La Patrona palmera retornó al Real e Insular Santuario

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

La imagen de la Virgen de las Nieves ya está en su morada habitual, el Santuario que lleva su nombre. En la Subida estuvo acompañada de miles de devotos y rodeada del fervor y el cariño que el pueblo palmero le profesa.

En la Misa de acogida celebrada en la plaza del Santuario, el Obispo, que acompañó a la Virgen en su retorno, invitó a los presentes a como María «volver a su casa, la casa que es su corazón». Para el prelado, la presencia y compañía de la Virgen y de su Hijo siempre lleva alegría a la vida, para a partir del pasaje del evangelio de las Bodas de Caná, recordar que ella como Madre de La Palma y de los palmeros siempre está atento a las necesidades de cada uno de ellos.

Terminó  la LXX edición de las Fiestas Lustrales. Una celebración que, tras diez años de espera, ha sido más que una tradición: ha sido un reencuentro con lo más profundo del alma palmera.

Desde primera hora de la mañana, Santa Cruz de La Palma volvió a llenarse de devoción. Las calles del casco histórico acogieron a miles de personas que no quisieron perderse el momento del retorno de la Virgen, alcaldesa perpetua de todos los municipios y regidora de la isla, a su casa en la montaña.

La Plaza de España, adornada con un doble arco floral que formaba la letra “M” en honor a María, se convirtió en el escenario de la despedida. Allí se estrenó la loa “Lustro culminante”, una pieza compuesta por Juan Cavallé Cruz e interpretada por la Banda Municipal de Música San Miguel junto a los solistas Alfredo Ortega y Eduardo Luis Felipe, que emocionó a los presentes con una alabanza cargada de solemnidad.

Acompañada por autoridades civiles, militares y religiosas, la imagen recorrió las principales calles de la capital hasta llegar a Benahoare, antesala del ascenso por el barranco. Previamente en las Cuatro Esquinas un silencio emocionante acompañado del sonido del toque de oración invitó a recordar a los ausentes, a los que habían partido a la Casa del Padre.

Benaohare, efectivamente, fue el punto donde el obispo Eloy Santiago y alcalde de Santa Cruz de La Palma, Asier Antona, despidieron oficialmente a a Virgen. Antona expresó su deseo de que “toda la Isla pueda vivir una nueva Bajada de la Virgen en 2030 con la misma intensidad y devoción como la que se ha experimentado este 2025”. Por su parte, dio gracias a la ciudad por haber acogido con intensidad y alegría cristiana estas fiestas, al tiempo que recordaba que la imagen de la patrona volvería a la capital en noviembre al término de la Visita que la Virgen de las Nieves va a realizar a cada uno de los municipios de la isla.

Ya en el barrio de El Roque, vecinos y vecinas pusieron en escena una emotiva versión de la Alegoría de la conquista de la isla de La Palma, un texto escrito hace justo un siglo por José Felipe Hidalgo, recuperado para esta edición bajo la dirección del actor y pedagogo Carlos de León.

A partir de ese punto, y como manda la tradición, los Hermanos Custodios iniciaron el ascenso con la venerada imagen por el Barranco de Las Nieves, acompañados por miles de fieles y bajo un sol generoso. A las 11:30 horas, la Virgen llegó a la plaza del Real Santuario, donde la esperaba una multitud entre aplausos, lágrimas y vivas.

Esta edición ha destacado por su carácter inclusivo: gracias a la implicación de asociaciones y colectivos, se facilitó el acompañamiento por el barranco de personas con movilidad reducida. Además, no se registraron incidentes destacables, consolidando así uno de los aspectos mejor valorados por la organización.

349 años después de su institucionalización como Fiestas Lustrales en 1676, la Bajada sigue latiendo con fuerza en el corazón de los palmeros y palmeras. Este 2025, además, se celebró por primera vez con la distinción de Bien de Interés Cultural, obtenida en febrero de 2024, y ya se trabaja para que esta manifestación única sea reconocida también por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Con la Virgen de regreso en su Santuario y el eco aún fresco de los aplausos en la montaña, La Palma se despide de unas fiestas inolvidables que ponen un eslabón más en esta devoción tres veces centenaria.

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