Celebramos este año el 125 aniversario de la consagración de la Archidiócesis de Sevilla al Sagrado Corazón de Jesús, que tuvo lugar en 1898 por iniciativa del entonces cardenal de Sevilla, el beato Marcelo Spínola. Con motivo de esta efemérides, el próximo 18 de junio se celebrará una Eucaristía en la catedral para la que será trasladada la imagen de la parroquia de la Inmaculada Concepción del barrio de Nervión.
El Corazón de Jesús es un concepto teológico muy hermoso, profundo y devoto que hunde sus raíces en la Sagrada Escritura, pero que iconográficamente hablando la mayoría de las representaciones de este misterio cristológico han resultado fallidas, mostrando una imagen de Cristo dulcificada, que surge durante la segunda mitad del siglo XVIII en Francia. Precisamente la imagen que hoy presentamos, la que se venera en la parroquia de la Concepción Inmaculada de Sevilla, es uno de los mejores y más logrados iconos del Corazón de Cristo.
Es obra del escultor e imaginero umbreteño Antonio Illanes (1901-1976), cuya firma aparece en la peana, quien, alejándose de las mediocres representaciones del Sagrado Corazón de Jesús, acerca esta iconografía a la rica tradición de la escultura de la escuela sevillana, reconocible sobre todo en la calidad del modelado, de la policromía y del estofado, la unción del rostro y la belleza de todo el conjunto.
Encargado por la hermandad un año antes, la imagen fue bendecida el 4 de junio de 1944 por el arzobispo emérito de Lima, monseñor Emilio Juan Francisco Lissón y Chávez.
Illanes representa al Sagrado Corazón como una imagen de Cristo itinerante, acercándose a los fieles con sus brazos abiertos en actitud de acogida a todo aquel que lo contempla, como diciéndole: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11, 28).
A la vez esta apertura de los brazos, unida al adelanto de la pierna izquierda con respecto a la derecha, dotan al conjunto de un movimiento contenido y elegante, reforzado por la leve inclinación hacia el lado derecho de su cabeza. Viste una túnica dorada que se abre a la altura del pecho dejando así ver su corazón llameante, que aparece rodeado de la corona de espinas, como describió santa Margarita María de Alacoque, quien a partir de 1673 comienza a tener visiones en las que Jesús le pide que propague la devoción a su Sagrado Corazón, el cual se le muestra “radiante como el sol, con la adorable herida, rodeado de espinas y coronado por una cruz y apoyado sobre un trono de espinas“.
Es en el rostro donde Antonio Illanes consigue la excelencia de esta imagen, consiguiendo superar los esquemas de las imágenes de esta advocación realizadas en serie al mostrar un semblante lleno de unción, que combina fuerza y dulzura.¡