El próximo 7 de octubre celebraremos la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. En este año 2023, a la reivindicación por el trabajo decente se une la reivindicación por un trabajo saludable, porque, ciertamente, sin un trabajo saludable no puede haber trabajo decente. Cabe recordar que el Día Internacional de la Seguridad y la Salud en el Trabajo se celebra cada 28 de abril para crear conciencia sobre la importancia de promover un entorno laboral seguro y saludable para todos los trabajadores. La seguridad y la salud en el trabajo son esenciales para el bienestar y la dignidad de las personas. Cuando la actividad laboral se desarrolla en un entorno expuesto a riesgos, la salud y la vida están en peligro.
En junio de 2022, la Conferencia Internacional del Trabajo decidió incluir “un entorno de trabajo seguro y saludable” en el marco de sus principios y derechos fundamentales en el trabajo. Un entorno laboral seguro y saludable es un principio y un derecho fundamental, y por eso hay que seguir avanzando en este camino hasta conseguir que se hagan realidad los entornos de trabajo seguros y saludables en todos los lugares de trabajo. Para lograr este objetivo se requiere la participación activa de los Gobiernos, los empresarios y los trabajadores mediante un sistema de derechos, responsabilidades y deberes bien definidos, así como mediante el diálogo social y la cooperación.
El pasado 30 de marzo mantuve un encuentro con representantes de los sindicatos a nivel provincial para hablar de la siniestralidad laboral; vinieron acompañados por una persona que había perdido a su hijo en un accidente de trabajo por falta de la seguridad necesaria. Su relato fue estremecedor. El trabajo decente y saludable es un derecho humano fundamental que se basa en el respeto a la dignidad de la persona humana, y no se puede seguir admitiendo que centenares de personas mueran todos los años en sus puestos de trabajo, ni que su salud se vea afectada de forma física y psicológica. El trabajo decente implica condiciones de trabajo justas y adecuadas, salarios justos, igualdad de oportunidades, seguridad y salud en el trabajo, así como la protección social. Además, no se debe olvidar que el trabajo decente y saludable no solo beneficia a los trabajadores, sino que también contribuye a un mayor rendimiento y a un mayor desarrollo económico y social.
Por eso hemos de apoyar y reivindicar los entornos laborales seguros y saludables en todos los ámbitos del mundo del trabajo. Es una tarea de todos: gobierno, empresas y trabajadores. Entre todos se debe llegar a adoptar las medidas necesarias para prevenir riesgos en el lugar de trabajo, también de proporcionar equipos de protección personal y, por último, se debe ofrecer formación y capacitación sobre la seguridad y la salud, y de esta forma conseguir que los números de fallecidos y accidentados vayan disminuyendo; ojalá se alcance la cifra cero. También debemos ser conscientes de la relación entre la precariedad laboral y efectos negativos en la salud mental en la población trabajadora, especialmente entre las clases y grupos sociales más vulnerables: jóvenes, inmigrantes, mujeres, y trabajadores con niveles educativos más bajos.
Es preciso poner a la persona en el centro del trabajo, con sus derechos y deberes, con todo el respeto que merece. Son muy significativas y contundentes las afirmaciones del papa Francisco en la homilía de la Misa de Nochebuena de 2021: “Esta noche, Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo. En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo”.
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla