«María de Candelaria nos trae la luz de la esperanza que nos conduce a la paz»

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

La Villa Mariana de Candelaria vivió este 15 de agosto su día grande en honor a la Patrona de Canarias. Ni las altas temperaturas, que oscilaron en torno a los 30 grados, ni las obras en el entorno de la Basílica impidieron que cientos de fieles y peregrinos cumplieran con su anual cita junto a la Virgen de Candelaria, en este día en el que la Iglesia celebra la Asunción de María.

La jornada comenzó a las 9:00 h., con la recepción de tambores y ofrenda de la Asociación Cultural La Guanchería de Los Realejos. Posteriormente, tuvo lugar la 34º Ofrenda Floral Atlética a la Virgen de Candelaria.

Asimismo, a las 10:45 h., en el recinto junto al ayuntamiento, tuvo lugar la parada militar y la recepción del representante de su Majestad el Rey, responsabilidad que este año recayó en la figura de la alcaldesa de Candelaria, María Concepción Brito. Seguidamente, se inició la procesión cívica hasta la plaza de la Patrona de Canarias.

Ya en el templo, el obispo Nivariense, Eloy Santiago presidió la celebración de la Solemne Eucaristía cantada por la Coral de Voces para la Esperanza Villa de Candelaria y la Orquesta de Cámara de Las Candelas.

En la Misa estuvieron presentes diversas autoridades públicas, entre ellas, el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo; el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana; el subdelegado del Gobierno en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, Jesús Javier Plata; la presidenta del Cabildo Insular de Tenerife, Rosa Dávila y la alcaldesa de la Villa Mariana, María Concepción Brito.

El obispo, en su homilía, indicó que celebrar la Asunción de María es celebrar que “todos estamos llamados a la resurrección, a la victoria sobre la muerte y a una vida nueva y plena. Y todo gracias a Cristo”.

Monseñor Santiago hizo hincapié en dos ideas: La esperanza que proviene de Dios y la importancia de la paz en nuestros tiempos. “En el combate entre la muerte y la vida, entre el mal y el bien, que es el combate en el que nos encontramos cada día, nuestra Madre de Candelaria sujetando a su hijo Jesús en su mano derecha y el cirio encendido en la izquierda, nos invita a mantener encendida la luz de la esperanza porque la victoria es de Cristo”.

Santiago hizo un llamamiento a orar por la paz en el mundo, y no solo por los conflictos que frecuentan las portadas de los medios en la actualidad, sino por aquellos que han quedado algo en el olvido (Yemen, Siria, Cachemira, Sudán, Mali…).

En este sentido, el obispo añadió que el mal y la violencia también los encontramos en barrios y hogares de nuestra tierra canaria. “La violencia doméstica, especialmente contra la mujer y los niños; la agresividad de nuestros jóvenes en los centros educativos y de algunos grupos de personas en la celebración de acontecimientos deportivos o lúdicos y festivos; los broncos debates políticos de nuestros representantes caracterizados por la falta de diálogo y entendimiento; los discursos fundamentalistas e ideologizados poco evangélicos de algunos cristianos; las actitudes de marginación, desprecio y xenofobia ante el otro, el que es diferente, en especial los migrantes; la proliferación de juegos y de películas cargadas de violencia, odio, sangre y muerte que van alimentando la mente de nuestros adolescentes y jóvenes… todo se convierte en un caldo de cultivo que, en vez de favorecer una vida en concordia y paz, alimentan el odio, la violencia y la intolerancia”.

Ante esta dura realidad, monseñor Santiago invitó a los diocesanos a no caer en el desánimo sino, como nos enseña María, a vivir esperanzados. “Debemos abrirnos al futuro con realismo, sabiendo que en nuestro futuro está Dios, como fundamento que lo sostiene, como ancla segura a la que aferrarnos. Si de verdad queremos ser hijos de Dios hemos de ser constructores de paz, pues como afirmó Jesús en su discurso de las bienaventuranzas: los que trabajan por la paz son los que serán llamados hijos de Dios”.

Tras la Eucaristía, la imagen de la Virgen de Candelaria salió en procesión alrededor de la plaza de la Basílica que este año no pudo contar con las emblemáticas esculturas de los guanches, debido a las obras de remodelación del entorno. En cualquier caso, un momento muy esperado que fue celebrado con una lluvia de voladores y gritos de “Viva la Virgen de Candelaria”.

– GALERÍA DE IMÁGENES

– HOMILÍA DEL OBISPO

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