‘Perdona nuestras ofensas, concédenos la paz’ (Tribuna en ABC de Sevilla. 31-12-2024)

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‘Perdona nuestras ofensas, concédenos la paz’ (Tribuna en ABC de Sevilla. 31-12-2024)

La reciente película El Jurado n. 2 (2024) de Clint Eastwood presenta un intenso drama moral sobre la responsabilidad, la búsqueda de la verdad y el peso de las decisiones personales, temas que se entrecruzan con el profundo sentido cristiano del Año Nuevo, que mañana inauguramos. La Iglesia, en el primer día del año, conmemora a Santa María, Madre de Dios, como modelo de fe y entrega, al tiempo que invita a toda la humanidad a buscar la paz y la reconciliación, radicada en la gracia de la bendición divina. En la película, el protagonista, Justin Kemp, un hombre de familia, es llamado como miembro del jurado, en el que pronto comienza a considerar la posibilidad de estar implicado en el crimen que está juzgando. El desarrollo de la trama lo irá forzando a cuestionar su conciencia y tomar decisiones que podrían cambiar su vida y marcar el futuro de su joven familia y del acusado sobre quien el jurado tiene que pronunciarse. Este dilema resuena en la llamada cristiana al concluir un año e iniciar el nuevo: meditar nuestro pasado, asumir nuestras responsabilidades, pero, sobre todo, abrirnos a la gracia del perdón, tanto hacia nosotros mismos, como hacia los demás, conscientes de que la paz que pedimos para nuestro corazón y para el mundo ha sido traída al mundo por el Hijo Dios, en quien se sella la reconciliación de lo humano y lo divino. El año 2025, será un año jubilar en el que celebrar, de un modo particular, la gracia del perdón de los pecados, de la reconciliación y de la conversión. Este año nuevo se presenta como una oportunidad de verdadera renovación espiritual en la Iglesia católica, marcado por el Jubileo Universal convocado por el Papa Francisco. Este acontecimiento especial, que se celebra cada veinticinco años, permite la meditación sobre la misericordia divina y el fortalecimiento de la relación con Dios y con los demás. Bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”, el año jubilar invita a todos a emprender con determinación un camino de fe, reconciliación y esperanza en medio de los retos de nuestro mundo, dejando atrás el peso del pasado y abrazando el futuro con fe y optimismo. El Papa, consciente de las heridas y los retos que enfrenta la humanidad, ha destacado la importancia de este Jubileo como un “tiempo de esperanza”, esto es, una llamada a renovar la confianza en el amor de Dios y a ser instrumentos de su misericordia en el mundo.

El Jubileo es una tradición bíblica que encuentra sus raíces en el Antiguo Testamento. Se instituyó como un tiempo de gracia, perdón de deudas, liberación de esclavos y descanso de la tierra cada cincuenta años. En el contexto cristiano, este tiempo extraordinario está marcado además por la posibilidad de obtener indulgencias plenarias a través de actos de devoción, peregrinación y obras de caridad. En un contexto marcado por crisis sociales, económicas y climáticas, el Papa Francisco nos llama a ser portadores de amor para los más vulnerables, a trabajar por la justicia y la paz, y a vivir nuestra fe con autenticidad y compromiso. La peregrinación, una de las tradiciones más significativas del Jubileo, simboliza el camino interior de cada creyente hacia la santidad; sin embargo, también es un recordatorio de que somos un pueblo en camino, una comunidad universal llamada a avanzar junta hacia un futuro más justo y fraterno. En esta línea, el Jubileo 2025 se convierte en una oportunidad para renovar el pacto de fraternidad universal y de amistad social promovido por el Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti.

El Jubileo 2025 se inició oficialmente el 24 de diciembre de 2024 con el rito de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro por parte del Papa Francisco. El 29 de diciembre de 2024, en todas las catedrales y concatedrales, los obispos diocesanos celebramos la Eucaristía como apertura solemne del Año Jubilar. En los primeros compases del Año Jubilar celebraremos mañana la Jornada Mundial de la Paz, cuyo mensaje lleva por título “Perdona nuestras ofensas, concédenos la paz”. Este mensaje, arraigado en el Padrenuestro, subraya la conexión inseparable entre el perdón y la paz. El Santo Padre nos recuerda que el perdón es un acto de profunda transformación interior, capaz de romper las cadenas del rencor y de abrir caminos hacia la reconciliación. En un mundo herido por guerras, conflictos y divisiones, la llamada a perdonar se convierte en un imperativo moral y espiritual para construir una sociedad en la que reine la paz. La paz no es únicamente la ausencia de violencia, sino también la presencia de justicia, solidaridad y amor. En su mensaje, el Papa subraya que la paz verdadera comienza en el corazón de cada persona y se extiende hacia las estructuras sociales y políticas. Este Jubileo es una ocasión propicia para comprometerse con acciones concretas que promuevan la paz en todos los niveles. En el marco de este Jubileo y del mensaje de la paz, el Papa Francisco ha presentado tres propuestas, más que audaces, que buscan transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad y el sufrimiento en el mundo: la condonación de la deuda externa, el respeto de la dignidad de la vida humana y la abolición de la pena de muerte, y la creación de un Fondo Mundial para la erradicación del hambre.

Al igual que Justin Kemp, el protagonista de la película El Jurado n. 2, que debe enfrentarse a la verdad para alcanzar la paz interior, el Año Nuevo, especialmente en el contexto del Jubileo, nos invita a mirar nuestras propias acciones y nuestras relaciones con honestidad, dejando atrás el rencor y el peso del pasado. Este ejercicio de memoria renovada y de perdón, inspirado por el ejemplo de María, intercesora y Madre, nos permite comenzar el año con esperanza y compromiso de vivir en armonía, siguiendo el mensaje de paz que la liturgia nos recuerda en esta solemnidad. Como “Peregrinos de Esperanza”, estamos llamados a caminar juntos, superando las divisiones y trabajando por el bien común. El Año Jubilar nos recuerda que, con confianza y determinación personal, es posible construir un mundo en el que la paz, la justicia y el amor sean una realidad para todos. Así podremos disponernos con esperanza a un futuro que, al igual que en la película, tiene como protagonista a un recién nacido. El Niño Dios dado a luz en Belén es la claridad divina que brilla en nuestra vida despejando toda oscuridad y sembrando en ella y en nuestro mundo la paz verdadera, fruto de su justicia. ¡Feliz Año 2025!

+ José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

 

 

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