La tarde de este domingo de «Corpus Christi», el obispo presidió la Eucaristía en la Catedral, a la que siguió la procesión con el Santísimo por las calles alfombradas del casco histórico de la ciudad de Aguere.
«En la Santísima Eucaristía está contenido todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo en persona, nuestra Pascua y pan vivo, que por su Carne vivificada y que vivifica por el Espíritu Santo, da vida a los hombres, que de esta forma son invitados y estimulados a ofrecerse a sí mismo, sus trabajos y todas las cosas creadas juntamente con El» – recordaba el obispo Álvarez Afonso en su homilía.
«La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia» – dijo haciendo memoria de S. Juan Pablo II.
«Por ser presencia real de Cristo, la Eucaristía debe ser adorada», al tiempo que – sostuvo el prelado en la homilía – que ella es Cristo ofrecido y Cristo recibido. Todo ello, por consiguiente, produce una serie de «efectos en la vida» ya que «nos convertimos en lo que recibimos: en vida que se da» afirmó.
Desde estos tres verbos, se comprende – prosiguió la homilía, que la Eucaristía es presencia real de Cristo; de hecho, en ella se CONTIENE al mismo Cristo Nuestro Señor en su realidad humana y divina (Cuerpo, Sangre, Alma e Divinidad). se OFRECE al Padre en la Santa Misa, que perpetúa a lo largo de los siglos el Sacrificio de la Cruz .Es RECIBIDO por los fieles en la Comunión Eucarística. y, nos ASIMILA a Cristo
Por todo ello, la celebración de la Misa «nos compromete». No en vano hoy celebra la Iglesia el Día Nacional de Caridad. De ahí que Álvarez citara algunos pasajes del mensaje del papa Francisco para la primera jornada mundial de los pobres.
«No amemos de palabra sino con obras». No pensemos solo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida”.
En efecto, prosiguió Bernardo Álvarez la cita del obispo de Roma, La oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía.
El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles, aseveró.
