El rotativo Diario de Avisos realiza una amplia entrevista en su edición del domingo 4 de abril, en la que el prelado se refiere a algunos aspectos de la Semana Santa, así como a otras cuestiones de actualidad: la pandemia, el reto migratorio en las islas, etc.
-¿Cómo se vive una Semana Santa sin procesiones?
“Ante la imposibilidad de las manifestaciones de la fe en las calles, procuramos centrarnos en lo principal, que son en las celebraciones litúrgicas en el interior de los templos. Es una pena que no podamos tener procesiones, que sin duda son un estímulo para la vivencia de la fe, pero eso no nos impide celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo de manera intensa y personal. Lo hacemos escuchando la Palabra de Dios, recibiendo el sacramento del perdón de los pecados, participando en la comunión del Cuerpo de Cristo, haciendo oración… Estos son los medios más eficaces para acoger y disfrutar personalmente de la salvación que Cristo nos ha conseguido con su muerte y resurrección”.
-¿Cómo están afectando las restricciones por la COVID a la relación de los fieles con la Iglesia? ¿Una crisis mundial como esta, aleja o acerca a los seres humanos de la religión, de la fe?
“Las consecuencias negativas de la COVID se dejan ver en todas las dimensiones de la vida. En la salud, las relaciones humanas, en el trabajo, la economía, la educación y, lógicamente, en el normal desarrollo de la vida eclesial. Muchas de las cosas que hacemos normalmente no las podemos realizar o hay que hacerlas con muchas limitaciones. No es solo la Semana Santa, la Navidad y las fiestas principales, sino que afecta muy seriamente a las celebraciones religiosas ordinarias (misas, entierros, bodas, bautismos), a la catequesis y reuniones de formación, a la atención a los enfermos y personas mayores, a los encuentros y convivencias… Todo esto, en efecto, está afectando a la vivencia de la fe de muchas personas. Para unos, la pandemia, les impulsa un mayor acercamiento a Dios. Para otros, en cambio, puede ser motivo de enfriamiento espiritual al faltarles, o estar restringidos, los medios habituales de vivencia de la fe”.
-¿Qué puede hacer la Iglesia por aquellos que peor lo están pasando en esta crisis? ¿Cómo valora la labor de Cáritas?
“La acción caritativa y social forma parte constitutiva de la vida y misión de la Iglesia. Es el modo de poner en práctica el mandamiento de Jesús: ‘Amaos los unos a los otros como yo os he amado’. Como dice el Concilio Vaticano II: ‘El fin que Cristo le asignó a la Iglesia es de orden religioso’ . Pero… donde sea necesario, según las circunstancias de tiempo y de lugar, la Iglesia debe crear obras al servicio de todos, particularmente de los necesitados. En la estructura de la Iglesia hay muchas instituciones y personas voluntarias que se ocupan de atender a los más necesitados y vulnerables, en gran medida, gracias a las contribuciones de toda la comunidad cristiana. Entre estas instituciones está Cáritas, que es el organismo diocesano que encauza la Comunicación Cristiana de Bienes. Presta su servicio en todas las parroquias y mediante proyectos de acogida y promoción de personas necesitadas. A consecuencia de esta pandemia, la demanda de ayuda se ha duplicado y Cáritas está incrementando su actividad, gracias también a que ha crecido la generosidad de muchas personas. Siempre procuramos no solo atender las emergencias que surjan, sino -de manera especial- ayudar a las personas a valerse por sí mismas”.
La iglesia conoce bien, gracias a las misiones, la situación que viven muchos de los migrantes que están llegando a nuestras costas. ¿Qué opinión le merece la situación actual de las Islas, con pateras llegando a diario y macrocentros de acogida como el de Las Raíces?
“¡Uf!, menudo reto estamos viviendo con la llegada masiva de migrantes provenientes de África, a los que hay que unir los que proceden de otros lugares, particularmente de Latinoamérica. Ya, en noviembre pasado, los dos obispos de las islas manifestamos nuestro parecer sobre la situación y pedíamos a las autoridades que se tomaran medidas, acordes con la dignidad humana y el respeto a los derechos de las personas. Se han dado algunos pasos, pero insuficientes y en muchos casos inadecuados. Unos centros de acogida como el de Las Raíces o las Canteras no pueden ser un almacén o aparcamiento de personas. En un estudio que está realizando Cáritas, que saldrá a la luz en breve, solo en Tenerife, sin contar con los migrantes, hay más de mil personas sin techo. Si a esto añadimos los migrantes, la situación es insostenible. Es inadmisible, por ejemplo, que a un menor proveniente de África acogido en un centro público se le mande a la calle al cumplir los 18 años sin ningún recurso ni seguridad. Creo que es fundamental posibilitar que estas personas puedan continuar su viaje a la Península o a otros países donde ya tienen familiares y amigos que les pueden acoger y donde pueden encontrar trabajo”.
CON CRISTO UNA VIDA BUENA, PLENA Y FELIZ ES POSIBLE”
El obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, quiso enviar, al término de la entrevista, el deseo de una feliz Pascua a los creyentes, a través de DIARIO DE AVISOS, en una jornada de especial significación como la de hoy, Domingo de Resurrección, con la que finaliza una Semana Santa marcada, una vez más, por la pandemia del coronavirus. “Hoy más que nunca debemos recordar a todos que Cristo ha resucitado y vive para siempre. Que fiel a su promesa está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, para que, por Él, con Él y en Él podamos ser personas nuevas”, manifestó Bernardo Álvarez, que recordó que “con Cristo una vida buena, plena y feliz es posible. Aprovechemos lo que Él nos ofrece, dejemos que actúe en nuestra vida con esa energía que Él tiene. Si lo escuchamos y acogemos con fe revivirá nuestro corazón, nos llenaremos de alegría y seremos constructores de la civilización del amor, de la libertad, de la justicia y de la paz. Es lo que deseo para todos. ¡Feliz Pascua!”. Que así sea.
Fuente: Reproducimos algunas cuestiones del Digital de Diario de Avisos.
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