El próximo viernes, 16 de abril, el Seminario Menor celebra una Vigilia de Oración con motivo de su décimo aniversario. Para conocer un poco mejor esta institución diocesana entrevistamos a uno de los seminaristas menores que actualmente viven en ella, Juan Manuel Luque.
Con apenas 15 años Juan Manuel parece tener las cosas muy claras: quiere ser sacerdote. Y no desde hace poco, no como un capricho o una inquietud novedosa que haya llegado de repente a su vida, sino como una vocación de la que es consciente desde los seis años.
Cuenta que desde pequeño “siempre he estado en la iglesia, he sido muy cofrade, y fue desde ahí desde donde el Señor empezó a llamarme. Recuerdo el momento de la Consagración en una Eucaristía, durante la función del patrón de mi pueblo, el Cristo de Santiago. En ese momento sentí un ‘flechazo’ y mi vida cambió para siempre”. Insiste en que entonces se le pasó por la cabeza que quería ser como el sacerdote que estaba consagrando, “aunque al principio lo veía como un juego”, pero la idea fue madurando con el tiempo.
Su familia supo desde entonces su intención de ser sacerdote porque “cuando me preguntaba qué quería ser de mayor, yo ya lo respondía”. Así que comenzó a ser monaguillo en su parroquia de Utrera y a participar en encuentros de monaguillos del Seminario Menor. “Cada vez me fui implicando más, hasta que comencé a venir al Preseminario” en el que estuvo dos cursos.
Ya como preseminarista, después de un retiro de Pascua, declaró a su familia que quería ingresar en el Seminario Menor: “Se lo tomaron bastante bien y desde entonces me han apoyado mucho”.
“El Señor tiene la ‘mala costumbre’ de responder siempre”
Este es el segundo año que Juan Manuel vive en el Seminario Menor, una casa de formación y vida de la que destaca la convivencia con el resto de seminaristas. Al respecto, opina, que “uno siempre piensa cuando está en su pueblo y tiene la intención de entrar en el Seminario que su caso es único, o al menos poco frecuente. Pero uno llega al Seminario y se da cuenta de que somos muchos, aquí en Sevilla más de 40”. Y aunque reconoce que en ocasiones se pelea con sus compañeros, “nos queremos como hermanos”. En ellos encuentra un gran apoyo, al igual que en su familia y amigos que, pese a ser adolescentes como él, respetan su decisión de ser sacerdote.
Una elección de vida poco habitual en nuestros días que, según este joven seminarista, se cultiva con “oración, formación y dirección espiritual”. Para él, también es importante “compartir tu vocación con otras personas, tanto sacerdotes como compañeros”. Así como la devoción a la Virgen María: “Yo he mamado desde pequeño la devoción a la Virgen, y ha sido una compañía que en los altibajos de mi vida siempre ha estado presente”.
Con estos consejos concluye el utrerano, y con la certeza de que “el Señor tiene la ‘mala costumbre’ de contestar siempre. A su modo, pero responde”, por eso invita a otros jóvenes como él a preguntarle al Señor qué camino escoger, que le pidan que les ayude a descubrir a qué están llamados, porque “Dios no llama a los superhéroes, a los más guapos o los más inteligentes…sino a aquellos que Él estima oportuno.”