El convento de Santa Isabel de Sevilla acogió el pasado sábado 31 de mayo, la Eucaristía de clausura del bicentenario del padre Francisco García Tejero, sacerdote del Oratorio de San Felipe Neri y fundador de las congregaciones sevillanas femeninas Misioneras de la Doctrina Cristiana y Filipenses Hijas de María Dolorosa.
La celebración eucarística fue presidida por monseñor Ramón Valdivia, obispo auxiliar de Sevilla. “Al repasar la biografía del padre García Tejero podemos ver cómo el Señor no le ahorró dificultades, sin embargo, ahí es donde se crece y fragua la vida de encuentro”. Monseñor Valdivia se refirió al sacerdote filipense como “un soriano que llegó a Sevilla, descubrió su vocación y manifestó a través de toda su vida la acción del Espíritu Santo”.
De la vivencia de fe de García Tejero, el obispo auxiliar de Sevilla desgranó varias enseñanzas, la primera de ellas es que “las dificultades nos hacen crecer y son ocasiones para que se manifiesta la Gloria de Dios”. En este sentido “la vida nos ha sido regalada para servir, no para ser servidos”. Sobre la vivencia pastoral recordó la invitación “a no quedarnos instalados e ir en busca de las ovejas perdidas para no perdernos las maravillas que tiene el Señor preparadas para nosotros”. Del acompañamiento, escucha y atención a los pobres dijo que, a ejemplo del padre García Tejero “es necesario romper las distancias e ir por aquellos que están instalados en lugares donde nadie quiere visitarlos”, destacó.
“El Señor quiere restaurar nuestra vida. Así fue la vida del padre García Tejero, forjó amistades cada vez más profundas que iban conmoviéndose por su testimonio y entrega de vida; surge así en la Parroquia de San Roque el movimiento de catequistas que quieren acompañarlo en su misión y llenar de la luz del Espíritu Santo aquellos sitios lúgubres de los contextos de prostitución».
Al término de su homilía, el obispo auxiliar de Sevilla, animó a todos los presentes «a dar pasos confiados en la acción del Señor que nos lleven a servir a los demás con la verdad, caridad y alegría que brota del reconocimiento de que Dios nos ama».
Celebración de la familia filipense
Desde el 8 de mayo del año pasado la familia filipense conmemoró el nacimiento de este influyente religioso del siglo XIX que dejó una huella indeleble en Sevilla.
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