La Iglesia se vuelca en la ayuda a las víctimas de la DANA que ha arrasado varias localidades de Valencia y algunas zonas de Castilla-La Mancha, dejando una abrumadora cifra de fallecidos. «Las parroquias fueron las primeras que se movilizaron», afirma el vicario episcopal Jesús Corbí
Dice Gustavo Riveiro, párroco de San Jorge en Paiporta (Valencia), una de las localidades más golpeadas por la DANA —con decenas de fallecidos e innumerables destrozos materiales— que lo que está haciendo la Iglesia en esta catástrofe natural no es postureo. Que los sacerdotes estén embarrados desde el principio o que el arzobispo, Enrique Benavent, se manche de lodo recorriendo la zona cero no es más que una expresión de que la Iglesia ha sufrido esta desgracia y la vive con la gente. «No somos distintos. Estamos viviendo las mismas circunstancias y acompañamos a la gente en estas. Y si ahora toca palear barro, paleamos barro», añade Riveiro, tirando de léxico argentino.