Salvador Diánez, vicario episcopal de Pastoral Social: “Siempre estaré donde la Iglesia me necesite”

Archidiócesis de Sevilla
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Salvador Diánez, vicario episcopal de Pastoral Social: “Siempre estaré donde la Iglesia me necesite”

Al cumplir un año al frente de la Archidiócesis hispalense, monseñor Saiz reorganizó la curia diocesana distinguiendo tres áreas, Clero, Vida Consagrada y Pastoral Social, con la categoría de vicaría episcopal. Al frente de la tercera designó al sacerdote Salvador Diánez (Sevilla, 1979). Es párroco de San Pío X, delegado episcopal de Cáritas y responsable diocesano de Migraciones, unas responsabilidades que encajan en el perfil de una vicaría que revela la preocupación del arzobispo por “responder de manera coordinada y desde el Evangelio a las realidades de pobreza que he detectado en este año de visitas a los barrios y zonas más deprimidas de la Archidiócesis”

Cuando fue designado reconoció que le llevaría tiempo organizar la estructura diocesana vinculada a esta nueva vicaría ¿Ya lo ha conseguido? 

Es un proceso largo, estamos en ello todavía. Sería utópico decir que en dos años hemos organizado perfectamente la vicaría de Pastoral Social. Vamos trabajando, conociendo sobre todo esa realidad tan rica de nuestra archidiócesis. Estoy convencido de que ninguno en la diócesis es consciente de la cantidad de trabajo pastoral desde el punto de vista caritativo y social que la Iglesia de Sevilla desarrolla.

¿Cuántas áreas comprende esta vicaría? 

Todas las áreas que tienen que ver en ese ejercicio caritativo. Por ejemplo, Cáritas, Pastoral Social, Obrera, Gitana… Eso todo el mundo entiende perfectamente. Pero además la Pastoral de la Salud. Muchos se sorprenden de que esta delegación esté dentro de la vicaría, pero, efectivamente, la pastoral de la salud no se centra solo en algo que es fundamental para nosotros, visitar a los enfermos y llevarles los sacramentos, sino que es mucho más amplio. Abarca o tiene como protagonista al enfermo, al anciano, también a familiares, personal sanitario, etc.

¿Existe ya una pauta de organización comunes a todos los delegados? 

En un principio no la había, pero estamos haciendo un trabajo importante en ese sentido. Es importantísimo que todas las delegaciones tengan un plan pastoral por escrito, adaptado al gran plan pastoral de la archidiócesis. Como bien decía el señor arzobispo, todos los planes pastorales se tienen que concretar en acciones que sean evaluables. Y eso es lo que se les ha pedido.

Sevilla lidera una clasificación lacerante, la de los barrios más pobres de España ¿Hay solución? 

Por supuesto. La solución empieza por la presencia. La Iglesia tiene que estar, como siempre ha estado, presente en los barrios más pobres. Además, es imprescindible no solamente estar, sino hacer un estudio de la realidad para dar respuestas a los problemas que se presentan. En estos barrios existe una pobreza humana tremenda, no solamente la pobreza económica. Todos estamos muy concienciados y sabemos cómo acompañar ahí. La pobreza humana es mucho más profunda, por eso nosotros hemos de hacer en este tipo de barrios, y en todos, pero especialmente en este tipo de barrios, con tantos colectivos vulnerables, un análisis de la realidad desde la esperanza cristiana, que no es una actitud pasiva sino activa, que hace que conozcamos la realidad en la que nosotros nos movemos, vivimos y existimos. Y desde ahí, conociendo los problemas principales de esa realidad, con los ojos fijos en el Evangelio y en el centro de nuestra vida, Jesucristo, tratar no solamente de acompañar, sino de proponer.

Su parroquia, la de San Pío X, va a recibir dentro de unos meses a la Esperanza de Triana, en una misión parecida a la que realizó el Gran Poder en Tres Barrios. Al menos servirá para que los sevillanos sepan que hay otra parte de la ciudad que lo pasa muy mal.

Así es. Yo creo que la misión es una oportunidad. Una oportunidad en muchos aspectos y muchos ámbitos. Primero es una oportunidad pastoral. No se nos puede olvidar que la misión de la Esperanza de Triana es pastoral. El que piense que esta misión pastoral y de evangelización va a solucionar los problemas del Polígono Sur está equivocado. Es poner en valor la evangelización, y eso, indiscutiblemente, implica que mostremos no solo las dificultades del barrio, sino también lo positivo, que es mucho.

Este es un buen momento para destacar los aspectos positivos de su parroquia.

Pues el compromiso creyente y cristiano de la comunidad, la integración en esos barrios de tantísimas personas migrantes que están dinamizando las parroquias, que no se nos olvide. Por eso, las parroquias tienen que ser espacios de encuentro, de celebración y sobre todo de acogida, para que los migrantes que llegan a nuestras parroquias se encuentren como en casa y puedan tener espacios celebrativos propios de su religiosidad.

¿No le parece que la Iglesia clama el desierto? Un desierto social donde se echa a un lado lo que molesta, algo muy propio de ciudades un tanto narcisistas.

No podemos olvidar que en Sevilla, desafortunadamente, hay muchísimos trasteros. No solamente está el Polígono Sur o Tres Barrios, sino también zonas del Polígono Norte, El Vacie, partes de San Jerónimo… Hay muchísimos trasteros. No es que clame en el desierto… La Iglesia, como voz profética, también tiene que decir a las administraciones que este tipo de barrios no pueden continuar así. Nosotros trabajamos desde el punto de vista pastoral de la evangelización, trabajamos el aspecto social de la evangelización. Pero no tenemos medios, no podemos solucionar los problemas intrínsecos tan importantes existentes en este tipo de barrios, pero sí hacemos una labor fundamental de presencia, de acompañamiento, de transmisión de la esperanza. Otro mundo es posible, se puede salir de esa situación de vulnerabilidad. Y, cómo no, la Iglesia intenta hacer una labor de coordinación con los servicios sociales y, en este caso, con el Comisionado del Polígono Sur.

Terminamos esta entrevista conociendo un poco mejor a este sacerdote ¿Se reconoce hoy en el cura que imaginaba antes de ordenarse?

Nunca me planteé qué tipo de cura sería. He tenido muy claro que siempre estaré donde la Iglesia me necesite, y así se lo he transmitido a los distintos arzobispos. Siempre les he expuesto que nunca sería un problema para la diócesis. Donde me manden y lo que me pidan. Allí estaré.

En San Pío X ahora…

Y con muchísima ilusión. Es verdad que siempre he estado trabajando, desde muy joven, en este tipo de barrios, con colectivos vulnerables, en exclusión. Por tanto, para mí es un sueño poder estar en una parroquia como San Pío X.

¿Qué diría su tío, don Francisco Navarro, si observara en qué anda metido su sobrino?

Él era una persona seria, pero después tenía mucho sentido del humor. Indiscutiblemente, estaría orgulloso. Él repetía una palabra que hemos usado mucho en mi familia: el choteo… Yo creo que se chotearía. Fue una persona súper trabajadora, un referente para mí en todos los aspectos. Y otra cosa que me gusta destacar de él es que a pesar del trabajo que siempre desarrolló, jamás lo escuché quejarse. Para mí eso es importante. Cuando estoy cansado y pienso que no tengo tiempo, automáticamente me viene lo que me decía mi tío. La gente dice que no tiene tiempo, como todo el mundo, 24 horas, cuestión de organización.

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