
La tarde comenzó a las 16:00 hora de Roma con la apertura de puertas. Desde entonces, un goteo constante de peregrinos fue colmando la Plaza. Guitarras, pancartas, abanicos, pañoletas y pulseras de colores teñían el corazón del Vaticano de alegría. A las 18:00, arrancó oficialmente el Encuentro: cantos, testimonios y momentos de oración fueron hilando un relato coral, donde lo humano y lo divino se entrelazaron con sencillez y belleza.
Pasadas las 19:50, los obispos comenzaron a procesionar hacia el altar. El cielo, teñido de dorado por la tarde romana, se convertía en testigo de una Eucaristía en comunión. Mons. Luis Argüello, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, presidió la celebración, que concelebraron diversos obispos y sacerdotes de la nación.
