Iglesia Nivariense cumple 100 números

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

100 oportunidades para leer entre líneas.

Puede presumir ya de ser la compañera fiel que durante más de ocho años ha acudido a su cita mensual con otros tantos retales de la historia de nuestra Diócesis.

En realidad, son más de un centenar. Lejanos quedan ya los días en que comenzó su aventura con el mismo nombre pero otro formato. Durante algunos meses, Iglesia Nivariense fue el boletín que, en apenas cuatro páginas, nos mantuvo informados del desarrollo del I Sínodo Diocesano. Un tímido despertar fue aquel, pero germen necesario de lo que hoy tienes en tus manos.

Desde entonces, no 100, sino incontables historias se han asomado a estos folios dando cuenta de lo que somos, lo que hacemos y lo que deberíamos ser. Rostros, convocatorias, citas, reuniones, celebraciones, perfiles… todo se funde en la memoria regada con tinta de colores de nuestra revistas diocesana.

La grandeza de Iglesia Nivariense no reside en haber superado la frontera simbólica de la centena. Somos grandes, por qué no decirlo, porque somos el reflejo de una comunidad viva, repartida por cuatro islas, que en este tiempo apasionante se reconoce a sí misma ‘a medio hacer’, reinventándose cada día alimentada por el aliento del único Señor de la vida.

Ése, y no otro, ha pretendido ser el contenido de nuestra revista. Basta ojear las páginas de los números atrasados para intuir en ellas la presencia del Espíritu de Dios caminando entre nosotros, alentando nuestros proyectos. En algunos de esos folios leeremos entre líneas nuestra alegría por los logros alcanzados. En otros haremos memoria de nuestro lento caminar, siempre torpe si lo comparamos con la meta que nos hemos trazado. Unos textos respiran esperanza, satisfacción por el deber cumplido… En otros nos invadirá la desazón de las sonrisas a medio camino, de los rostros que un día fueron y ahora siguen siendo, pero ya para siempre…

Iglesia Nivariense es vida. Es nuestra vida. Eso somos y es un buen punto de partida para orientarnos hacia lo que deberíamos ser. Sus miles de páginas son sólo una muestra de nuestras potencialidades, de la riqueza que Dios nos ha regalado en cada hombre y en cada mujer para seguir mirando hacia adelante, para seguir construyendo la Iglesia con nuestro obispo al frente.

El futuro son 100, 1.000, 10.000… números más. Tantos como esperanzas tiene Dios puestas en nosotros, en la vida de los que escribimos en renglones torcidos imaginarios textos que nunca encajan del todo en la página asignada. No importa. Seguiremos escribiendo. Nos dijeron que escribir es nuestro destino, el empeño al que hemos sido convocados. Escribir, sin echar la vista atrás mas que para dar gracias. Escribir, al fin y al cabo, la historia de nuestra singular aventura y la de la comunidad.

Por eso seguiremos acudiendo a la cita mensual que nos erige ya en compañera fiel de cada diocesano. Conscientes de nuestras limitaciones, sabiendo que mejorar es nuestro objetivo, reconociendo nuestras equivocaciones y nuestros olvidos… pero escribiendo apasionadamente lo que hemos visto y oído, lo que vemos y oímos a diario en todos los rincones de nuestra diócesis.

Afrontar este intenso futuro con ilusión requiere del esfuerzo de todos. Necesitamos ojos, oídos y manos en todos los rincones, improvisados reporteros que experimenten la presencia de Dios en sus comunidades y se decidan a compartirla. Nos hacen falta también hombres y mujeres -sacerdotes, religiosos y laicos- que aprendan a mirar estas páginas como nosotros las vemos: un contenedor lleno de vida que quiere ser comunicada. No nos gustan las sacristías, no queremos morir en cualquier rincón de la parroquia. Nuestro lugar, el de nuestra revista, está en la calle, en las casas de quienes buscan motivos para seguir esperando.

Así lo vemos nosotros, los que ahora cocinamos estas páginas y quienes un día estuvieron en la cocina. Iglesia Nivariense es de todos y existe sólo porque nadie sabe, nadie se atreva a decir que sabe, qué voluntariosos caminos elige Dios cada mañana para alentar el ritmo tardío del corazón del hombre. Adrenalina pura somos porque envueltas en papel de imprenta te ofrecemos aquellas cosas grandes que dibuja Dios a diario en cada rincón de la Diócesis.

No son 100 números. Son 100 mensajes del Dios que es la Palabra y acepta jugar a esconderse en palabras para seguir pronunciando la última y definitiva voz sobre nosotros: ¡No estás sólo!

Por eso, gracias.

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