«La diócesis Nivariense se me ha quedado clavada dentro»

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Entrevista a Miguel Márquez, nuevo superior general de los Carmelitas Descalzos

Miguel Márquez es el nuevo superior general de los Carmelitas Descalzos. Este cacereño de 56 años, tiene una vinculación muy estrecha con nuestra tierra, ya que estuvo destinado en Tenerife un tiempo. Concretamente, en la parroquia de Santo Domingo, en Santa Cruz de Tenerife. Recientemente, Márquez visitó nuestra diócesis y aprovechamos la oportunidad para conversar de diversos temas con él.

P.- ¿Cómo valoras tu paso por Tenerife?

R.- Para mí, el tiempo que pasé en Tenerife fue como una Betania. Mucha paz y mucho gozo. Le doy gracias a Dios porque la verdad es que estoy muy agradecido por esa experiencia en la que pude compartir con muy buena gente. La diócesis Nivariense se me ha quedado clavada dentro.

 

P.- Háblanos un poco de tus recuerdos de infancia.

R.- Nací en Cáceres, Plasencia, hace 56 años. Me crie en pleno Valle del Jerte. Mis padres son de un pueblecito que se llama Casas del Castañar y allí crecí junto a mis cinco hermanos. El recuerdo de mi tierra es un recuerdo muy agradecido. Sus paisajes, sus lugares, el ir de pequeño con mi padre a la finca para coger aceitunas, higos, cerezas…Todo aquello te deja impregnado del olor y del sabor de la riqueza de la tierra.

 

P.- ¿Y cómo fuiste descubriendo la fe?

R.- Fui monaguillo de varios lugares. Luego conocí a las Carmelitas Descalzas, que fueron clave en mi vocación. De esa forma me entró el gusanillo y el deseo de conocer la espiritualidad carmelitana. Fue entonces cuando conecté con el Monasterio de Las Batuecas, en la zona del sur de Salamanca, en la sierra de Francia. La vida de aquellos hombres carmelitas y el monasterio me fascinó. Me gustó la sencillez, la alegría, el estilo de vida, el silencio….Así empecé como a dejarme tocar y a dejarme mirar por el Señor.

 

P.- ¿Cómo recibiste la noticia de tu nombramiento como general de la orden?

R.- Algún rumor había ya. Esas cosas siempre se empiezan a conversar entre unos y otros y siempre hay como un murmullo. Solo el pensar que te van a nombrar responsable te hace sentir muy pequeño, muy abrumado y desbordado. Mirado desde fuera es como muy bonito porque se deposita la confianza en alguien. Tras aceptar, hay que realizar un juramento de fe y fidelidad. Tras esto hay un momento muy bonito que tiene lugar en la capilla y consiste en que cada hermano va acercándose y te da un abrazo. Me acordé de unas palabras de María Felicia, la carmelita de Paraguay, Chiquitunga, como se la conoce: “Con miedo y cobardía, pero me entrego a esto que supera mi capacidad y la de cualquiera, pero más la mía. Jesús, ayúdame a querer lo que tú quieres”.

 

P.- ¿Cómo ha cambiado esto tu vida?

R.- Ha supuesto un cambio radical. Ser el general de la orden significa que dejo todo y me voy a vivir a Roma. Allí pasaré los próximos seis años, si Dios quiere, ocupado en velar la vida de la orden y en acoger la inquietud y el sentir de los hermanos tratando de alentarles en su camino.

 

P.- Los carmelitas tienen una vinculación muy profunda con nuestro país por varios motivos. La orden nació en España a mediados del s. XVI y tiene tres ramas, ¿no es así?

R.- La orden fue fundada por Santa Teresa. San Juan de la Cruz no es tanto fundador, sino el primer carmelita descalzo al que Santa Teresa conquista para su empresa fundacional o reformadora. La antigua rama arranca en el siglo XIII, en el Monte Carmelo. Allí, un grupito de ermitaños latinos se pone a vivir en un pequeño valle llevando a cabo una vida muy sencilla. Cuando regresan a Europa traen la devoción a la Virgen a la que habían dedicado su capilla.

Santa Teresa, en el s. XVI, hace una reforma que es prácticamente una nueva fundación porque es todo tan original, tan nuevo, que se la considera la madre de la nueva familia del Carmelo. Ella funda también los Carmelitas Descalzos. Empieza con dos de ellos, San Juan de la Cruz y Antonio de Jesús. La vida masculina del Carmelo Descalzo se extendió a Ávila y a muchos otros sitios.

Por otro lado, también está la rama seglar del Carmelo, que está creciendo mucho. Las Carmelitas Descalzas son unas 10 mil y pico; los carmelitas somos unos 4.000 y los seglares carmelitas son más de 20.000 en todo el mundo.

P.- ¿Qué destacarías de la persona de Santa Teresa de Jesús?

R.- En primer lugar, decir que estamos muy honrados de haber sido fundados por una mujer como Teresa de Jesús a la que hay que conocer porque es una figura apasionante. Santa Teresa está llena de vida, de lucidez. Ella tiene un mensaje precioso para nuestro tiempo que es una invitación a hacer experiencia de Dios. A atrevernos a dejarnos mirar por Él y hacer experiencia de oración con ese Dios que sabemos que nos ama.

 

P.- ¿Qué supone ser Carmelita Descalzo en pleno siglo XXI?

R.- En pleno s. XXI hay un desafío y un hambre impresionante de espiritualidad, de hondura y de trascendencia. Los Carmelitas Descalzos llevamos una vida contemplativa y entregada. Este tiempo que vivimos está necesitado de la hondura de lo humano. Hay mucho por descubrir. Ser carmelita es volver al origen de la experiencia que hizo de Teresa de Jesús una mujer única, lúcida para su tiempo.

 

P.- ¿Cómo está el tema de las vocaciones dentro de la orden?

R.- Las vocaciones están decreciendo en Europa. En América ahora no están creciendo tanto. Sin embargo, están aumentando mucho en Asia. Sobre todo, en la India, en Indonesia y en Vietnam. También están creciendo mucho en África.

P.- ¿Cuál es la presencia de los carmelitas en nuestra diócesis?

R.- Antes, la presencia era mayor porque estaban las Carmelitas Descalzas en El Sauzal, pero se fueron hace algunos años porque no lograron conseguir las vocaciones suficientes.

Ahora, estamos presentes en la parroquia de Santo Domingo, en Santa Cruz de Tenerife. Una parroquia viva, con gente muy cercana que colabora mucho. En la actualidad, hay tres frailes; el párroco, el prior y otro fraile que ha llegado hace poco.

Esa presencia la queremos vivir como una comunión con toda la diócesis. Ojalá que nuestro carisma sirva para ayudar a esta Iglesia particular y para estar al servicio de todos y todas.

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