Manos Unidas: «Promover la solidaridad es la única forma de combatir la pandemia»

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

El mundo ha superado los 95 millones de contagios por coronavirus. Pero hay otras cifras aún peores. Este año, más de 800 millones de personas padecerán hambre en el mundo. Y 1.300 millones se ven ya afectadas por la pobreza. Ante estas cifras Manos Unidas lanza la campaña «Contagia solidaridad para acabar con el hambre». En su Campaña 62, Manos Unidas quiere denunciar las consecuencias que la pandemia de coronavirus está teniendo entre las personas más vulnerables del planeta «y en promover la solidaridad entre los seres humanos como única forma de combatir la pandemia de la desigualdad, agravada por la crisis sanitaria mundial, que castiga con hambre y pobreza a cientos de millones de personas en el mundo».

¿En qué consiste la campaña de Manos Unidas?

Manos Unidas, que lleva más de 62 años trabajando «por la solidaridad universal», quiere reafirmar en 2021, «con mayor firmeza que nunca, la dignidad de todo ser humano y sus derechos; la necesidad de generar nuevos estilos de vida más solidarios; y la urgencia, desde la política y la economía, de crear condiciones de vida más humanas, centradas en la dignidad de cada persona y en el bien común».

Por eso, Manos Unidas quiere que este año «aumenten los contagios de solidaridad, y no los que llevan a la enfermedad y la muerte». Al colaborar en la labor que llevan haciendo desde hace más de seis décadas: Acabar con el hambre el mundo. «Solo esto ayudará a superar las crisis sanitarias y a construir sociedades dignas para todas las personas».

Manos Unidas alerta de que la solidaridad es una exigencia «de nuestra dignidad humana compartida», y el deber de que, cada ser humano, según sus circunstancias, sea responsable de todos los demás. Por solidaridad, cada cual debe asumir las causas del otro, haciéndolas causas propias. «La responsabilidad de cuidarnos los unos a los otros tiene implicaciones tanto entre nosotros y las comunidades deprimidas del Sur, como entre las propias comunidades entre sí. Supone anteponer el “nosotros” frente a una lógica miope del interés privado; renunciar personalmente o sacrificarnos por el bien colectivo y poner a disposición de los demás los recursos necesarios para mejorar las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas».

La situación que aún estamos viviendo nos obliga a «reforzar nuestro compromiso y nuestra misión». Porque el hambre en el mundo es reflejo de la desigualdad que existe y para acabar con ambas «es necesaria la implicación de todos en la construcción del bien común a través de la cultura de la solidaridad».

Fuente: Ecclesia.

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