Segunda sesión de las IV Jornadas Católicos y Vida Pública

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En la segunda sesión de las jornadas que se están celebrando en el campus CEU de Bormujos, a las que asiste el Arzobispo de Sevilla, el ex ministro Otero Novas afirma que «el cristiano tiene que exigir el derecho a manifestarse como tal».

El exministro de Presidencia y Educación en el Gobierno de Adolfo Suárez, José Manuel Otero Novas, ha abierto la segunda sesión de las IV Jornadas Católicos y Vida Pública y Encuentro Diocesano de Laicos que se celebra desde ayer en el salón de actos del campus universitario CEU de Bormujos (Sevilla). Otero Novas ha abordado en su ponencia la misión del cristiano en un mundo en constante cambio, partiendo del hecho de que “el cristianismo, contra las tendencias hoy dominantes, defiende la existencia de la verdad y la necesidad de buscarla, con todas sus dificultades. Se trata –afirmó- de una doctrina radical, sin medias tintas”.

El ponente ha llamado la atención sobre la corriente que atribuye al cristianismo “caracteres fundamentalistas”. “No puede confundirse una doctrina con las patologías de algunos de sus seguidores, ni con lo que sus seguidores piensan en común con el resto de las doctrinas y posiciones en determinados momentos de la historia de la cultura”, puntualizó. En este línea, señaló que el cristianismo “no es solo doctrina de fines, sino también de medios; y cualquier tipo de coacción es incompatible con la esencia del mensaje cristiano, con premio basado en el mérito, es decir, en el uso de la libertad individual”. Al respecto, recordó que el antifundamentalismo se basa en textos evangélicos “y por supuesto en doctrina de la Iglesia en todos los tiempos, últimamente en el Vaticano II y en documentos de Juan Pablo II y Benedicto XVI”.

Seguidamente, Otero Novas subrayó que el abandono de lo religioso lleva a nuestra sociedad a “ir dando bandazos de un extremo a otro. También en el eje teocracia-Estado invasor de las conciencias”.

Renunciar a todo tipo de coacción para predicar la doctrina cristiana
En relación al comportamiento del cristiano en la sociedad actual, el exministro afirmó que “sabe mejor que nadie que ha de respetar las legítimas leyes de la polis, aunque en muchos momentos haya violado los claros mandatos evangélicos al respecto”. “Pero también el cristiano ha de predicar su doctrina, renunciando a cualquier tipo de coacción posible, pero denunciando todo lo que violente la ley natural o divina y argumentando y tratando de convencer a otros de la verdad, belleza y utilidad de sus creencias”, afirmó.

Criticó la existencia de ciertas tendencias favorables al recorte de esa libertad desde estamentos públicos, y argumentó para ello el artículo 18 de la Declaración Universal de  Derechos del Hombre, según el cual “hay derecho básico a propagar las propias creencias, individual y colectivamente, en privado y en público”. En este punto lamentó que “los Estados de hoy parecen querer aplicar la tesis de que la religión debe relegarse a la esfera de lo privado, violando condiciones esenciales del ser humano”. El cristiano, en suma, tiene que exigir el derecho a manifestarse como tal, “por libertad e igualdad”.

El cristianismo como cultura
José Manuel Otero subrayó la naturaleza del cristianismo como cultura, amen de una religión. “La cultura cristiana –matizó- es un subproducto de lo religioso, cultura susceptible de ser compartida por creyentes y no creyentes”. Esa coincidencia de creyentes y no creyentes es, a su juicio, tradicional: “se proclamaba en tiempos antiguos, también actualmente, por pensadores católicos, pensadores no católicos pero próximos a lo cristiano, por pensadores ateos respetuosos con la religión. Incluso por pensadores ateos que pretenden borrar la idea religiosa del mundo, pero que confiesan que nuestra sociedad sigue siendo culturalmente cristiana y que los ateos responden a criterios cristianos”. “Esa coincidencia de amplísimas capas de población en la cultura cristiana, amen de facilitar la difusión del Evangelio, permite construir una doctrina válida y eficaz cara a lo puramente temporal. Y si ello es posible debe hacerse”.

El conferenciante destacó la importancia de lo que se denomina “humanismo cristiano”: “es necesario hoy, en la presente fase apolínea de la cultura, para salir del todo vale, de la igualación en la mediocridad, de la dictadura de lo zafio, de la superficialidad en el pensar, de la consideración del bienestar como objetivo supremo”. Y añadió que “será necesaria para la próxima fase cultural dionisíaca que se avecina, para cerrar el paso a pensamientos de corte nietzscheano, marxista y fascista que pugnarán por reaparecer, para defender la dignidad de las personas, la básica igualdad, el bien de la paz, la tolerancia, la bondad de las cosas corrientes”.

Concluyó su intervención señalando que “los cristianos deben articular grupos minoritarios, junto con no cristianos, para crear pensamiento y lazos que permitan encauzar las próximas tendencias hacia el bien, en vez de dejarlas ir como en la fase dionisíaca de la primera mitad del siglo XX”.

Mesa redonda sobre la misión del laico en sociedad
Tras la conferencia se celebró la segunda mesa redonda de las jornadas, bajo el lema genérico “El testimonio del laico en la vida pública”, que fue moderada por Álvaro Ybarra, director de ABC de Sevilla. Precisamente eso, el testimonio personal en los ámbitos familiar y profesional, fue el eje de los testimonios de los participantes en la mesa redonda: Manuel Enrique Figueroa, catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla; Isabel Cuenca, secretaria general de Justicia y Paz España; y el catedrático de Filosofía de la Hispalense, Francisco Contreras.

Manuel E. Figueroa expuso cómo lleva a cabo el apostolado desde su cometido como profesor universitario, e insistió en que “se hace necesario aprovechar cualquier momento y circunstancia para hacer presente a Dios”. Preguntado por la incidencia del crecimiento de la población en los recursos alimenticios y la ecología, el profesor Figueroa destacó la importancia de las familias numerosas, máxime cuando se guían por criterios de respeto a lo creado y a los demás. Rehusó decantarse por una u otra respuesta ante las desigualdades, si bien declaró que “conviene estar atento a las estructuras que propician las desigualdades a nivel mundial y que tanta pobreza generan”.

Isabel Cuenca, por su parte, relató la “naturalidad” con la que ha testimoniado su fe en el ámbito laboral, en su condición de profesora de instituto. Insistió en la necesidad de que el cristiano se convierta en “comunicador de esperanza”, huyendo de “planteamientos pesimistas”. “Tenemos que evangelizarnos a nosotros mismos, vivir la experiencia de Dios”, añadió. “Somos capaces de comunicar esperanza y la Iglesia –concluyó- puede ser el principal motor de esperanza para el mundo”.

La última intervención corrió a cargo de Francisco Contreras, quien recordó que el magisterio de la Iglesia insiste en “la alta responsabilidad de los laicos en la Iglesia y la sociedad”. Denunció el hecho de que se menoscabe en nuestra sociedad la esencia de la naturaleza humana, “llegándose a considerarla como un atentado a la libertad individual”, en el ejercicio de una mera concepción materialista de la vida, la sociedad y el hombre, hasta el punto en que “hoy día se cuestiona lo más esencial”. “Hoy más que nunca los cristianos somos sal de la tierra por existir contracorriente. Pero existir no es suficiente, y hay que dar razones de por qué somos así”, destacó. Contreras concluyó su intervención con una afirmación: “no podemos quedarnos en un rincón de la sociedad, conformándonos con que se nos permita seguir manteniendo una forma de vida”.

La mañana concluyó con la celebración de la Eucaristía que presidió el arzobispo, Mons. Juan José Asenjo Pelegrina.

Sesión final de las jornadas
La sesión de tarde contó con la ponencia del director de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull, Francesc Torralba, quien disertó sobre el tema “Conocer y vivir en la verdad nos hace libres”. A su término, última mesa redonda de las jornadas, con la participación de Lourdes Azorín, coordinadora del Itinerario de Formación Cristiana de la CEE; Carmen Azaustre, directora territorial de Andalucía Occidental y Extremadura de la Institución Teresiana; y Ana Solano, coordinadora del Movimiento Cultural Cristiano. Moderó el acto Joaquín López-Sáez, director regional de la COPE.

Clausuraron las jornadas Teodoro León, vicario general de la Archidiócesis de Sevilla; Manuel Orta, consiliario de la ACdP de Sevilla; Juan Carlos Hernández Buades y Enrique Belloso.

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