Homilía pronunciada por el Nuncio de Su Santidad, Mons. Monteiro de Castro. Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
1. Quisiera, en este momento, saludar con afecto a todos los que participan en esta celebración eucarística: a vuestro Obispo Excmo. y Rvdmo. Mons. Bernardo Álvarez Alfonso, al Obispo Emérito Mons. Felipe Fernández García, al Provincial de los padres dominicos, a los sacerdotes concelebrantes, a las Excelentísimas Autoridades, a los religiosos, religiosas, a los fieles laicos, a los miembros de la Comisión Organizadora del 50 Aniversario de este templo y a cuantos han colaborado para realización del enriquecedor programa de estas memorables celebraciones.
A todos Ustedes y a cuantos nos siguen por los medios de comunicación un saludo cariñoso y la bendición de Su Santidad Benedicto XVI, a quien humilmente represento en España.
2. Hace cincuenta años, el primero de febrero de 1959, mi predecesor, que nos acompaña desde la eternidad, el entonces Nuncio Apostólico Mons. Hildebrando Antoniutti presidió los actos de la consagración de esta «iglesia basílica» dedicada a Nuestra Señora de la Candelaria, Patrona de Canarias. Hoy, gustoso, me uno a ustedes en esta solemne celebración eucarística conmemorativa de la consagración de este templo sagrado, dónde mañana celebraréis la fiesta de vuestra Patrona. Narran los historiadores que, en 1392, apareció en Tenerife, en la playa de Chimisay, la imagen de una mujer con un niño en los brazos, que llevaron en andas para la cueva de Chinguaro. Las gracias atribuidas a la Virgen por la constante devoción de los canarios ha incrementado el fervor de los fieles. Teniendo presente la solicitud de las autoridades locales, la Santa Sede a través de la Congregación para los Ritos declaró patrona Principal del Archipiélago Canario a la Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de la Candelaria. El Papa León XIII emitió el decreto de la coronación de la imagen de vuestra Patrona el 13 de octubre de 1889.
2. Las crónicas hablan del entusiasmo, del regocijo, del júbilo de vuestros antepasados contemplando la imagen de vuestra patrona. Esta actitud interior es manifestación de fe viva en el poder de Dios y de confianza filial en la intercesión maternal de nuestra Madre Santísima.
Unámonos, pues, al estado de ánimo, a la satisfacción, al gozo, a la dicha de vuestros antepasados en esta solemne celebración.
Los tiempos de entonces como los de ahora no son fáciles. Pero la abertura de nuestra inteligencia, de nuestra voluntad y de nuestro corazón a Dios nos facilita superar todas las contrariedades, todos los vendavales, todas las dificultades que se presentan en nuestro caminar. Nuestra Señora de la Candelaria es para nosotros, sobre todo, Madre cariñosa que nunca nos olvida.
3. Les invito, ahora, hermanos y hermanas a contemplar a Nuestra Madre desde una triple perspectiva:
3.1 Nuestra Señora de la Candelaria, Madre del Señor Jesús y Madre nuestra;
3.2 Nuestra Señora de la Candelaria, Madre Santísima que ha manifestado los cuidados maternos por todos nosotros sus hijos;
3.3 Nuestra Señora de la Candelaria, Madre Santísima que nos ayuda ser coherentes con la fe que profesamos y a dar testimonio de la serenidad, de la paz y del amor que nos legó el Señor Jesús.
3.1 Nuestra Señora de la Candelaria, Madre del Señor Jesús y Madre nuestra.
Es Madre de Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, porque le concibió por obra y gracia del Espíritu Santo; porque le dio a luz en el pesebre de Belén; y porque le acompañó con su cariño de madre hasta el calvario.
La Virgen es nuestra Madre Santísima. El Evangelista San Juan narra de este modo las últimas palabras de Jesús, que podemos denominar como su testamento, “el testamento de la Cruz”: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego dice al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” . Nuestra Señora no tiene más hijos. Jesús entrega su Madre Santísima al discípulo predilecto y, en la persona de él, a cada uno de nosotros, a la humanidad entera.
3.2 Nuestra Señora de la Candelaria, nuestra Madre Santísima ha manifestado cuidados maternos por todos nosotros sus hijos.
Nuestra Señora ha manifestado, desde las Bodas de Caná, su solicitud materna. Y sigue demostrando sus cuidados de madre previsora por todos sus hijos.
En Caná de Galilea tuvo lugar la celebración de un matrimonio. Entre los invitados se encontraban Nuestro Señor Jesucristo y su Madre Santísima. Quizás los invitados habían aumentado en el último momento. Nuestra Señora se dio cuenta de que el vino estaba a punto de terminarse. Entonces, avisó a Jesús con estas sencillas y sugestivas palabras: “Hijo, no tienen vino”. Después recomendó a los sirvientes: “Haced todo lo que Él os diga”. El primer milagro de Jesús se realizó por intercesión de la Virgen, Madre de Jesucristo y Madre nuestra.
Cuando visitamos los santuarios marianos nos quedamos, a menudo, impresionados por los innumerables exvotos que recuerdan los favores o las gracias que los hombres siguen recibiendo por intercesión de Nuestra Señora, Nuestra Madre del Cielo. Todas las enfermedades – físicas, psíquicas y espirituales – encuentran ayuda en su corazón materno.
Notamos también que muchos peregrinos viajan a pie o usan distintos medios de transporte, rezando el Rosario, para implorar favores o para agradecer los beneficios recibidos. Son paralíticos que empiezan a caminar, enfermos que se sienten curados; son parejas que se unen para formar definitivamente un hogar feliz; son chicos y chicas que deciden dejar los caminos tortuosos que recorrían, a veces víctimas de la droga, del alcoholismo, de la prostitución; son jóvenes que buscan y encuentran un camino en la vida, que deciden entregarse completamente al Señor.
Esta maternidad de Nuestra Señora perdura siempre. Desde la Asunción al Cielo, continúa con su misión salvadora, obteniendo gracias para todos cuantos a Ella se encomiendan .
3.3 Nuestra Señora de la Candelaria, nuestra Madre Santísima, nos ayuda ser coherentes con la fe que profesamos y a dar testimonio de la serenidad, de la paz y del amor que nos legó el Señor Jesús.
Nuestra Señora ha encontrado múltiples modos de expresión para estar presente a lo largo de la historia de la humanidad. Candelaria aquí en Tenerife y centros como Guadalupe, Lourdes y Fátima nos muestran una específica “geografía” de la fe y de la piedad mariana.
Y siempre la Santísima Virgen ha querido reclamar la atención de sus hijos sobre los más altos valores espirituales.
Nos ha recordado la existencia de Dios, no de un Dios distante, abstracto, sino de un Dios personal, con el que podemos y debemos mantener relaciones personales y filiales.
Nos ha explicado que en la Eucaristía está el verdadero cuerpo, sangre y alma de Nuestro Señor Jesucristo, tan real y perfecto como está en el Cielo.
Nos ha hablado de la necesidad de prepararse adecuadamente para recibir a Jesús en nuestras almas.
Nos ha recordado la existencia del infierno y del purgatorio.
Ha evocado la devoción a los ángeles.
Nos ha mostrado la importancia del Papa y su misión como Vicario de Cristo en la tierra.
Y, sobre todo, nos ha invitado a rezar, a rezar mucho, a rezar el Rosario por nuestra salvación y la del mundo entero.
Queridos amigos,
¿Qué pedimos hoy a Nuestra Señora de la Candelaria?
¿Qué le prometemos aquí a Nuestra Señora de la Candelaria?
Digámosle:
– que queremos ser mejores;
– que nos ayude a ver y a tratar a Dios como nuestro Padre bueno y misericordioso;
Prometámosle:
– que vamos a rezar más;
– que vamos a rezar en familia;
– que vamos a rezar por el bien de nuestras familias y por las de todo el mundo y por las intenciones de la humanidad.
De su mano, caminaremos por el sendero que conduce a la verdadera felicidad, reflejando en nuestro hogar, en nuestro trabajo y en la sociedad la serenidad, la paz y el amor.
Digámosle hoy a Nuestra Señora de la Candelaria:
Madre, enséñanos
“Qué es el amor y
Dónde tiene su origen,
Su fuerza siempre nueva (…)
Muéstranos a Jesús.
Guíanos hacia Él.
Enséñanos a conocerlo y amarlo,
Para que también nosotros
Podamos llegar a ser capaces
De un verdadero amor
Y ser fuentes de agua viva
En medio de un mundo sediento” .
Que así sea y el Señor les bendiga hoy y siempre por intercesión de Nuestra Señora de la Candelaria.
Mons. Manuel Monteiro de Castro
Arzobispo Titular de Benevento
Nuncio Apostólico
Tenerife, 1 de febrero de 2009