Ayer fallecía el diácono permanente Fernando Molina de Porras a los 94 años de edad.
Nacido en Granada, en 1929, fue ordenado como diácono permanente en la Archidiócesis hispalense a los 60 años, donde dedicó la mayoría de sus años de servicio en la Parroquia de la Concepción Inmaculada de Sevilla.
En palabras del párroco, Ángel Manuel Sánchez, Fernando Molina era “un hombre de Dios, que puso su vida por completo al servicio de la Iglesia y de su familia”. Recuerda que tuvo una familia numerosa y se destacó como “esposo fiel y solícito”. En relación a sus hijos, señala que fue “un padre amoroso y responsable, que educó a sus hijos cristiana y humanamente”. Finalmente, en cuanto su labor apostólica, Sánchez ha definido al diácono permanente como un “gran trabajador; servidor fiel de la Iglesia; hombre ejemplar y santo”.
Desde la Delegación diocesana del Clero y el Diaconado permanente han pedido oraciones por el eterno descanso de su alma, y han informado que será velado durante el día de hoy en el tanatorio SE-30, en la sala 14.
Las exequias se celebrarán mañana, sábado 18, a las nueve y media de la mañana, en la Parroquia de la Concepción Inmaculada.