Carta del administrador diocesano: «Bajada de la Virgen de Las Nieves»

Hace ya casi cinco años, cuando la isla de La Palma se disponía a celebrar la 69° edición de la Bajada de la Virgen de Las Nieves, cuando se ultimaban todos los detalles, cuando crecía la ilusión en el corazón de la gente, una pandemia global paralizó de forma súbita y drástica todos los planes. La COVID-19 sembró nuestra existencia de dolor, de pérdida, de fragilidad y de miedo, privándonos de la posibilidad de hacer fiesta en honor de aquella a quien los palmeros invocamos como Madre.

Cuando apenas recobrábamos el aliento tras una experiencia tan dura, las entrañas de nuestra isla inundaban de fuego y ceniza, de lava y de oscuridad, nuestro paisaje. Pero, más aún, de tristeza y angustia, de incertidumbre y desamparo, nuestras vidas.

No. No ha sido sencillo vivir en La Palma estos últimos años que nos han conducido hasta las fechas lustrales de 2025. En medio del desierto del dolor, los palmeros hemos conocido la provisionalidad de nuestros planes y la imposibilidad de controlar nuestro presente y, mucho menos, nuestro futuro.

Las circunstancias nos han impuesto entrar en la honda y ardua experiencia que realizaron nuestros paisanos de 1676, cuando se sintieron impotentes ante una naturaleza que los superaba. En aquel momento decidieron que la celebración de la Bajada les recordaría cada lustro la perenne presencia de una Madre que acompaña su peregrinar por los senderos de la vida. Entonces, como siempre, esa firme presencia alimentó la esperanza de un pueblo, frágil pero creyente, que, de la mano de su Madre, afianzó su certeza de no desfallecer en el camino.

Hoy, como siglos atrás y conscientes de que 2025 nos brindará un regalo al que queremos corresponder con gratitud, volvemos a mirar a María de Las Nieves. Esta vez, bajo el lema “Peregrina de esperanza”.

Que la Madre, que camina a nuestro lado, nos ayude a sanar el dolor y las heridas de estos años; ilumine nuestra mirada, para que podamos contemplar la vida con asombro y gratitud; fortalezca nuestra marcha, para que ningún obstáculo sofoque la luz y el calor de nuestra esperanza, que no es otra que Jesús, el Señor, presente entre nosotros como Resucitado.

Feliz Bajada de la Virgen 2025.

 

Antonio Manuel Pérez Morales

Administrador diocesano

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