bajada de la Virgen es un acontecimiento esencialmente religioso centrado en la figura de María. Como me decía una señora, sin Ella no hay nada: “Puedo hacerme la Bajada (la Subida, o caminar pueblo a pueblo) sin bailarines, pero no sin Ella”. Lo importante es que “Baja la Virgen” y porque viene a Valverde, y a todas las parroquias de la isla, le expresamos nuestra gratitud y reconocimiento por su protección haciendo de esta celebración la mejor fiesta que sabemos y podemos realizar en su honor. Para honrarla sacamos a relucir lo mejor de nosotros mismos: lo mejor de nuestra fe y lo mejor de nuestra tradición religiosa y cultural. Todo lo que El Hierro es, en su paisaje y en sus gentes, se muestra con gran esplendor en la periódica celebración de La Bajada.
Baja la Virgen y, lógicamente, se hace una gran fiesta porque la Virgen de los Reyes es lo mejor que les ha pasado a los herreños. Ella está en el centro de sus vidas y forma parte esencial de la historia de El Hierro. Una historia llena de fe y tradición cristiana, una historia rica en sanas costumbres y valores culturales, una historia hecha de trabajo sacrificado -especialmente en agricultura y ganadería- una historia marcada por la necesidad de emigrar… Una historia en la que sus habitantes, aún estando fuera la isla, no han dejado de acudir con filial confianza a Aquella -la “Madre Amada”- que está siempre dispuesta a acogerlos con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora, para obtener de Ella consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad, fuerza liberadora en el pecado…
Las celebraciones y las fiestas son parte irrenunciable de la vida humana. Necesitamos celebraciones, cultos, rituales… para expresarnos y desarrollarnos plenamente. Lo que no se expresa, ni se comunica, ni se celebra… o no existe en la realidad o termina muriéndose. Sin fiesta no se puede vivir. Cuando falta la celebración, la vida pierde sabor y sentido, conciencia y lucidez. Pero toda fiesta debe tener una razón de ser. Una celebración hecha simplemente para divertirse se queda en una evasión superficial. La Bajada tiene una razón de ser: Nuestra Señora la Virgen María de los Reyes.
Quienes celebran La Bajada no lo hacen para huir de la realidad y olvidarse de sus problemas, por el contrario, traen en su corazón la vida de cada día con sus momentos de alegría y sus momentos de dolor, traen sus luchas y afanes, sus enfermedades, sus problemas familiares, traen la memoria de toda su vida… no vienen a evadirse de todo eso y olvidarlo, sino a ponerlo ante la Virgen de los Reyes dándole gracias por su protección y pidiéndole amparo, consuelo y fortaleza para seguir adelante. La auténtica fiesta siempre es afirmación esperanzada de la vida y del mundo, afirmación que presupone que la vida tiene un sentido y merece la pena vivirla, a pesar de sus dificultades y momentos de tribulación.
En torno a la Virgen de los Reyes lo más cotidiano y sencillo se hace extraordinario: una exposición, rezar, una conferencia, un acto deportivo, caminar, bailar, comer… La Bajada es mucho más que lo se ve y se oye porque los sentimientos del corazón hacen que todo quede “transfigurado” y adquiera una “dimensión espiritual” en la que se combina, en una simbiosis única, la fe religiosa y la tradición cultural. En esto, pienso yo, está ese toque especial que tiene la Bajada y que tanto asombro causa en los que no son herreños.
+ Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense