En su sexta edición, el jurado ha distinguido, de entre reconocidos profesionales de todo el mundo, a cinco arquitectos finalistas, otorgando tres premios y dos menciones especiales del jurado.
El arquitecto canario, Alejandro Beautell, obtiene una mención especial del jurado y se sitúa entre los arquitectos que serán honrados en la ceremonia que tendrá lugar en la Universidad de Pavía el 4 de octubre, con ocasión de la festividad de San Francisco de Asís.
Si el premio Pritzker – el Nobel de la arquitectura – es considerado el premio más importante en el mundo de la arquitectura civil, el galardón que otorga la Fundación Frate Sole, se erige como el de mayor prestigio en el ámbito del arte sacro.
El Premio Internacional de Arquitectura Religiosa, fundado hace 24 años por el fraile franciscano Constantino Ruggeri, se le confiere, cada cuatro años, a un arquitecto o artista de cualquier confesión cristiana, que en el curso de los últimos diez años haya sido responsable de un edificio eclesiástico de indudable excelencia.
El Premio está organizado por la Fundación Frate Sole y patrocinado por las autoridades e institutos eclesiásticos y culturales nacionales, como la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales Eclesiásticos de la Santa Sede, el Alto Patronato de la Presidencia de la República Italiana, el Ministerio de Patrimonio y Cultura, el Consejo Nacional de Arquitectos , la Conferencia Episcopal Italiana, la Diócesis de Pavía, la Región de Lombardía, el Municipio de Pavía , la Universidad de Pavía y la Oficina Nacional de Edificios Sagrados.
El arquitecto español Rafael Moneo (1937), Premio Pritzker en 1996, se ha alzado con el primer premio siguiendo la estela de Tadao Ando, Álvaro Siza o Richard Meier, entre otras estrellas de la arquitectura mundial.
La Fundación Frate Sole ha sido creada con el objetivo de estimular la conciencia de la necesidad de crear iglesias contemporáneas que busquen la excelencia y con la intención de dar apoyo activo a su construcción. “Las iglesias así concebidas deben ser una expresión de cualidades auténticas, tanto artísticas como místicas, siendo el espacio sagrado el resultado de su combinación eficaz”. Esta excelencia es la que han querido premiar en el caso de la ermita herreña de San Juan Bautista, obra de Alejandro Beautell, y sobre la que el comité científico ha destacado su austeridad y marcado simbolismo.
La mención obtenida, junto a los distintos premios y distinciones recibidas por esta obra, la sitúan en la primera línea de la arquitectura contemporánea internacional. Así lo han entendido las autoridades locales que han promovido su catalogación patrimonial.
