La parroquia de Santo Domingo en la capital tinerfeña acogió un original pregón de la Semana Santa de dicha ciudad. Eduardo Rodríguez, Delegado Diocesano para la Nueva evangelización y formador del seminario, fue el autor del mismo, aunque su proclamación fue más coral, a modo del teatro hablado. En el acto se encontraba el obispo nivariense y el alcalde de S/C de Tenerife.
En el pregón intervinieron distintas voces: pregonero, ciudad, hombre. Además, Rodríguez escribió un anuncio de la Semana Grande de los cristianos en el que hubo lugar para distintos lenguajes: la fotografía, el cine, la representación, la música, ya que se pudieron contemplar distintos pasos y otras escenas de la Semana Santa chicharrera, escuchar piezas religiosas clásicas y contemporáneas, visionar fragmentos de una película, contemplar la entronización de una Cruz acompañada de jóvenes, escuchar al coro de esta parroquia Carmelita de Santa Cruz.
En este sentido, el pregonero quiso sintetizar su anuncio afirmando que: «Porque los hombres y las mujeres tenemos la mala costumbre de perder por el camino la memoria de lo que hemos sido y el recuerdo de los senderos transitados. Miramos con desconcierto el futuro porque lo pintan con tintas de incertidumbre y, en muchas ocasiones renunciamos a apasionarnos con el presente que vivimos.
Semana Santa es aceptar que Él cruza la historia y en Él confluyen el tiempo y lo vivido. Pasado y futuro se dan la mano en el presente, en el aquí y ahora del encuentro personal con el Señor de la Semana Santa. Dinos ciudad, cuéntanos la historia que guardan tus calles y tus plazas. Háblanos de Él, de su paso que desde aquel tres de mayo marcó quien eres. Pregonar la Semana Santa es, sacar, como el padre del evangelio, lo antiguo y lo nuevo del baúl de la memoria y del corazón. Es anunciar, en pleno siglo XXI la historia de amor más grande que ha conocido la humanidad y que no puede ni debe ser conservada entre bolas de naftalina. Anunciar hoy con «nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones» que lo que van a contar nuestras calles y a actualizar el interior de nuestros templos, no es algo contenido en las estanterías del pasado, sino que sucede de nuevo cada vez que cualquiera de nosotros abre la vida a la novedad del Evangelio.
Ciudad cinco veces centenaria: ¡abre tus puertas! ¡Eleva tus calles! Pasa el Señor de la Semana Santa. Y pasa cuando todo suena a crisis y desconcierto, cuando los hombres y las mujeres da la impresión que hemos perdido la capacidad de esperar y confiar y estamos cansados de ejercer este oficio de ser hombre. Abre, abramos las puertas de nuestra vida y acogiendo el pasado, como una carrera de relevos, tomemos la antorcha de la fe para, en el momento presente, pasarla a las generaciones futuras. La fe tiene futuro si nosotros, hombres y mujeres de esta generación, vivimos con pasión el momento presente. La Iglesia de la Nueva Evangelización, no es la que mira atrás con nostalgia sino la que mira adelante con esperanza.
Hoy, estos días, no son el recuerdo de algo que pasó. Vuelve a suceder ahora, aquí. Puede ser cada uno de nosotros protagonista de la Pasión. Verónica o Judas, Pilatos o Pedro. Y tenemos la hermosa pero grave tarea de ayudar a otros a que lo que celebraremos en estos días que se acercan, no sea un mero recuerdo o la excusa para unas justificadas vacaciones. Y ahora pasa. Cruza las puertas de cualquiera de los templos que salpican la ciudad, no te quedes fuera estos días. Entra con lo que te duele y te rompe, con lo que te hace sufrir y lo que no comprendes. Entra con tantos nombres en el corazón y en la mente. Entra. No te quedes fuera. Y escucha, calla, contempla. ¿Y si fuera cierto lo que allí nos cuentan? ¿Y si es verdad que Aquel hombre de Nazaret, al abrir sus brazos en la cruz estaba salvando?
Llega la Semana Santa ¿Y si fuera verdad, que Alguien te lleva tiempo esperando?»