
A partir de este próximo 14 de diciembre, nuestra diócesis contará con cuatro nuevos diáconos permanentes: Francisco Javier Afonso, Francisco David Sosa, Miguel Ángel Delgado y Michel Romano.
La ordenación, por imposición de manos del obispo Nivariense, Eloy Santiago, comenzará a las 17:00 horas, en la Catedral de La Laguna.
Asimismo, el viernes 12 de diciembre, a las 20:00 horas, el Seminario Diocesano acogerá una vigilia de oración por estos futuros diáconos permanentes.
Francisco Javier Afonso señaló que vive estos últimos días antes de la ordenación con una alegría inmensa. “Acojo con felicidad este regalo de Dios porque es un servicio que voy a realizar, sobre todo, en favor de los hermanos más necesitados. Al mismo tiempo, lo acojo con santo temor porque supone ser imagen de Cristo, el servidor de todos”. Afonso añadió que se siente profundamente agradecido a la diócesis por tantas personas que le han ayudado en la formación. Igualmente, destacó el apoyo que siempre ha recibido de su familia durante todo este camino.
Por su parte, Francisco David Sosa, indicó que este “sí a Dios” supone dar respuesta a una llamada que ha estado presente durante toda su vida. “Ahora, mi mujer y mi hijo compartirán conmigo esta vocación que es para toda la vida. Una vocación que también vivo en mi trabajo como maestro. En definitiva, siento que Dios me pide estar al servicio de los demás. Un servicio de entrega en la parroquia, en la catequesis, en Cáritas…Y todo, tratando de transparentar en las obras a Jesucristo”.
En la misma sintonía se mostró Miguel Ángel Delgado quien hizo hincapié en que la ordenación al diaconado no es un honor, ni un privilegio, sino una llamada a servir a todos. “Esta vocación es un camino de humildad donde no se trata de hacer mi voluntad, sino la suya. No es un camino para que yo, sino para que Él. No es a mi manera, sino a la suya. Ser diácono es buscar siempre configurarnos con nuestro Señor Jesucristo, servidor”.
Por último, Michel Romano destacó que ser ordenado diácono permanente significa acoger plenamente la llamada de Dios. “Se trata de dar respuesta a una invitación que me ha ido haciendo a lo largo de estos años el Señor. Por eso, quiero dar un sí renovado al servicio, a la caridad y al anuncio del Evangelio. Me siento profundamente agradecido porque Dios se haya fijado en mí. Y, a la vez, acojo humildemente esta gracia, deseando poner mi vida al servicio de Cristo y de la Iglesia”.

