La Basílica de Candelaria ha acogido distintos actos este dos de febrero, con ocasión de la festividad litúrgica de la patrona de Canarias. Fiesta de la luz, como señaló Bernardo Álvarez, el cual hizo un sencillo homenaje a las personas mayores durante su homilía en la que también subrayó la importancia de compartir la luz de la fe, siendo discípulos misioneros de la alegría del evangelio.
A las 11.30 partía la procesión cívica del traslado del Pendón de la Villa hasta la Basílica de Candelaria, donde poco después de mediodía comenzaba la eucaristía solemne de la jornada presidida por el obispo, Bernardo Álvarez.
En un templo lleno de devotos se encontraba la presidenta del Parlamento de Canarias, Carolina Darias, la delegada del gobierno, Mercedes Roldós, la consejera de Políticas Sociales del ejecutivo canario, Cristina Valido, el presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso, entre otras autoridades civiles y militares, además de la alcaldesa de la Villa, María Concepción Brito y la Corporación municipal, y otros alcaldes.
El obispo comenzó la homilía destacando: “Hoy es la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo. Esta fiesta aparece «como memoria conjunta del Hijo y de la Madre. Es decir, celebramos a Cristo como Salvador y luz de las naciones, y celebramos a su Madre, Virgen la Virgen María, que estuvo unida íntimamente a Él”.
“La fiesta de La Candelaria es la fiesta de la luz que nos recuerda, con un simbolismo sencillo y claro, que quienes como nosotros, por la fe y el bautismo, hemos recibido la luz de Cristo, debemos ser la luz del mundo”, aseveró. Estamos llamados a ser «luz de Cristo» para los demás en el día a día de la vida con nuestras palabras y con nuestra obras. ¿Cómo van los demás a «encender su vela» si yo no le paso la luz?”, se preguntó retóricamente el prelado.
Por otra parte, el obispo señaló que en este día se subraya el encuentro de todos con el Señor y el encuentro de los hermanos entre sí, lo cual se hace realidad en la Eucaristía.
Todos nosotros – sostuvo-, por el hecho de creer en Cristo somos sus discípulos y por tanto somos enviados a hablar de Él a los demás. Enviados, es decir, misioneros. Todo cristiano, nos recuerda con insistencia el Papa, es discípulo misionero. Y con nuestro Plan Diocesano de Pastoral queremos ayudar a todos a ser misioneros donde quiera que estemos.
En la parte final de su homilía, monseñor Álvarez hizo un ‘homenaje’ a los ancianos a partir de las figuras evangélicas de Simeón y Ana. “La vejez se puede vivir con plenitud y alegría. Afortunadamente, también hoy tenemos entre nosotros a muchos ancianos como Simeón y Ana que anuncian el Evangelio de la vida a nuestra sociedad”. En este sentido subrayó el empuje del ‘anciano’ papa Francisco.
Igualmente destacó la presencia en la diócesis de un movimiento apostólico de personas jubiladas y mayores, que se llama «Vida Ascendente». “Personas que no se derrumban ante su debilidad, ante la disminución de sus fuerzas físicas, sino que por la fe en Jesucristo y en su Madre la Virgen María, han encontrado la compañía que nunca falla. Una compañía que le aporta nueva energía y un sentido pleno para sus vidas. Ellos, como Simeón y Ana nos enseñan y nos invitan a «alabar a Dios y a hablar de aquel niño» en todas partes y a todos los que nos encontramos en nuestro camino”, concluyó el obispo.