Entidad en la que participa la Fundación Empresa-Universidad de La Laguna; el Instituto Nivariense de Ciencias de la Familia, dependiente del Obispado de Tenerife; la Federación Provincial de Entidades de la Construcción de Santa Cruz de Tenerife (FEPECO) y la propia ULL.
El Rectorado de la Universidad de La Laguna ha acogido hoy, lunes 25 de julio, la firma del convenio mediante el cual quedó formalmente inaugurado el Observatorio Canario de la Familia.
El documento fue rubricado por el rector de la institución académica, Eduardo Doménech; el obispo Bernardo Álvarez; y el gerente de la organización sectorial, Óscar Izquierdo. De este modo se pone en marcha una iniciativa que, una vez culminados todos los preparativos necesarios, se espera que presente su primer programa de trabajo en septiembre u octubre de 2011.
Este observatorio nace con la vocación de convertirse en un canal de formación y comunicación para las familias y las instituciones, que además sirva de apoyo y asesoramiento a las personas responsables de las políticas públicas que incidan sobre ellas. Esta iniciativa quiere servir de estímulo y ayuda al análisis sobre la situación de las unidades familiares, para lo cual procurará recabar datos de manera continua sobre sus necesidades, con vistas a tener soluciones a los nuevos problemas que surjan en el contexto de los hogares.
En este sentido, el rector manifestó la satisfacción que suponen para la ULL colaborar en un proyecto que incide directamente en el bienestar de las familias y también en la economía local pues, como recordó, el 75% de las empresas de Canarias son de tipo familiar.
Doménech señaló que este observatorio será una “herramienta imprescindible” para conocer esta realidad social, y en este sentido señaló que la presencia del catedrático de Psicología Luis García, es un aval de la rigurosidad de esta iniciativa, pues el profesor ya es responsable del Observatorio Permanente para el Seguimiento de la Inserción Laboral de los universitarios (OPSIL), por lo que cuenta con la necesaria experiencia en este tipo de iniciativas.
Por su parte, el obispo indicó que Lara la iglesia católica la familia sierre ha sido un hecho social prioritario ya que, de facto, la propia institución “está compuesta por familias” y, por tanto considera esencial prestar servicio a este colectivo en el plano social y cultural.
Bernardo Álvarez preciso que la institución que representa defiende un modelo de familia “que considera válido”, lo cual no quiere decir que el observatorio vaya a ser ajeno a otras realidades.
Por último, el gerente de FEPECO reflexionó sobre la situación algo “paradójica” que sufre la familia en estos tiempos de recesión económica: por un lado, se trata del colectivo más afectado por los problemas pecuniarios, ya que la gran mayoría de empresas abiertas en Canarias son de tipo familiar. Pero, al mismo tiempo, gracias a las familias las personas “están haciendo frente a la crisis”.
Por tanto, consideró que la unión de todas las entidades firmantes para la creación del observatorio supone un triunfo de la sociedad civil y una demostración de que ésta “puede aportar soluciones”.
Manifiesto fundacional
Además de la firma del convenio, durante el acto la coordinadora del proyecto, Anisia Méndez, hizo lectura del manifiesto fundacional del Observatorio Canario de la Familia, en el que señalaba su configuración como un instrumento interdisciplinar y no partidista al servicio de las familias, asociaciones, empresas familiares, responsables de servicios sociales y todas aquellas personas interesadas en profundizar en el fortalecimiento, conocimiento, formación y promoción social de este colectivo, desde los principios que inspiran la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El manifiesto defiende la necesidad de familias que en medio de una sociedad plural, sean fuente de estabilidad y convivencia política, en las que se valore a cada persona en su individualidad y no se la considere “un número de una cadena”.
También se reconoce la necesidad de familias “abiertas a los otros”, donde se comparta el diálogo, la convivencia y los bienes, en donde cada persona se sienta aceptado y respetado, y esté dispuesta a aceptar y respetar. Y que se muestren dispuestas a defender sus derechos y a participar activamente en la vida pública.
