Alfa y Omega. Bernardo Álvarez.- Esta imagen podría parecer un montaje, pero no es así. Refleja lo que ha ocurrido en La Palma a lo largo de 85 días. Una erupción volcánica que, en su apariencia, es «espectacular». Pero, todo su atractivo se convierte en fealdad ante la destrucción que ha ocasionado: 1.200 hectáreas arrasadas por más de 200 millones de metros cúbicos de lava, que también han hecho crecer la isla en 50 hectáreas (seis más que el Estado vaticano).
Contemplamos viviendas a punto de ser destruidas, como ha ocurrido con casi 3.000 edificaciones. También podemos ver palmeras, signo visible de la naturaleza vegetal que cubre –casi en su totalidad– la isla. Una isla verde, tanto por sus bosques como por las tierras de cultivo de plátanos, viñas o aguacates, de las que el volcán ha arrasado 360 hectáreas.
Los efectos han sido devastadores: casas familiares y fincas de cultivo destrozadas, 73 kilómetros de vías públicas inservibles y miles de personas sin bienes ni trabajo. Han sido casi tres meses de incertidumbre en los que, de modo directo o indirecto, toda la isla de La Palma se ha visto afectada.
Afortunadamente, hemos visto una gran y efectiva implicación de las instituciones públicas, así como la solidaridad de miles de personas. Doy gracias a Dios por todos ellos. Mi gratitud para todos los donantes y para quienes directamente, cada uno con su cualificación y capacidad, están a pie de obra sirviendo a todas las personas afectadas.
El día de Navidad de 2021 se ha dado por finalizada la erupción, pero los efectos continúan. Ahora toca la reconstrucción. También la Iglesia va a estar ahí, poniendo los donativos recibidos de las diócesis de España al servicio de las personas más necesitadas. Seguimos contando con la solidaridad de todos.
– Artículo: Alfa y Omega
– Foto: Foto: Reuters / Borja Suárez. El volcán Cumbre Vieja el 25 de octubre