Más de ciento cincuenta presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

El Obispo, Bernardo Álvarez, presidió este Martes Santo la Misa Crismal en la Catedral. En la homilía, el obispo recordó a los presentes que todos los cristianos “son ungidos y enviados” para anunciar el evangelio con hechos y palabras. Además, invitó a los sacerdotes a renovar las promesas realizadas el día de su ordenación y les exhortó a vivir fraternalmente unidos. “Se trata de un desafío permanente para superar el individualismo, vivir la diversidad como un don, buscando la unidad del presbiterio, que es signo de la presencia de Dios en la vida de la comunidad,” subrayó citando al Papa.

Esta singular Misa se celebra el Martes y no en la mañana del Jueves Santo, para facilitar la presencia del mayor número posible de clero. De este modo pudieron estar presentes unos ciento cincuenta sacerdotes venidos de las cuatro islas de las canarias occidentales. Sin duda es, junto con la fiesta del día del patrón del clero, el momento en el que produce una mayor asistencia de sacerdotes en una misma celebración. En ella, además, se consagró el Santo Crisma que se emplea para el bautismo, la confirmación y la ordenación sacerdotal, y se bendijeron los óleos de los catecúmenos y de los enfermos.

En este momento, en la diócesis de S. Cristóbal de La Laguna prestan su servicio pastoral 197 sacerdotes. La edad media del clero es de 59 años. En las canarias occidentales hay 312 parroquias que atienden pastoralmente 131 párrocos, a los que hay que añadir 23 párrocos religiosos y cinco vicarios parroquiales.

Hay, además, 21 sacerdotes con alguna otra actividad pastoral no parroquial; 22 curas jubilados y 4 enfermos. Desde la última Misa Crismal han fallecido siete sacerdotes por los que se oró especialmente en esta jornada. Además, en la diócesis prestan su servicio 6 diáconos permanentes. En este momento hay 23 jóvenes en el seminario mayor y 17 en el menor.

En este año 2017 tres sacerdotes cumplen cincuenta años de ordenados: Lucio González, Agustín Yanes y Hernando Perdomo. Por otra parte, las bodas de plata sacerdotales la celebran seis presbíteros: Carmelo Pérez, Vicente Spouy, Juan Carlos Alameda, Antonio Pérez, Agustín León y José Luis Guerra.

En cuanto a los sacramentos de iniciación cristiana, en 2016 se administraron 5718 bautismos, 1844 confirmaciones y 7099 primeras comuniones.

El Obispo, en su homilía recordó a los presbíteros que el día de la ordenación, en las promesas que este Martes Santo renovaron, “se nos pidió que tomáramos conciencia que en el ministerio sacerdotal seríamos colaboradores con otros de la misión de esta Iglesia presidida por un sucesor de los apóstoles. Por eso hemos de ser especialmente delicados con la comunión del presbiterio diocesano”, indicó. Al renovar las promesas se invita al clero a mirar al futuro, pues ellas marcan a los ordenados una especie de programa de vida que indica las actitudes y actos que hacen posible un fructífero ministerio.

Por otra parte, haciendo suya una reciente intervención del papa francisco, monseñor Álvarez destacó el aspecto de la caridad pastoral y la fraternidad presbiteral: “La caridad pastoral supone salir al encuentro del otro, comprendiéndolo, aceptándolo y perdonándolo de todo corazón. Eso es caridad pastoral. Pero solos no es posible crecer en esa caridad.

Por eso “el Señor – prosiguió siguiendo al Papa- nos llamó para ser una comunidad, de modo que esa caridad congregue a todos los sacerdotes con un especial vínculo en el ministerio y la fraternidad. Para ello se necesita la ayuda del Espíritu Santo pero también el combate espiritual personal. Esto no pasó de moda, sigue siendo tan actual como en los primeros tiempos de la Iglesia. Se trata de un desafío permanente para superar el individualismo, vivir la diversidad como un don, buscando la unidad del presbiterio, que es signo de la presencia de Dios en la vida de la comunidad. Presbiterio que no mantiene la unidad, de hecho, echa a Dios de su testimonio. No es testimonio de la presencia de Dios. Lo manda afuera. De ese modo, reunidos en nombre del Señor, especialmente cuando celebran la Eucaristía, manifiestan incluso sacramentalmente que él es el amor de su corazón”.

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