En la contribución anterior comentábamos que, en el Evangelio de Lucas (LC, 2,1), el único que relata los hechos en conjunto que rememoramos en nuestros belenes familiares, encontramos el texto “En aquellos días salió un decreto del Emperador Augusto ordenado hacer un censo” y ello explica el viaje de José y María, encinta de Jesús, a Belén. De acuerdo con José Luís Martín Descalzo, en su libro Vida y misterio de Jesús de Nazaret I Los comienzos, el paisaje que José y María vieron cuando en la tarde llegaron a Belén era el de un pequeño poblado de no más de doscientas casas apiñadas sobre un cerro de rocas calcáreas y bancales de olivos, higueras y vides, junto con espacios de pastos para alimento de ganado.
Lucas nos dice en su Evangelio: “Y mientras estaban allí (Belén) le llegó el tiempo del parto y dio luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no tenían sitio en la posada”. La idea de que no tenían sitio en la posada nos deba hacer pensar. La revista católica Alfa & Omega (nª1240, 15-22 de diciembre de 2021) muestra un titular en portada que dice “El Señor nace en una casa prestada”. Y relaciona este hecho con lo que viven muchas personas de La Palma, vivir en un pueblo ajeno y en un hogar más pobre. De nuevo podemos pensar en la Navidad que van a pasar muchos migrantes no solo alejados de su hogar, sino sin hogar, en absoluta indigencia. Nos evoca la respuesta de la Unión Europea ante una crisis migratoria de la que los migrantes son inocentes, y decimos no hay sitio para vosotros. El Papa Francisco invita a hacer un compromiso concreto para la Navidad, mirando la Estrella que significa María, adquirir fuerzas para rechazar las tentaciones de la violencia o del beneficio inmediato, reiterando la necesidad de la fraternidad.
José, en la noche de Belén, no encontró un sitio adecuado para una mujer que está a punto de dar a luz en los patios compartidos por personas y animales. A José no le importaba la pobreza pero con seguridad sí la salubridad. En su libro Los caminos de Jesús, de Remigio Vilariño S.J., dice que como no había sitio en la posada del pueblo, un sitio libre para pernoctar, José y María se fueron a una de las grutas naturales que allí había.
En el libro Jesús de Nazaret, de Benedicto XVI, en el capítulo Infancia de Jesús se relata el hecho del nacimiento, y se plantea si era un establo el lugar del alumbramiento o una cueva. Lucas nos dice que “María puso al Niño en un pesebre”, esto nos llevaría a la idea de un establo pero, como dice Benedicto XVI, en la región en torno a Belén se utilizan las cuevas, abundantes en la zona, como establos. Nos recuerda el Papa Emérito que San Agustín interpreta el pesebre en sentido de lugar de alimento de animales, y yace en el pesebre de Belén el verdadero alimento del cielo, el alimento que da la vida eterna. Nos dice también Benedicto XVI que: ” En la pobreza del nacimiento de Jesús se perfila la gran realidad en la que se cumple de manera misteriosa la redención de los hombres”. Ya comentábamos en el post de la semana pasada el origen del buey y el asno registrado ampliamente en la iconografía de los belenes. Ambos animales acompañaron a la Sagrada Familia en su viaje de Nazaret a Belén, y estuvieron con ellos en la gruta del Nacimiento contribuyendo a conseguir un espacio con más calor en una noche con seguridad muy fría. En nuestros belenes familiares no faltan los pastores junto al pesebre, nos recuerda Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret que Lucas en su Evangelio relata: «En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. En el entorno de Belén, el ecosistema dominante era una especie de dehesa o quizás una estepa con pastos, una extensión abandonada e inculta que se aprovecha para alimento de ganado, y allí estaban los pastores, e acuerdo con el libro Vida de Jesucristo de Giuseppe Bicciotti.
Y un ángel del Señor se presentó a los pastores en la noche esteparia y la gloria del Señor los envolvió de claridad». Nos recuerda Martín Descalzo, que el Evangelio de Lucas se dice: “Y estando allí, se cumplieron los días del parto”. Hace pensar que ya estaban en Belén y el sagrado alumbramiento no ocurrió la noche de su llegada, lo que si parece claro es que tuvieron que recurría a una cueva de las muchas que había en las laderas calcáreas de Belén, nuestro querido portal de Belén, uno de los recuerdos queridos de la infancia que recuperamos cada Navidad en familia. Jesús nació de noche, apoya la idea Remigio Vilariño en su libro Vida de Nuestro Señor Jesucristo en el relato evangélico que manifiesta que el ángel que anunció a los pastores el Nacimiento de Jesús apareció de noche cando acababa de nacer.
En el silencio de la noche, José encendió un fuego fuera de la gruta para dar calor y pode preparar alimento. En la lejanía se varía un punto de luz en una oscura ladera, una luz que atrajo a los pastores, avisados del milagro que estaba ocurriendo en aquella tierra. ¿Qué pensaron y sintieron en su corazón los pastores ante la visión de un niño nacido en una cueva, con sus padres, y dos animales? ¿Qué significó para sus vidas? Quizás fue una fuerza transformadora que cambió sus vidas. Cuando nosotros miramos nuestros belenes, en el hogar o en las iglesias, o en instituciones, preciosos belenes, ¿Qué sentimos? ¿Significa una fuerza transformadora para nuestra vida? ¿Seremos mejores tras el tiempo de Navidad? San Lucas dedica mucho texto a los pastores: “Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso y de noche se turnaban velando por su rebaño”. A Jesús, en la noche de Belén, lo visitaron unos pastores, que vieron a María, a José y al Niño, nos indica San Lucas en su Evangelio. Y tras la visita se fueron, no sabemos cuánto tiempo acompañaron a la Sagrada Familia, pero, de acuerdo con Martín Descalzo, se fueron con la sensación de que tenían que contar lo que habían visto, “una alegría para todo el pueblo”. Habían sido elegidos “más para contarlo que para vivirlo”. Más tarde en los Evangelios, al final de la infancia de Jesús, se dice que “María guarda estas cosas en su corazón”. Con seguridad María tuvo vivencia esa noche que guardó en su corazón, y seguro que la visita de los pastores fue una de ellas. En nuestros portales familiares, los pastores ocupan un lugar importante rodeando a Jesús recién nacido. Y los pastores no eran las personas más relevantes de Belén. Un ángel iluminó el camino de los pastores hacia Jesús. Quizás sintieron miedo al verlo, pero nos recuerda L- CL. Fillion, en su libro Vida de Nuestro Señor Jesucristo, que las primeras palabras del ángel fueron “No temáis”, y a continuación “He aquí que os traigo una buena nueva que será causa de grande alegría para todo el pueblo”. Quizás algunos se ríen de que se tenga contacto con los ángeles, hemos olvidado su papel. Tenemos que ser conscientes de la idea de la importancia que tiene, como buena nueva, como mensaje de esperanza, el nacimiento de Jesús cada año, una nueva oportunidad para transformar el mundo que bien lo necesita como decía Bertolt Brecht. Dice el Cardenal Gomá, en su libro El Evangelio explicado, que los pastores sintieron en su alma, tras la visita a Jesús, una santa ansia de conocer la verdad. Nuestra visita a Jesús en nuestros belenes familiares deber hacernos sentir algo parecido y quizás debamos transmitirlo a nuestros hijos., compartamos con ellos esta vivencia.