“Día grande y solemne del Corpus Christi”. Así ha comenzado el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, su homilía en la Eucaristía que se ha celebrado en el Altar Mayor de la Catedral con motivo de la solemnidad del Corpus Christi, uno de los “tres jueves del año que relucen más que el sol”. De hecho, don José Ángel ha matizado que la solemnidad que hoy celebramos es “como una proyección del Jueves Santo, pero con el carácter festivo y público de una profesión de fe gozosa”. Esta mañana, “la Iglesia que peregrina en Sevilla se postra ante el misterio del amor de Dios hecho Pan de Vida”, ha destacado el prelado.
A continuación, ha afirmado que “Jesús no sólo predica el Reino, sino que da de comer”. “En la Eucaristía, Cristo se hace pan. Su Cuerpo se parte, su Sangre se derrama. La Iglesia ha recibido este don como su mayor tesoro, en ella se culmina y de ella mana toda la vida eclesial”, ha añadido.
El arzobispo ha remarcado que “la Eucaristía es la fuente y culmen de toda la vida cristiana”, y que en ella “el Señor está real, verdadera y sustancialmente presente”. Al respecto, ha subrayado que esta verdad de fe “no puede diluirse ni relativizarse”.
Ha señalado que no hay nada más eficaz para crecer en la vida cristiana, para madurar en la fe, para avanzar por el camino de santificación personal, que “la fervorosa participación en la Eucaristía frecuente y fructífera”. Por eso, ha subrayado la importancia de la celebración dominical, la adoración eucarística y el acompañamiento silencioso ante el Sagrario. “Cada parroquia, cada comunidad, cada familia cristiana, necesita volver a centrar su vida en Jesús Eucaristía, porque cuando Cristo es el centro, todo fructifica”, ha afirmado.
“La Eucaristía no nos aísla, nos proyecta”
En este punto ha aclarado que “no hay verdadero culto eucarístico sin caridad fraterna, porque la Eucaristía significa también un compromiso en favor de los pobres”, y que “la Eucaristía no nos aísla, nos proyecta. No nos ensimisma, nos compromete”. Aquí ha señalado que en Sevilla hay muchas formas de pobreza: material y espiritual: “Hemos de aprender a reconocer el Cuerpo de Cristo también en el hambriento, en el inmigrante, en el anciano solo, en la mujer maltratada, en el joven sin horizonte. Por eso -ha añadido- hoy pedimos al Señor que no permita que nos instalemos en la rutina y el conformismo, que no permita que se anestesie nuestra conciencia ante los más pobres y necesitados”.
“Que nadie tenga miedo de volver a la casa del Padre”
Ha aludido también a la celebración del año jubilar, y ha afirmado que esta es una oportunidad para dejarnos “transformar por la Eucaristía”. “Que nadie tenga miedo de volver a la casa del Padre”, ha subrayado. En este contexto jubilar, monseñor Saiz Meneses ha pedido “que nuestras parroquias sean lugares de acogida, de escucha, de sanación, que nuestras hermandades sean escuelas de misericordia, que nuestras comunidades sean faros de esperanza”.
“La Eucaristía es escuela de paz”
En la parte final de su homilía, el arzobispo de Sevilla ha aludido a los conflictos que condicionan la paz en el mundo, “guerras crueles como las que tienen lugar en Ucrania, en Gaza, en Israel e Irán, por citar algunas”. También ha alzado la voz recordando “otras guerras, no cruentas y a menudo silenciosas en las familias, en los trabajos, en los ambientes, en las ciudades, en definitiva, en los corazones”. Aquí ha aludido al magisterio de León XIV para ofrecer el corazón de la Iglesia como “lugar de diálogo, como instrumento de paz”. “La Eucaristía es escuela de paz”, ha apuntado.
Ha concluido la homilía afirmando que “necesitamos la paz de Cristo resucitado” en nuestras casas, calles, relaciones, en nuestra ciudad de Sevilla. “Que el Señor nos convierta en artesanos de paz y reconciliación; que la procesión del Corpus no sea sólo bella, sino también fecunda y renovadora; que, tras el incienso y las flores, quede el perfume de una ciudad transformada por la presencia del Amor de Dios”.
Concluida la Eucaristía, tras el baile de los seises y la adoración al Santísimo, la Custodia de Arfe con Jesús Sacramentado se incorporó a la procesión del Corpus Christi, escoltada por el arzobispo y los obispos auxiliares, monseñor Teodoro León y monseñor Ramón Valdivia, respectivamente. En ese momento, los primeros tramos del cortejo con representaciones de hermandades ya se encontraban de regreso en el interior de la seo hispalense. Se culminaba de esta forma una de las tradiciones más señeras de la ciudad de Sevilla, cuyo alcalde, José Luis Sanz, participó en la Eucaristía al frente de una representación del consistorio hispalense. Una tradición que arrancaba en Sevilla durante la segunda mitad del siglo XIV y que hoy se renueva con total solemnidad.
GALERÍA de la jornada
TEXTO ÍNTEGRO de la homilía.
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