Seis nuevos sacerdotes para la Iglesia en Sevilla

Archidiócesis de Sevilla
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Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

Francisco Durán, Genaro Escudero, Alberto Jaime, Manuel Jiménez, Federico Jiménez de Cisneros y el italiano Samuele Sacchetti fueron ordenados sacerdotes la tarde del domingo 28 de junio, en el curso de una Eucaristía presidida por el Arzobispo de Sevilla en la Catedral. Seis nuevos presbíteros, seis jóvenes que entregan sus vidas al servicio de los demás, en nombre de la Iglesia y con un mismo referente: Jesucristo.

El Seminario ha sido su hogar durante seis años. En el caso de Samuele Sacchetti, miembro del Camino Neocatecumenal, su formación se ha fraguado en el Seminario Redemptoris Mater, una institución de reciente implantación en la Archidiócesis que comienza a dar frutos en Sevilla. Los rectores, formadores, directores espirituales y el resto de seminaristas han constituido la comunidad que ha acompañado a los futuros sacerdotes en este periodo de discernimiento. Aunque más que de una comunidad, ellos hablan de su «familia del Seminario». Genaro Escudero subraya que «vivir la fe allí te aporta una riqueza mayor que si la viviera fuera». Destaca que a todos los compañeros les une «una misma vocación, algo que todos valoramos como una riqueza grande. Estos años han sido –añade- un regalo del Señor». Alberto Jaime recuerda el día que ingresó, «pensando que conoces a Dios perfectamente» y relata la forma en la que «poco a poco él se va haciendo una parte imprescindible de tu vida». Todos coinciden en reconocer lo mucho que se crece en el Seminario, y Alberto va más allá, destaca que «esto sigue», prefiere considerar los seis años vividos como «parte de un camino que no para».

«No soy el mismo que entró hace seis años»

Manuel Jiménez revive esta etapa como algo fugaz, una experiencia vital que «ha pasado muy rápido». En los días previos a la ordenación ha tenido tiempo de valorar lo que ha supuesto su paso por el Seminario: «veo que no soy el mismo que entró hace seis años, mi relación con Dios ha madurado y creo que tengo un mayor conocimiento de mi mismo y de la Iglesia. Eso me da mucha paz y confianza de cara al futuro». Precisamente esto, la confianza en Dios de cara al reto que afrontarán a partir de ahora, es una constante del discurso de los nuevos sacerdotes. La ordenación ha significado el comienzo de una etapa definitiva, del resto de sus vidas, y Alberto encara el momento «ilusionado, a veces tranquilo a veces nervioso. No con miedo, pero si con respeto por el don tan grande que se nos ha dado». Francisco Durán espera que «la paz y la confianza» le acompañen. «Si algo descubres en estos años de formación es que el Señor lo va llevando todo», señala.

Cada tiempo tiene sus condicionantes y ninguno de los futuros sacerdotes considera que se hayan ordenado en un momento más o menos propicio para la Iglesia y la propagación del mensaje evangélico. Samuele Sacchetti analiza el mundo al que es destinado partiendo del análisis que hizo el Papa Benedicto XVI: «Él dijo que estamos pasando de un tiempo de racionalismo a un tiempo de relativismo, donde a la gente le da igual todo, tener o no tener fe». En este contexto se muestra convencido de la obligación que tenemos como cristianos «de hacer ver a este mundo que no todo da igual, que Cristo puede dar una palabra concreta a nuestra vida».

«Un día de encuentro grande con el Señor». Así es como los seis candidatos califican una cita que, más que el final de una etapa, significa el comienzo de una entrega total al Señor, un momento no exento de vértigo. Manuel lo explica volviendo la mirada a la etapa formativa, en la que «hemos estado muy cómodos, muy protegidos». Reconoce que a ratos sentía cierto respeto ante lo desconocido: «no sabía dónde iba a ir ni qué me iba a encontrar. Estoy descubriendo que la confianza que el Señor me da es mucho mayor, y que él va a seguir acompañándome siempre. Sé –resume- que no hay nada que temer».

Federico Jiménez de Cisneros no esconde la alegría por «pertenecer al Señor, por ser suyo». Sintetiza esta sensación con un lema: «mi vida estará por entero ligada a la suya». Son muchos los frutos que recoge tras su etapa como seminarista, entre ellos un mayor conocimiento de las Sagradas Escrituras. El relato de su paso por el Seminario se resume en «un afianzamiento de mi relación con el Señor», hasta el punto de ver a Jesús como «alguien necesario en mi vida, no como algo más entre muchas cosas».

Dias para el recuerdo y el agradecimiento

Estos son días también para el recuerdo agradecido a quienes han hecho posible que el domingo recibieran el orden del presbiterado de manos de Mons. Asenjo Pelegrina. La familia ocupa un primer nivel, seguido de los sacerdotes cuyo testimonio y acompañamiento propiciaron que la semilla de la vocación diera fruto. Alberto tiene un recuerdo especial para su madre –»que inconscientemente puso de su parte»- y su párroco, don Gregorio, «que con su ejemplo, alegría, disponibilidad y entrega, fue tocando el corazón». Francisco también tiene palabras de cariño para sus padres, en particular por su ejemplo y apoyo «para que luchara por alcanzar lo que realmente me hiciera feliz». Genaro Escudero se acuerda en estos momentos de muchas personas –»cada uno ha dejado una semilla de vocación en el corazón»- pero hace un aparte con sus catequistas claretianos de Primera Comunión y los hermanos franciscanos que lo acogieron. La parroquia del Claret también ocupa un lugar destacado en la memoria vocacional de Manuel Jiménez, que tampoco olvida a las comunidades de Lora, Marchena o San Sebastián de Sevilla, «que me han apoyado con su oración estos años». Y Samuele, por su parte, subraya el impulso que supuso en su día las palabras de Juan Pablo II -«no tengáis miedo a la llamada del señor»-. «Su actitud con los jóvenes despertó mi vocación», añade.

«Merece la pena darlo todo por Cristo»

Un punto de no retorno, con la conciencia de que «ya nada va a ser igual en mi vida». Este es el pensamiento que deja Genaro como corolario antes de terminar de repartir las invitaciones para la primera misa. En esta línea, Francisco hace de portavoz de sus compañeros y afirma que «la vida solo es una y merece la pena darlo todo por Cristo». Aunque no lo pretenden, más bien huyen de ello, estos seis jóvenes se convierten en un referente para el resto de seminaristas y los jóvenes que puedan estar planteándose su vocación. Alberto tiene palabras de ánimo para ellos, las mismas que alguien dejo caer antes en circunstancias parecidas y que ahora hace suyas: «A la persona que piense que con el sacerdocio se pierde cosas le diría que el Señor da el ciento por uno. Merece la pena dar la vida por Cristo».

Dos nuevos diáconos

La ceremonia del domingo en la Catedral se ordenaron dos nuevos diáconos: Luis Alonso Campos, perteneciente a la Comunidad Onuva; y Juan Manuel Sánchez, procedente del Seminario Redemptoris Mater. Es el anuncio, por tanto, de dos futuros sacerdotes.

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