El pasado sábado 12 de junio tomó posesión el nuevo Arzobispo de Sevilla, don José Ángel Saiz Meneses, quien ocupa el número 130 en el orden del episcopologio de la sede hispalense. Con este motivo nos detenemos hoy en la sede episcopal que preside la Sala Capitular de la Catedral.
A la Sala Capitular de la Catedral de Sevilla, uno de los espacios más importantes e innovadores de la arquitectura renacentista europea, se accede a través de un pasillo curvo y oscuro que no hace sino preparar el efecto sorpresivo al que se ve sometido el espectador cuando se encuentra ante el grandioso espacio de planta elíptica de la Sala, en un recurso profundamente manierista, en el cual juega también un importante papel el diseño del pavimento.
La construcción de esta Sala destinada a las reuniones de los capitulares comenzó en agosto de 1558 dirigida por Hernán Ruiz II, finalizándose a finales de este siglo por Asensio de Maeda tras el fallecimiento de Hernán Ruiz en 1569. El complejo programa iconográfico, estudiado profusamente por Álvaro Recio, fue redactado por el canónigo Francisco Pacheco (1535- 1599), tío del pintor del mismo nombre, maestro y suegro de Velázquez, que se desarrolla a partir de escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento y de diferentes inscripciones. Así, presenta relieves de los escultores Diego de Velasco el Mozo, Juan Bautista Vázquez el Viejo y Marcos Cabrera, y pinturas de Pablo de Céspedes y de Bartolomé Esteban Murillo, a quien encarga el Cabildo en 1667 los retratos de los ocho santos sevillanos, cuya santidad y virtudes debían de servir de ejemplo a los miembros del Cabildo de la Catedral que en esta estancia habían de tomar decisiones y acuerdos importantes. Preside todo el conjunto la magnífica Inmaculada de Murillo cuyo marco es obra de Bernardo Simón de Pineda, que contiene la inscripción “INMACVLADA EN EL PRIM(ER)O INSTANTE DE SV SER”, bajo la cual, haciendo evidente y visible la protección y el amparo de la Virgen sobre el prelado, se encuentra el sillón arzobispal, así como el escaño del secretario.
La sede del Arzobispo data de 1592 y está tallada en madera de caoba, con partes en boj, ébano y cedro, con diseño de Asensio de Maeda y ejecutada por el carpintero Pablo Torres, siendo realizadas las labores escultóricas por Diego de Velasco, Francisco de Uceda y Andrés de Ocampo, mientras que las pinturas de las tarjas fueron ejecutadas por Juan de Saucedo.
Como indica el historiador Álvaro Dávila-Armero, en una reciente monografía sobre los escultores Andrés y Francisco de Ocampo, a Diego de Velasco corresponde la talla de las tres virtudes teologales, la Fe, la Esperanza y la Caridad, de las cuales, la primera, que coronaba el sillón, no se conserva en la actualidad, si bien es conocida gracias a una fotografía perteneciente a la Fototeca de la Universidad de Sevilla. Uceda por su parte, talló las dos tarjas, la del respaldo y la del frontón, en las cuales aparecen pintados respectivamente el escudo del Cabildo y una jarra de azucenas, símbolo de la pureza de la Virgen María. Por último, Andrés de Ocampo realizó las tornapuntas en forma de figura híbrida de serpientes con plumaje.
Ante el sillón arzobispal se sitúa el escaño del secretario, de igual cronología y autoría que éste, siendo obra de Andrés de Ocampo los relieves del respaldo. En el anverso figuran dos ángeles apoyados en una tarja ovoide mientras que en el reverso aparece otra pareja de ángeles que se alzan sobre águilas.
Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural