
La Iglesia celebra la IX Jornada Mundial de los Pobres el próximo domingo 16 de noviembre.
En el contexto del Año Jubilar, el lema seleccionado para este año ha sido tomado del salmo 71 y ahonda en la idea de la esperanza: «Tú, Señor, eres mi esperanza» (cf. Sal 71, 5)
“La Iglesia naciente no separaba el creer de la acción social: la fe que no iba acompañada del testimonio de las obras, como había enseñado Santiago, se consideraba muerta”
(Papa León XIV, Exhort. Ap. Dilexi te)
La Iglesia invita a vivir una fe que se exprese en gestos concretos de solidaridad.
Cada año, la Jornada Mundial de los Pobres recuerda que la fe cristiana no puede quedarse en las palabras o los buenos deseos. Ser discípulo de Cristo implica mirar su rostro en los pobres, los enfermos, los migrantes y los marginados.
Inspirada en el Evangelio —“Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40)—, esta jornada busca promover una fe comprometida con la justicia y la ternura, que transforme realidades y acerque corazones.
En las comunidades se invita a recordar a los pobres en las Misas, organizar vigilias de oración o rezar el Rosario comunitario. Los jóvenes podrán participar en catequesis sobre la pobreza, descubriendo a los “pobres cercanos” en su entorno.
El domingo 16 de noviembre, la Misa será el centro de la celebración. Se sugiere adaptar la homilía al tema, incluir intenciones especiales, invitar a personas necesitadas a participar activamente y realizar una acción solidaria.
La jornada también llama a salir al encuentro: visitar enfermos y ancianos, compartir comida con quienes pasan necesidad, ofrecer alimentos o medicinas a familias vulnerables y colaborar con asociaciones de ayuda social.
La Jornada Mundial de los Pobres se presenta como una oportunidad para vivir una fe activa y compasiva, donde cada gesto solidario se convierta en testimonio del Evangelio.

