MONSEÑOR TEODORO LEÓN, OBISPO AUXILIAR DE SEVILLA: “La oración es la clave fundamental para nuestra vida”

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MONSEÑOR TEODORO LEÓN, OBISPO AUXILIAR DE SEVILLA: “La oración es la clave fundamental para nuestra vida”

El repaso a un año en la agenda de un obispo nos ofrece el esbozo, bastante fiel a la realidad, de la vida de los hombres y mujeres que conforman la comunidad diocesana. De ello puede dar fe monseñor Teodoro León, que fue ordenado obispo auxiliar el 27 de mayo de 2023, y que, desde entonces, ha recorrido parroquias de la capital y del resto de la Archidiócesis, en una visita pastoral que está sirviendo, entre otras cosas, para reconocer a innumerables hombres y mujeres que viven su fe en esta porción del Pueblo de Dios que convive, trabaja y reza en Sevilla. No tiene palabras para expresar la gratitud de tantos rostros que “se han quedado grabados en mi corazón”, y este año, además, ha sido testigo privilegiado de un anuncio especial: el de la próxima beatificación del cofundador de la Compañía de la Cruz, el padre Torres Padilla.

Monseñor, se ha cumplido el primer aniversario de su ordenación episcopal. Se mostraba sorprendido el día del anuncio de su elección, el 1 de abril de 2023, y en su saludo aludía a “un ministerio sobrenatural del amor de Dios en el camino de la vida”. ¿Por qué entiende que es un ministerio sobrenatural?

Sí, así lo considero. Cualquier nombramiento es un ministerio sobrenatural del amor de Dios en el camino de la vida. Dios siempre nos sorprende. En mi vida ministerial he ido de sorpresa en sorpresa en el servicio a la Archidiócesis de Sevilla, y con encargos pastorales de mucha responsabilidad. Siempre he pensado que era mucho lo que se me pedía, pero al mismo tiempo confiaba en la ayuda de Dios. Y así ha sido, pues, además de su gracia, ha puesto siempre en mi camino a personas que colaboran conmigo con fidelidad y responsabilidad. Él va delante y, por tanto, confío que nunca me abandona y, a través de su divina Providencia, hace todo lo posible para que pueda hacer su voluntad en el camino de la vida y aprenda de los propios errores.

¿Qué diferencia hay entre ser obispo auxiliar y arzobispo?

Un obispo auxiliar es primero un obispo, porque sacramentalmente y como sucesor de los apóstoles forma parte del Colegio Episcopal, que lo constituyen todos los obispos; y, en segundo lugar, es auxiliar, en el sentido de que su función consiste en ayudar al arzobispo, ayudar al obispo residencial. Esto lo hace desde la triple función ministerial: enseñar, santificar y gobernar. Y se concreta en las celebraciones de la confirmación o en la administración de cualquier sacramento que él le encomiende. Además, en la puesta en práctica de los objetivos pastorales y colaborando en todos los encargos necesarios en el gobierno de la Archidiócesis, sabiendo que él tiene siempre la última palabra.

Monseñor, usted ha dedicado la mayor parte de este año como obispo a las visitas pastorales ¿Qué suponen estas visitas pastorales?

La visita pastoral es una de las prioridades de la Archidiócesis durante todo el año. Es una de las formas con las que el obispo mantiene encuentros personales y de grupos con los sacerdotes y diáconos, con los miembros de la vida consagrada, hermandades y cofradías, movimientos y con los laicos más cercanos que colaboran en la parroquia. Supone la estancia de una semana más o menos en cada parroquia, con el objetivo de impulsar la pastoral de la santidad, el incremento de la comunión eclesial y la reanimación de las energías de los agentes de la pastoral parroquial, agradeciéndoles, felicitándoles, animándoles y estimulándoles, en orden a una acción apostólica más intensa. Asimismo, estas visitas están orientadas a un mayor conocimiento de la diócesis por parte del arzobispo y el obispo auxiliar, así como cohesión pastoral y la coordinación.

Este año hemos recibido la gran noticia de la beatificación del padre José Torres Padilla, sacerdote diocesano y cofundador de las Hermanas de la Compañía de la Cruz ¿Cuál ha sido su labor en este proceso?

Mi labor, como postulador diocesano de la causa de beatificación y canonización del padre José Torres Padilla, ha consistido en representar a la parte actora, es decir, a las Hermanas de la Cruz, ante la Archidiócesis de Sevilla y ante cualquier curia diocesana. Además, la misión del postulador diocesano consiste en proponer, con los medios y en los modos indicados por la normativa eclesiástica, la figura del siervo de Dios como modelo a imitar, como intercesor ante Dios. Asimismo, he colaborado en la redacción de la Positio, que contiene las declaraciones de los testigos y un conjunto de documentos utilizados en el proceso por el cual una persona es declarada venerable, siempre que se pruebe ante el Dicasterio de las Causas de los Santos que vivió las virtudes en grado heroico. También he colaborado en el proceso del milagro que, una vez valorado, a tenor de la normativa vigente, por el referido Dicasterio, se presenta al Papa y, si nada obsta en contrario, firma el decreto en el que se aprueba el milagro atribuido a la intercesión del venerable siervo de Dios. Todo ese trabajo realizado me aportó el suficiente conocimiento para escribir la primera biografía documentada que existe sobre el padre Torres. En ella se constata su vida, virtudes y fama de santidad, y el estudio procesal hasta la beatificación.

¿Nos podría dar una clave para conocer verdaderamente a Dios?

Conocer a Dios, como todos sabemos, no es ante todo un ejercicio teórico de la razón humana, sino un deseo inestimable encarnado en el corazón de cada persona. Es un conocimiento que procede del amor, porque hemos encontrado al Hijo de Dios en nuestro camino. Jesús de Nazaret camina con nosotros para introducirnos con su palabra y con sus signos en el misterio profundo del amor del Padre. Este conocimiento se afianza, día tras día, con la certeza de la fe de sentirse amado y, por eso, formando parte de un designio lleno de sentido. Quien ama busca conocer aún más a la persona amada para descubrir la riqueza que lleva en sí y que cada día se presenta como una realidad totalmente nueva. En este sentido, la oración es la clave fundamental para nuestra vida, porque si no oramos nuestro espíritu languidece y nuestro encuentro real con Jesús en la Eucaristía no es sensible a su presencia viva de amor y transformadora.

Monseñor, usted ha sido elegido miembro del Consejo Episcopal de Asuntos Jurídicos de la Conferencia Episcopal Española por la asamblea plenaria del episcopado español ¿En qué consiste esa misión?

El Consejo Episcopal de Asuntos Jurídicos es un órgano consultivo de la Conferencia Episcopal Española, que tiene como función asesorar en cuestiones de índole jurídica -canónica, civil y concordataria- a los diversos órganos de gobierno de la Conferencia y a los miembros de esta. Por lo tanto, mi misión consiste en asesorar, de manera particular, sobre aquellos asuntos que me encomiende el presidente del Consejo Episcopal y, de manera general, sobre los asuntos que son presentados al Consejo Episcopal, mediante la reunión que tenemos una vez al mes.

En la Asamblea de los Obispos del Sur de España usted es el delegado episcopal de Enseñanza ¿En qué cosiste esa delegación?

El delegado episcopal de Enseñanza es el presidente de la Secretaría Técnica de Enseñanza, que representa a los Obispos del Sur de España ante la Comunidad Autónoma de Andalucía en lo referente a las relaciones institucionales en el ámbito de la Enseñanza, que han sido fijadas en un convenio. Asimismo, junto con el secretario técnico de la secretaría, se establece relación con la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal Española y se asesora a los delegados diocesanos sobre las cuestiones institucionales, pues cada obispo mantiene su propia jurisdicción en el ámbito de la enseñanza.

Monseñor, de todo cuanto ha vivido este año, ¿con qué se queda?

Me quedo con la confianza y la colaboración que mantengo con nuestro arzobispo y mi hermano en el episcopado, don Ramón, y con los rostros y la acogida de tantas personas con las que me he relacionado. Ciertamente han sido muchas las vivencias y los acontecimientos intensos que he vivido, pero me quedo con los rostros de las personas y cómo me han acogido. Mi vida se ha hecho más grande ante esos rostros de hombres, mujeres, mayores, jóvenes, niños, en todos los ámbitos de la vida diocesana. Esta experiencia me la ha dado el pueblo fiel, que está deseoso de conocer a Cristo. Y, cómo no, con el abrazo y la acogida de mis hermanos sacerdotes, que se han desvivido por prepararme una buena visita pastoral. Me faltan palabras para tanto agradecimiento, cuyos rostros se han quedado grabados en mi corazón.

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