El pasado día 1 de febrero, víspera de la fiesta de la Presentación del Niño Jesús al Templo, nuestro Arzobispo D. José Ángel Saiz Meneses bendijo la nueva imagen titular de la sevillana parroquia de Nuestra Señora de la Oliva, obra del escultor e imaginero Darío Fernández Parra (Sevilla, 1973).
La barriada de Nuestra Señora de la Oliva surge a finales de los años sesenta del pasado siglo, y en su centro encontramos la parroquia del mismo nombre, construcción sencilla de planta hexagonal en cuyo altar mayor se ha colocado esta nueva imagen ante una magnífica pintura obra del pintor Antonio Rodríguez Ledesma (Utrera, 1976).
La imagen de la Virgen, de talla completa, presenta gran unción y belleza, y nos muestra a María sentada en una peña, mostrando sobre su rodilla izquierda al Niño Jesús, al cual sostiene con su mano izquierda, mientras que en la derecha porta una rama de olivo, alusiva a su advocación, que acerca al fiel que la contempla en un gesto de cercanía y ternura. Esta rama de olivo alude a la que la paloma lleva en su pico a Noé tras el diluvio universal (cf. Gn 8, 11), convirtiéndose así en símbolo de paz y reconciliación, así como de la misericordia infinita de Dios.
La Virgen viste túnica color jacinto y manto azul, y cubre su cabeza con una toca blanca que le cae por los hombros. El Niño por su parte, mira a su Madre con ternura, mientras agarra su mano derecha con delicadeza al cuello de la túnica de María, como queriendo llamar su atención, a la par que abre su brazo izquierdo hacia afuera, como presentándole a la persona que se pone ante esta bella imagen.
Esta magnífica escultura aúna por un lado la monumentalidad y calidad de la mejor producción del barroco de la escuela sevillana junto con la delicadeza de las obras de pequeño formato en barro de artistas como la Roldana.
El nombre de Oliva como advocación mariana está ligado siempre a apariciones de imágenes de la Virgen sobre olivos, como narra por ejemplo la leyenda del origen de la Patrona de Salteras, que cuenta cómo se encontró esta venerada imagen sobre la copa de un olivo centenario, y cómo en su mano derecha llevaba “un ramillete de verde oliva, que Ella misma habría cogido de aquel privilegiado árbol”. De igual manera, como ya se ha señalado, se relaciona esta advocación con la rama de olivo de la paloma que Noé envía para comprobar si ha finalizado el diluvio. De hecho, el jesuita Domingo García señalaba en un sermón de 1733, dedicado a la Virgen de las Aguas de la Colegial del Salvador, que la “verde oliva con la que la paloma regresó” es símbolo de la Madre de Jesús, ya que María fue preservada del “general diluvio de la culpa en que naufragó la humanidad”.
Antonio Rodríguez Babío
Delegado diocesano de Patrimonio Cultural