El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz, ha presidido esta tarde la primera de las celebraciones del triduo sacro que acogerá la Catedral de Sevilla. Han concelebrado, entre otros, el nuncio apostólico en Marruecos, mons. Alfred Xuereb; el arzobispo emérito de Monreale (Sicilia), mons. Michele Pennisi; el deán del Cabildo catedralicio, Francisc0 José Ortiz: el rector del Seminario, Andrés Ybarra; y una representación tanto del clero como del Seminario metropolitano. Por parte del Ayuntamiento, el alcalde, José Luis Sanz, ha encabezado la representación municipal.
Ha sido una celebración solemne, cargada de simbolismo, en la que el arzobispo ha realizado el rito del lavatorio de pies a doce alumnos del Seminario hispalense. En su homilía, monseñor Saiz ha recordado que “la última cena de Jesús, antes de la Pasión, fue el momento en que instituyó la Eucaristía y el sacerdocio, y también fue un momento de plegaria, de súplica al Padre y de llamamiento a los discípulos”. A continuación ha señalado que “el memorial de su muerte y resurrección no significa una simple repetición de la última Cena. La Eucaristía nos introduce en el acto oblativo de Jesús, nos implica en la dinámica de su entrega, nos arrastra hacia Él, nos renueva en el más íntimo del ser, transforma nuestra vida”.
Comunión que nace del encuentro con Jesucristo
Monseñor Saiz ha subrayado que la unidad, la comunión eclesial nace del encuentro con Jesucristo: “Él establece una nueva relación entre Dios y el ser humano, nos revela que Dios es amor y nos enseña el mandamiento nuevo del amor, la única fuerza capaz de transformar el mundo, porque antes ha transformado el corazón humano”. En la misma línea, ha afirmado que “la comunión eclesial solo es posible si las personas están íntimamente unidas a Cristo”.
Seguidamente ha señalado que “la Iglesia nace con la Eucaristía”. “Todos nosotros comemos del mismo pan, recibimos el mismo cuerpo del Señor, y si la Eucaristía es el misterio de la comunión de cada uno con el Señor, lo es también de la unión visible entre todos. La imagen del cuerpo expresa la solidaridad entre los miembros, la necesidad de que cada miembro cumpla su misión específica, la cooperación imprescindible dentro de la unidad del conjunto buscando el bien común”, ha apuntado, antes de afirmar que “la Eucaristía nos lleva a vivir en unidad y caridad. Es la medicina que cura el egoísmo, la soberbia, la rivalidad, la desconfianza”.
En la parte final de la homilía, el arzobispo de Sevilla ha reiterado que “la Eucaristía nos tiene que llevar a la misión”, porque “la voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Nuestro tiempo es el tiempo de la fe y el testimonio”. Monseñor Saiz Meneses ha finalizado su alocución dando gracias al Señor “por su amor inmenso, porque ha querido estar presente entre nosotros como alimento de nuestra vida de peregrinos y apóstoles”. También ha elevado el agradecimiento “por el don de la Eucaristía, por el don del sacerdocio, por su ejemplo de servicio hasta dar la vida por nuestra salvación”.
Al término de la misa, se ha reservado la Eucaristía en la Capilla Real. Los oficios de mañana, Viernes Santo, que se celebren en la seo hispalense comenzarán a las cinco de la tarde.