Sobre las 17 horas de este domingo comenzaba la Eucaristía del día de Corpus en la Sede Catedralicia de La Laguna. En un templo lleno de fieles, el obispo presidía esta celebración. En el templo se encontraban, también, entre otras autoridades el presidente del Cabildo insular, Ricardo Melchior, y el alcalde de Aguere, Fernando Clavijo.
El prelado Nivariense en su homilía recordó que la Eucaristía es la mayor riqueza de la Iglesia; la fuente y cumbre de la vida cristiana. De ella y en ella recibimos al propio Cristo que, engendrado por obra del Espíritu, nació de María. El nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano, pasó por este mundo haciendo el bien, sanando, consolando, amando, en definitiva, entregando su vida – indicó.
«En la Sagrada Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo en persona, el cual da vida a los hombres que, de esta forma, somos invitados y estimulados a ofrecernos a nosotros mismos, nuestros trabajos y todas las cosas creadas juntamente con Él – señaló el obispo Álvarez.
De lo que ocurre en la vida de los que viven bien la Eucaristía dio cuenta el celebrante poniendo como ejemplo la vida del Santo Hermano Pedro y del Beato José de Anchieta. Sus vidas -dijo- no se entienden sin la celebración de la Misa ya que, «al comulgar con Él, nos hacemos Eucaristía, es decir, ofrenda para los demás con todo lo que somos, sabemos y tenemos».
En otro momento el Obispo se refirió a la conocida crisis y al lema de Cáritas de esta jornada nacional de Caridad que invita a «vivir sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir». «Ante las necesidades ajenas, Jesucristo se conmueve y muestra su rostro compasivo. Su ejemplo nos enseña que la verdadera compasión comienza por estar atentos a las necesidades de los otros y hacer todo lo posible para remediarlas» propuso Bernardo Álvarez.
Al finar de su intervención recordando a la primera lectura de la Palabra de Dios, el Obispo invitó a los presente a «hacer todo lo que ha dicho el Señor» para así poder cambiar el mundo, comenzando por los propios corazones, que que Jesúcristo nos hace capaces de ponernos en lugar de los demás, sabiendo que hay más alegría en dar que en recibir. Alvarez terminó la homilía con la oración de postcomunion del día del Sagrado Corazón pidiendo que: «Este sacramenteo de tu amor, Dios nuestro, encienda en nosotros el fuego de la caridad que nos mueva a ununirnos más a Cristo y a reconocerle presente en los hermanos».
Las condiciones metereológicas impidieron la procesión con el Santísimo por las calles de La Laguna, realizaándose, eso sí, una procesión claustral.