La Comisión Diocesana de la Misión, desarrolló una intensa sesión de formación y encuentro este viernes y sábado en Tegueste. A la reunión se unieron algunos vicarios episcopales.
La tarde noche del viernes sirvió para orar juntos y para perfilar el acto de recepción de la «luz de la paz de Belén» y las venideras jornadas «Nueva Evangelización. También hubo tiempo para compartir algunas cuestiones como la futura publicación de un Manual para los misioneros parroquiales, las celebraciones de fin de curso por vicaría con la entrega a cada parroquia del símbolo de la misión, etc.
El sábado se incorporó al encuentro el obispo nivariense, Bernardo Álvarez, así como Pedro Cabrera, Consultor y prefecto de evangelización misionera de la provincia Bética de los claretianos, y el vicario para la vida consagrada, José María Rastrojo. Álvarez introdujo una reflexión sobre la importancia del primer anuncio. «Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra- subrayó siguiendo al papa Francisco. Subrayó igualmente, el contenido del Kerigma, la metodología y las actitudes precisas para hacerlo realidad. «Es el anuncio que responde al anhelo de infinito que hay en todo corazón humano».
Posteriormente los presentes desarrollaron un taller destinado a comenzar la programación de una misión, del estilo que se está promoviendo, en una hipotética parroquia de la zona metropolitana. Además, se pudo intercambiar opiniones y experiencias, en un rico coloquio, con el misionero claretiano, Pedro Cabrera. Esta experiencia sirvió para abrir caminos de posibles colaboraciones ulteriores que permitan apoyar y hacer sinergias en la implementación de la misión diocesana, que la lleva adelante el Pueblo de Dios en su pluralidad y riqueza.
En definitiva, una oportunidad para hacer realidad la importancia de tener espacios motivadores y sanadores, para ponerse juntos a la escucha de Dios, dialogar, aprender y discipular, siendo cada vez más precisa la necesidad de «crecer en la conciencia de la permanente necesidad de ser evangelizados»