Presentación de la Virgen de las Aguas a San Fernando

Archidiócesis de Sevilla
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Iglesia Colegial del Divino Salvador (Sevilla)

Celebramos en este año de 2021 el 350 aniversario de la canonización de San Fernando, que tuvo lugar en 1671. Con motivo de esta efeméride nos detenemos ante este relieve que forma parte del monumental retablo de la Virgen de las Aguas de la Colegial del Salvador, en Sevilla.

El retablo de la Virgen de las Aguas fue contratado en 1726 al carmonense José Maestre, quien termina la talla en 1731, si bien no se finalizó completamente hasta 1757 con el dorado a cargo de Francisco Lagraña a partir de 1753, y se corona con este relieve que representa la invención de esta venerada e histórica imagen ante el rey Fernando III el Santo en el campamento de los sitiadores cristianos de Ixbiliya en 1248, con una iconografía que deriva directamente de las representaciones de la aparición de la Virgen de los Reyes al Santo Rey para animarle ante la reconquista de la ciudad y que podría representar la leyenda que explica la advocación de la Virgen, asegurando que durante el cerco cristiano una gran sequía asolaba la ciudad, haciendo peligrar las cosechas y el ganado. San Fernando imploró la mediación de la Virgen, que se le apareció para asegurarle el fin de la sequía, por lo que el rey mandaría hacer esta imagen.

Sin embargo, la presencia de un personaje con un martillo en la mano parece hacer alusión a otra leyenda que narra cómo el rey tuvo en sueños una aparición de la Virgen María con el Niño, por lo que mandó a unos escultores que modelasen una imagen lo más parecida posible a la que había contemplado en su visión, los cuales le presentaron dos para que el monarca eligiera. Finalmente escogió la Virgen de los Reyes, pero la otra era de tal belleza y perfección que tuvo que exclamar: “estoy entre dos aguas”, lo que explicaría ingenuamente el origen de esta advocación mariana, a la vez que le confería el mismo valor histórico, artístico y devocional que poseía la Virgen de los Reyes. Igualmente, el hecho de que la imagen mariana aparezca en el relieve sobre una peana cuadrangular a modo de altar reforzaría la hipótesis de que representa el momento de la presentación de la imagen al rey y no una aparición de la Virgen, en cuyo caso ésta se mostraría sobre nubes.

La composición del relieve presenta la imagen de la Virgen en el centro, vestida a la usanza barroca y de cuya cabeza sale una luz dorada, sosteniendo entre sus manos al Niño Jesús, quien porta en su mano izquierda la bola del mundo, símbolo del Salvador, mientras que con su derecha parece bendecir a los presentes. A su izquierda, San Fernando dirige su mirada hacia la celestial Señora, abriendo sus brazos en señal de asombro y devoción. El santo conquistador se representa ataviado como un personaje del siglo XVII, época de su canonización, en lugar de como un rey del siglo XIII, con armadura y cubierto con manto de armiño.

Tras él, diversos personajes entre los que se distingue un fraile se encuentran bajo una tienda de campaña adornada con flores, que sitúa la escena en el campamento de los cristianos. A la derecha de la imagen mariana aparecen otros cuatro personajes, algunos de los cuales podrían tratarse de los escultores de la leyenda, tal y como nos sugiere el más situado al extremo, un joven aprendiz que como ya hemos señalado, porta un martillo. El fondo de la composición lo ocupa una idealizada vista de la ciudad almohade, en la que distinguimos la muralla y la representación de lo que pretende ser la mezquita mayor con su alminar que, sin embargo, evoca más a la torre renacentista.

La Iglesia Colegial del Salvador está erigida en el solar que ocupó la mezquita de Ibn Adabbás, la cual fue cristianizada y consagrada a Cristo Salvador del mundo, al igual que sucedió con la Mezquita mayor que fue consagrada como Catedral dedicándose a Santa María. Y de la misma manera que en la mezquita convertida en Catedral fue entronizada la Virgen de los Reyes, en el Salvador también se cumpliría esta tradición fernandina de colocar imágenes marianas en las mezquitas cristianizadas, entronizando la escultura de la Virgen de las Aguas.

Diego Pérez de Baños, quien junto con su hermano José costeó el retablo, al describirlo escribía: “en el último cuerpo una historia de medio relieve de Nuestra Señora que autoriza su tradición, antigüedad y colocación en dicha Colegial por el Sr. Rey Fernando”, palabras que intentan justificar la importancia histórica y devocional de esta hermosa imagen.

Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural

Fotografía: Daniel Salvador

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