Los Gladiolos acogió otro de los momentos más emotivos de esta Visita de la Virgen de Candelaria. Paul, Ousmane y Abibo, tres jóvenes migrantes, relataron cómo fue su travesía hasta llegar a estas tierras canarias y la ayuda que encontraron en la Fundación Canaria el Buen Samaritano. Asimismo, compartieron sus sueños y deseos para que nadie tenga que migrar de forma forzada. Estas fueron sus palabras:
PAULBienvenida virgen santa y madre nuestra, señora de Candelaria, en este día de tu visita a Santa Cruz, que haces un alto en nuestro barrio de Los Gladiolos. Te sentimos entre nosotros y no solo queremos ofrecerte flores y canciones, te traemos también nuestro clamor de migrantes caminantes sin rumbo de desiertos y mares.
Este mar que tú conoces, madre, ese mar que fue testigo de tu hijo caminando sobre las aguas, hoy se ha convertido en frontera de dolor.
Cruzamos el mar en patera, cayuco, una travesía que no siempre tiene retorno. Lo hemos dejado todo por un sueño, por una vida más digna, por una oportunidad que en nuestro país no pudimos encontrar.
Tú que conoces el dolor de una madre, escucha el grito silencioso de tantos hijos e hijas que se lanzan al mar buscando esperanza, huyendo del hambre, de la guerra o del olvido.
OUSMANELlegamos cansados, con la mirada perdida, con el corazón lleno de heridas, pero también de anhelos y sueños.
Algunos hemos sobrevivido a la travesía, otros no han tenido la misma suerte. Cuántos nombres perdidos en el mar. Cuántas madres sin saber si sus hijos están vivos. Y, sin embargo, seguimos llegando porque la esperanza es más fuerte que el miedo.
ABIBOYo soy Abibo, uno de los migrantes. Crucé el mar en una patera, no por aventura, sino por necesidad. En mi país no había trabajo, no había futuro. Dejé atrás a mi madre, a mis hermanos, a mi familia, a mi tierra, pero traje conmigo la fe, la esperanza, y el deseo de vivir.
Fue un viaje muy duro. Muchos días sin comida, sin agua, con miedo de no llegar. Pero Dios me dio fuerza.
Y aquí encontré a la Fundación Canaria el Buen Samaritano, con personas buenas que me ayudaron. El padre Pepe me acogió, no me preguntó qué religión tengo, o mi país. Lo primero que me preguntó fue cómo me sentía. Luego, me preguntó mi nombre, de dónde venía.
Hablaba muy poquito español. En la fundación he aprendido español y muchas cosas buenas que me han ayudado a seguir con ilusión y poco a poco voy viendo que puedo cumplir mis sueños con la ayuda de tantas personas y de padre, madre Dios.
Yo soy católico pero la mayoría de mis compañeros son musulmanes. Todos nos sentimos acogidos y queridos. Me siento y nos sentimos en familia, son nuestra familia.
Gracias a la fundación, al padre Pepe, a esta comunidad de la parroquia de Los Gladiolos y a la comunidad de la parroquia de Añaza. Gracias a la Virgen y a Jesús de Nazaret. Gracias a esta tierra por acogerme, por darme una oportunidad, por mirarme y mirarnos con los ojos del corazón.
El acto concluyó con una oración pronunciada por el sacerdote Alberto Hernández. «Virgen santa, camina con nosotros, que tu presencia ilumine el camino de todos los pueblos hasta que nadie tenga que huir para vivir. Amén.