
Dios se hace cercano a la humanidad
con la pequeñez de un niño
«Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor». (Lc 2,6-14).
Este acontecimiento, ocurrido hace más de dos mil años, se renueva cada año. En el tiempo de Navidad, la Iglesia celebra el misterio de la manifestación del Señor: su humilde nacimiento en Belén. Y así podemos afirmar hoy, como nos recuerda el papa León XIV, que «Dios se hace cercano a la humanidad con la pequeñez de un niño».

