El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses participó de la edición del programa El Espejo de la Iglesia del pasado viernes 31 de diciembre, donde tuvo la oportunidad de compartir con Adrián Ríos, delegado diocesano de Medios de Comunicación y toda la audiencia de COPE Sevilla, su acción de gracias por el año que culmina y sus motivaciones personales y pastorales para este nuevo año.
A continuación, reproducimos íntegramente la entrevista, también disponible en audio aquí
- D. José Ángel, 31 de diciembre, finaliza un año lleno de imprevistos, para el mundo en general y para usted en particular.
Ciertamente, para mi el imprevisto principal ha sido el nombramiento como arzobispo de Sevilla. Dios actúa con sus criterios y en sus caminos. Ha sido un imprevisto maravilloso y un regalo suyo.
- Siempre, el final de año es una oportunidad para mirar atrás y dar gracias, o pedir perdón, y mirar al frente y pedir para poder afrontar lo que venga. ¿Cuáles son sus motivos de agradecimiento?
Pues actualmente son muchos, es decir, estos seis meses que llevo en Sevilla han sido de una gran intensidad y si hubiese una palabra que lo resumiría todo sería gratitud y agradecimiento. Gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por su amor, por su cuidado y porque conducen mi vida.
Gracias a María Santísima, a la cual siempre he tenido mucha devoción, desde pequeño, porque me la inculcó mi madre y aquí en Sevilla es muy fácil potenciar toda la devoción y el amor que se trae de fuera, aquí se percibe, se capta y se vive el amor a la Madre.
También, gracias a Sevilla, a la Iglesia de Sevilla, a la sociedad civil y a las instituciones por su acogida, por su trato, por su cariño, no puedo más que estar agradecido porque han sido, ya dentro de poco, siete meses de mucha intensidad, de mucha intensidad, de mucho trabajo apasionante, a la vez, todo un regalo del Señor.
- No sé si tendrá que pedir perdón a alguien en este año que termina, D. José Ángel.
Pedir perdón de manera personal, no. No recuerdo haber ofendido a nadie explícitamente y en cualquier caso seria sin intención, no recuerdo haber tenido ningún conflicto con nadie del que tenga que arrepentirme.
Si acaso pedir perdón, porque no respondo de modo suficiente a la gracia de Dios, a la llamada de Dios, en su llamada a la santidad, a vivir el Evangelio y, a dar la vida.
Seguramente tengo puntos de mediocridad por los que sí tengo que pedir perdón a Dios.
- ¿Y qué le pide a Dios para el año 2022?
Pues muchas cosas le pido, a nivel personal que me ayude a ser un buen obispo, ojalá un obispo santo, en la tradición de esta Iglesia hispalense, que es tan grande en su episcopologio.
Le pido también que nuestra Iglesia diocesana sea viva y abra camino, ese camino en comunión, en corresponsabilidad, colegialidad, sinodalidad, que seamos de verdad, fermento vivo y sal y luz en medio de la sociedad. Le pido que seamos capaces de vivir esa comunión, de compactar todas las fuerzas, las energías que son tantas.
Lo que yo voy descubriendo en estos meses es que las parroquias tienen vida, que la vida consagrada tiene mucha implantación activa y contemplativa, muchos carismas que se complementan y tiene también su vitalidad. Las realidades de Iglesia, los nuevos movimientos y los nuevos métodos también están todos aquí, presentes y todos tienen su nicho, por así decirlo.
Y después, las más de 700 hermandades que no es que tengan vida en Sevilla porque no hay nada de lo anterior, al contrario, es una exuberancia de vida, que yo tengo que ser un instrumento que procure armonizar toda esa gracia de Dios, toda esa energía, toda esa fuerza y esas posibilidades evangelizadoras.
Estoy convencido que, si todos hacemos un camino de conversión y de humildad, y vamos viviendo ese criterio de unidad en Cristo, seguramente que el Señor hará grandes maravillas, ya las hace, pero seguirá haciéndolas todavía más grandes.
- Seis meses en nuestra diócesis que parecen seis años a juzgar por su agenda.
La verdad es que no me aburro, la agenda está muy cargada, muy llena, a mí me cuesta decir que no. Hay peticiones que, a poco que podamos hacer un hueco, procuro decir que sí. Hay grandes momentos y grandes ocasiones en los cuales hay que estar presentes y hay que participar en esos actos, luego también, a veces, son llamadas de realidades más pequeñas en pueblos más lejanos y yo siento una cierta debilidad porque los que puedan parecer menos relevantes a mí me despiertan más predilección y entonces procuro abarcarlo todo, y es imposible abarcarlo todo.
Han sido seis meses, que no sé si seis años, pero más de seis meses por la intensidad, seguro. La toma de posesión me queda ya lejana porque ha habido tantas experiencias que se quedan grabadas.
Yo le doy gracias a Dios y a la Iglesia de Sevilla por la acogida y porque realmente es una delicia ir a las parroquias y a las hermandades, ir a los movimientos y a los colegios y ejercer como pastor porque me ayudan a vivir las celebraciones con mucha intensidad y devoción. Digamos que es una Iglesia muy expresiva a la hora de interactuar, la verdad que es un regalo.
- ¿Es consciente el arzobispo que gracias a su cuenta en Twitter todo el mundo sabe lo que hace cada día?
Yo pensaba que no tenía tanta repercusión, pero a los sitios a los que voy, la gente me dice: “Estuvo usted aquí o allá, o, usted no para”.
En la cuenta en Twitter yo pongo, de hecho, las celebraciones más relevantes, mi idea es poner un tweet cada día, de una celebración o de un acto en el que participé, o si no, poner un pensamiento o frase de la Palabra de Dios.
Lo que pasa es que, si en un día participo de varios actos o en varias parroquias o hermandades, tengo que poner proporcionalmente. Por eso es que a veces salen varias cosas o simplemente una, pero es verdad que en la agenda hay mucha actividad y muchas cosas que no sale ni un tweet, ni falta que hace.
- Ha vivido hechos religiosos históricos, de los que ya ha hablado mucho y que pasarán a los anales de nuestra ciudad, pero también se ha abajado a la realidad pastoral más cotidiana. ¿Qué ha descubierto como potencialidades?
La verdad es que doy gracias a Dios. Si yo celebro una misa pontifical en la Catedral, con la máxima solemnidad que puede haber en este mundo, porque nuestra Catedral es grande en todos los sentidos, en solemnidad, música, liturgia y participación, yo vivo esa liturgia con mucha intensidad, gracias a Dios. Pero, si voy a un barrio muy sencillo, con una iglesia muy sencilla y de otro estilo, también lo vivo y lo disfruto y procuro entrar en el misterio y en comunión también con los hermanos. Me encuentro muy bien en los diferentes ámbitos.
Cuando tuvimos la Misa de inicio del Sínodo, participaron 2.500 personas, es mucha gente, y comparando con noticias que llegan de otros sitios, la verdad que aquí fue muy solemne.
En mi memoria quedan grabadas las fotografías de esos grandes momentos como la Misión del Gran Poder y los traslados, la imagen de Ntra. Sra. de la Candelaria que pasó por el arzobispado, la procesión extraordinaria de Ntra. Sra. de los Reyes por el 75º aniversario, esos son recuerdos que quedarán en mi memoria para siempre, pero también quedarán, por ejemplo, de aquella primera semana, la visita a las Tres Mil Viviendas, al barrio de Los Pajaritos, la visita a unos hogares concretos en los que estuve, y a algunos cuartos pisos a los que subí andando, ya ni me acordaba la última vez que había subido a un cuarto piso sin ascensor.
También quedarán grabadas en mi memoria, la visita a las hermanas de la Cruz y a otras comunidades, son muchos recuerdos distintos y complementarios que reflejan la variedad y la riqueza de nuestra Iglesia.
Hay muchos elementos que a mí me gustaría trabajar o insistir sobre todo de cara al futuro, ya algunos los expresé en la Misa de acción de gracias por la Misión del Gran Poder, que no puede quedar como un bello recuerdo, incluso en su dimensión social, en aquél momento, que fue una sacudida de consciencias y de corazones. Tiene que haber ahora una respuesta, tiene que haber ahora una actuación muy clara de la Iglesia, de Cáritas, de las oenegés de Iglesia y laicas, que también hay muchas trabajando allá, de la asociación civil y de las administraciones.
Lo que pasa es que ahora nos tocan unos períodos de interinidad que no ayudan ni favorecen, pero yo creo que no puede pasar esta ocasión sin que haya una actuación concreta y visible, que agilice, dinamice y de cauce a los recursos que están ahí preparados y que seria un gran ejemplo de sinergias y de colaboración institucional.
- Ha llegado usted a la diócesis con una fama de evangelizador y de evangelizador activo, que es su fuerte, su celo pastoral. De cara a toda la Archidiócesis, ¿va vislumbrando desafíos, retos que tengamos que asumir?
Desde luego, ya tenemos que empezar a trabajar en el próximo Plan Pastoral para los siguientes cinco años. Los retos que veo son trasversales, es decir, hay un reto concreto que es la persona, el sujeto, el sujeto posmoderno, actual, que es más líquido, más inconsistente, más superficial y materialista, al cual hemos de dar consistencia y hemos de anunciar a Jesucristo. Si algo puede despertarlo es un ideal de altura, un ideal noble que cale en su corazón y que comprometa toda su vida.
A nivel social también hay un reto muy grande que es el de las desigualdades y de las injusticias, que justamente la pandemia en lugar de igualarlas las ha diferenciado, tanto a nivel de países, más distancia entre los países ricos y pobres y más distancia entre las personas ricas y pobres también.
Ese es un reto que tendremos siempre, precisamente lo vemos en el Evangelio de Mateo, capítulo 25, la parábola del Juicio Final está siempre presente, lo que hagamos a cada uno de nuestros hermanos más pequeños y pobres, a Él se lo hacemos, eso no podemos perderlo de vista nunca y eso es algo que clama al cielo, por eso la Misión del Gran Poder ha tenido como fenómeno sociológico una fuerza integradora y socializadora y de mezcla de barrios y centros y de unas sensibilidades y otras, eso no se debe perder y hemos de trabajarlo en la medida que podamos, claro.
Habría que organizar la economía mundial de otra forma, pero eso no está en nuestras manos, en nuestras manos está una palabra profética, un gesto profético, influir en la medida que podamos, a nivel de Sevilla y de Andalucía, de España, poco más, ese es el reto social.
Luego, a nivel de reto eclesial yo creo que tenemos a nivel diocesano, con esa variedad, riquezas y esa energías espirituales y apostólicas un reto que es la purificación en la intención, camino de conversión y de humildad, y de ser capaces de vivir en comunión y de unidad, porque entonces, nuestra fuerza evangelizadora será grande, grande, grande.
Además de esa fuerza evangelizadora debemos ofrecer también un ámbito comunitario que tiende al individualismo, hemos de ofrecer comunidades cristianas vivas, donde se vea que sí es posible vivir la fraternidad, sin egoísmos.
- Llegó como obispo catalán, aunque nacido en Cuenca, y ya lo consideran sevillano -su cara resulta familiar a todo el mundo-. Algunos pueden pensar que está corriendo demasiado, otros que, aun así, conocer esta diócesis tan grande le va a llevar años… ¿tiene prisa el arzobispo?
Yo intento seguir el ritmo que el Señor marca, porque a veces, nos pasa como a los críos pequeños que van cogidos de la mano de la madre y van por delante, arrastrando a la madre y otros, al contrario, van siendo una rémora, eso nos pasa en la vida espiritual y pastoral, hay que encontrar el ritmo que Dios marca en tu vida y el Espíritu Santo es el que te guía. Eso no es tan sencillo, yo entonces procuro estar atento a los signos del Espíritu y buscar la voluntad de Dios, pero que esa voluntad de Dios también se manifiesta en los signos que veo en la Iglesia y en la sociedad.
Ciertamente la actividad no me asusta, la diócesis es grande y me gustaría conocerla para poderla servir mejor, no sé hasta dónde llegaremos, yo eso lo intentaré y yo tengo muy claro que la misión mía es anunciar a Jesucristo, evangelizar, catequizar, servir en la caridad, y ahí pondré toda mi vida porque no sé hacerlo de otra manera. Lo de reservarme y eso, no me sale, yo me entregará con esperanza y alegría, lo cual encaja muy bien con el carácter sevillano.
- Empieza el año 2022, año de un nuevo Sínodo, de la visita ad limina de los obispos españoles, todos gestos de comunión con toda la Iglesia y con el Santo Padre en particular. ¿Cuál es su relación particular con el papa Francisco?
El sínodo es un instrumento de comunión y de colegialidad muy importante y que el papa Francisco intenta extender a toda la Iglesia, ya no son trescientos y cuatrocientos obispos y expertos que se reúnan en Roma, sino que quiere que toda la Iglesia, dos años antes, se ponga en camino de reflexión, no tenemos muchos meses para poder reflexionar, pero solo ponernos en camino, reflexionar sobre los temas que se nos presentan y crecer en la conciencia de que somos Iglesia desde el bautismo, que la Iglesia no son los curas, las monjas, los obispos, sino que somos todos los bautizados, cada uno con su misión concreta, pero crecer en la misión de que somos Iglesia, en la misión de la Iglesia, que es de todos también, cada uno desde su vida y su lugar, eso es importante también.
En este sentido, el papa Francisco está añadiendo algo que ya estaba presente, pero que quizá, convenga resaltarlo: La sinodalidad es comunión, colegialidad y corresponsabilidad, en camino, haciendo camino. Subraya esa misión escatológica de la Iglesia, haciendo camino, que somos un pueblo en misión, que somos un pueblo peregrino en esta tierra hacia la casa del Padre, todo eso es positivo, todo lo que sea energías y que no se quede cada uno en su sitio tranquilamente cumpliendo los mínimos y los máximos, pues eso es positivo y nos tiene que ayudar a creer en comunión con el Santo Padre y con la Iglesia Universal.
En nuestra diócesis está habiendo una buena respuesta, está habiendo muchos grupos sinodales, muchos, yo creo que al menos, había cerca de 400, la última vez que los que coordinan la Comisión me informaron, fácilmente pasaremos de 500 grupos, que es mucho. Ahí se notarán las líneas de fuerza o de coincidencia, allí va soplando el Espíritu. Luego nuestra síntesis va a Madrid, de allí se hace una síntesis en toda España, cada país envía su síntesis y allí se irán viendo las confluencias que hay entre los mismos continentes y las conclusiones que hay que sacar y que debemos aplicar en el futuro.
- Una bendición de inicio de año para todos los que nos leen
Mi invitación a que comiencen el año sin miedo, con confianza y esperanza en el Señor, en las personas con las que compartimos el camino y confianza en María Santísima que nos lleva siempre de la mano, a pesar de las incertidumbres, problemas, sufrimientos, esa confianza nos da fuerza para seguir adelante y para vivir con intensidad cada uno su misión.