«Atender a lo más genuino, la diversidad, desde la enseñanza inclusiva»

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Por tercer día consecutivo se ha desarrollado este miércoles, en la sede tinerfeña del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias, la correspondiente sesión del congreso fe-cultura, en sesiones de mañana y tarde. Concretamente, la primera ponencia de la tarde se tituló. El valor de educar: inclusión y competencias”. La misma estuvo a cargo de Olga María Alegre de La Rosa. Decana de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna. En su sugerente y bella exposición, la doctora Alegre se valió de distintos rincones de Aguere, como ciudad educativa, y de los llamados elementos primordiales de la naturaleza, así como de los colores para exponer sus convicciones educativas. De este modo, comenzó su exposición afirmando que “aprendemos porque no estamos solos, y enseñamos porque queremos aprender”.

La ponente desarrolló su intervención en cuatro apartados: el color amarillo, unido al elemento aire, significaba la imperiosa necesidad de la inclusión educativa. “Aprendemos a convivir con la incertidumbre que se deriva de la complejidad” puesto que cada uno somos “rarillos, ya que lo normal es la diversidad”.

En segundo lugar, el color verde y el elemento tierra sirvió a la profesora, para recorriendo distintos enclaves de la ciudad de S. Cristóbal de La Laguna, hablar de las “competencias del profesor”, que ha de ser un profesional con identidad clara, reflexivo, tutor, motivante, capaz de atender a la diversidad, etc. 

En tercer lugar, el color rojo, le valió para exponer las metas, que son como el fuego que calienta el corazón y moviliza la mente. Alegre utilizó la imagen del patrón S. Cristóbal, para afirmar que, como el Santo lleva en sus brazos a un niño, el educando, al final, podrá ver, ir más allá que educador. Y, por último, disertó, desde el color azul y el elemento aire, sobre la centralidad de la persona y la humanidad. 

 

“La movilización educativa de la sociedad civil”, fue el tema que, posteriormente, expuso Marino Alduán Guerra, decano de la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. El mismo sostuvo que “la situación grave de la educación canaria no se resuelve sólo con técnicos, sino que se requiere una movilización educativa”.

La misma, según el ponente, responde a cuatro preocupaciones esenciales de la sociedad: Hace falta una movilización educativa que vaya más allá de la educación formal. Esta movilización genera una mejor cultura cívica y democrática, nos ayuda a responder mejor a los grandes desafíos de la sociedad del conocimiento y, por último, también nos ayuda a afrontar la situación del medio ambiente.

El profesor Alduán afirmó que esta educación se favorece en algunos espacios, “que existen, pero son minoritarios”: instituciones públicas y privadas, ongs, empresas, medios de comunicación, redes sociales, ciudades educativas, etc. En la parte final de su disertación expuso sus evidencias educativas centradas en que: la educación es tarea de todos, las familias deben prepararse para ejercer su papel educador, la buena escuela está abierta a su medio social, se necesitan redes educadoras y colaboradoras, la educación es el hogar del desarrollo ético y es un proceso de humanización. 

Tras una interesante Mesa redonda con la universidad y los acuerdos de Bolonia como telón de fondo y, si ayer el gospel fue el protagonista, hoy el relevo lo cogió el teatro.  Zalattateatro puso en escena ‘Sancho Panza’ de Fulgencio M. Lax.

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