Los presbíteros de la Diócesis celebraron la festividad de San Juan de Ávila

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Este 7 de mayo, se ha celebrado en nuestra diócesis, la Fiesta de San Juan de Ávila en el arciprestazgo de Tacoronte.

Tras el saludo del arcipreste en el Santuario del Cristo, los sacerdotes se trasladaron a la iglesia de Santa Catalina donde el historiador del Arte, Antonio Marrero Alberto, impartió una charla sobre el referido templo.

Precisamente, la iglesia de Santa Catalina acogió la Eucaristía presidida por el Obispo. Bernardo Álvarez comenzó su homilía recordando a los sacerdotes fallecidos desde la última celebración de San Juan de Ávila y felicitando a los sacerdotes que cumplen este año sus bodas de oro (Agustín Mendoza e Isidoro Rodríguez) y plata sacerdotales (Domingo Navarro, Luís Joaquín Gómez Jaubert, Marcos García y Mario Beato osa.)

Monseñor Álvarez hizo hincapié en la vida de santidad y el celo apostólico que tuvo San Juan de Ávila. Dos cualidades que deben servir de ejemplo para todos, señaló. «Es imposible el celo apostólico, el espíritu misionero, si no hay santidad de vida». El prelado recordó que los sacerdotes se santifican en el ejercicio del propio ministerio, por lo que invitó a los presbíteros a aprovechar todo lo que viene dado por las exigencias de la propia vocación ministerial: «El servicio a las personas, la celebración de la Eucaristía, visitar y atender a los enfermos…todo eso es fuente de santificación».

En otro momento de la homilía, monseñor Bernardo Álvarez indicó que el sacerdote ha de hacer de su vida una Eucaristía. «Debemos ser un pan que se parte y se reparte para la vida de los demás. Hagamos de la Eucaristía nuestra propia vida, es decir, nuestro alimento para poder hacer las tareas que nos tocan al servicio de Dios».

El prelado continuó su homilía haciendo referencia a la exhortación del Papa «Evangelii Gaudium» para invitar a los presbíteros a «impregnarse» del Espíritu Santo, en este tiempo previo a Pentecostés.

Por último, el Obispo señaló que la vida del sacerdote ha de ser «testimonio de que Cristo vive». «A pesar de nuestras debilidades, el Señor sigue haciendo obras grandes en favor de su pueblo. Es verdad que este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, pero por eso debemos estar vigilantes para que en nuestro ministerio, en ningún momento, restemos la gloria de Dios que le corresponde».

La jornada festiva de San Juan de Ávila concluyó en el arciprestazgo de Tacoronte con un homenaje a los sacerdotes que cumplen este año 25 y 50 años de ministerio.

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