Monseñor Edgar Peña Parra, sustituto de la Secretaria de Estado y legado pontificio para el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, ha hecho entrega esta tarde de la Rosa de Oro a la Santísima Virgen de la Esperanza Macarena, en un acto cargado de emotividad que se ha celebrado en la basílica de la corporación de San Gil.
La basílica se llenó de fieles y autoridades para la ocasión, y la hermandad tuvo que instalar sillas en el atrio y las afueras del templo para dar cabida a las numerosas peticiones de asientos recibidas estos días previos. El acto, además, fue retransmitido en directo a través de Macarena TV. Monseñor Edgar Peña ha estado acompañado, entre otras autoridades eclesiales, por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, el nuncio de Su Santidad, monseñor Bernardito Auza; el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Teodoro León; Isacio Siguero, secretario general de la Archidiócesis; José María Losada, rector del templo macareno; o el canónigo Ignacio Jiménez. Al acto han asistido, además, el presidente del Parlamento, Jesús Aguirre; el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz; la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía, Patricia del Pozo; y el delegado del Gobierno, Ricardo Sánchez, entre otras autoridades.
“Eficacia de la intercesión de María”
El acto comenzó a los sones de la pieza Duc in altum interpretada por la Coral Polifónica y la Escolanía de la Hermandad de la Macarena. Tras rezar en la capilla sacramental, tomó la palabra monseñor Edgar Peña, que aludió al pasaje del Evangelio en el que “María propicia con su intercesión el primer milagro de Jesús (Bodas de Caná). Este episodio muestra la eficacia de la intercesión de María ante su Hijo. María será la que presenta al Hijo las necesidades de otros hijos, así –añadió- lo ha vivido el pueblo cristiano desde los inicios de la Iglesia”. A continuación explicó que el Papa “normalmente concede esta distinción a los grandes santuarios marianos del mundo, o también a las grandes advocaciones de la Virgen María”, como es el caso de la dolorosa macarena. Seguidamente reflexionó sobre el papel de la esperanza en nuestro contexto social y eclesial: “En un sociedad tantas veces marcada por la indiferencia, la Virgen María nos invita a desarrollar una sensibilidad espiritual y humana para detectar la falta de esperanza, de justicia, de lo necesario para una vida digna”. Así, “la entrega de esta Rosa de Oro nos invita s tomar conciencia de nuestra responsabilidad como Iglesia en el mundo actual”.
“La intercesión no es meramente pasiva”
“Haced lo que Él os diga. Aquí radica la llamada doble que recibimos de esta escena: reconocer la necesidad de interceder por los demás, como María. Por otro lado, responder con acciones concretas, pues la intercesión no es meramente pasiva”, afirmó. En esta línea, reiteró que “la fe debe traducirse en obras de servicios y amor especialmente a los demás”. La entrega de esta Rosa de Oro, por tanto, es también “una llamada a vivir nuestra fe con un profundo sentido eclesial”. El legado pontificio comentó que suele decir que “el optimismo no llega a tener la altura de la virtud de la esperanza”, porque “el optimismo termina frente a las primeras dificultades, y la esperanza no, porque cuando más dificultades tenemos, cuanto más tenaces somos, más voluntad de ir adelante nos da el Señor y la Virgen”. “La esperanza nunca muere. La virtud de la esperanza es un don de Dios”, apostilló.
Señaló que “cada uno hemos venido a esta basílica como peregrino, y el peregrino viene siempre necesitado de que la Virgen escuche nuestras plegarias y atienda nuestras súplicas”. Al término de su alocución, y tras expresar el “saludo afectuoso y bendición de parte del papa Francisco”, el legado pontificio colocó la Rosa de Oro a los pies de la Virgen, que se encontraba en el presbiterio, momento en el que los asistentes rompieron la solemnidad del acto con un largo aplauso dentro y fuera de la basílica acompañado por el repique de las campanas del templo.
“Reconocimiento a la profunda fe y devoción que los sevillanos”
Cerró el acto el arzobispo de Sevilla, que agradeció al Santo Padre y al legado pontificio este regalo de la Rosa de Oro. Monseñor José Ángel Saiz reiteró el agradecimiento hacia monseñor Edgar, que “ha sido las manos, los pies, la voz y la presencia del Santo Padre entre nosotros”. Esta entrega de la Rosa de Oro, afirmo, “refuerza nuestro compromiso de vivir nuestra fe con humildad, servicio y amor profundo a María Santísima de la Esperanza Macarena”.
“Esta ocasión –añadió- tiene que ser una poderosa motivación para entrar por el camino de la humildad, del servicio, la formación solida y la dedicación a los más desfavorecidos”. En esta línea concluyó afirmando que “es un reconocimiento a la profunda fe y devoción que los sevillanos, y los hermanos de la Macarena, han demostrado a lo largo de los siglos”. “Esto nos invita a seguir en el amor a María Santísima”, concluyó.
La Esperanza Macarena se suma, de este modo, a la relación de devociones marianas españolas a las que se ha entregado la Rosa de Oro: la Virgen de Montserrat y la Virgen de la Cabeza. Se trata, en cualquier caso, de la primera dolorosa que recibe esta distinción en el mundo. La Rosa de Oro quedará de forma permanente a los pies de la Virgen, que esta noche será trasladada a su paso de palio para su participación en la procesión de clausura del Congreso Internacional de Hermandades.
Fotos de Víctor Espinosa
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