¿Qué es lo que necesita de nosotros Jesucristo en estos días en que se ofrece entero por amor a la humanidad? Esta fue la cuestión central sobre la que el administrador diocesano, Antonio Pérez, reflexionó en la Misa del Domingo de Ramos.
Las circunstancias meteorológicas hicieron que tanto la bendición de las palmas y los olivos, como la procesión con la imagen de la Entrada de Jesús en Jerusalén realizaran en el interior de la Catedral.
Fue una mañana de lluvia intermitente la que se vivió este Domingo de Ramos en La Laguna. Esta circunstancia obligó a cambiar las previsiones sobre el desarrollo del que es el Pórtico de la Semana Santa. Sobre las diez y media el administrador diocesano, bendecía las palmas y olivos que portaban los fieles situados, en el fondo del templo catedralicio. La procesión festiva, en este inicio de la jornada, se realizó por las naves de la iglesia madre de la diócesis.
A continuación se celebró la solemne eucaristía de la jornada. La lectura de la Pasión según S. Lucas fue un momento especialmente relevante de la misma.
En su homilía, el administrador diocesano, señaló que Jesús ahora como entonces “nos pregunta si queremos preparar un burro y acompañarlo humildemente, y si queremos recogernos en algún momento de intimidad con él para que haga comprender a nuestro corazón lo que pasa en ese momento de eternidad, que es su entrega en la cruz hecha pan y vino de resurrección”.
Además, siguiendo al papa Francisco, contrapuso las dos mentalidades que aparecen en el calvario, la del sálvate a ti mismo y la de entregarse uno mismo. Jesús, dijo, optó por la segunda y nos invita a hacerlo también nosotros. “Cristo se ofrece entero por amor a nosotros y a la humanidad entera. Asombroso, la verdad”- subrayó.
Finalmente, Pérez invitó a caminar con esperanza hacia la Pascua, sabiendo que “con Jesús nunca es el fin, nunca es demasiado tarde. Con Dios siempre se puede volver a vivir”.