Medio millar de personas participan en el encuentro diocesano de la Pastoral Gitana de Sevilla

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Medio millar de personas participan en el encuentro diocesano de la Pastoral Gitana de Sevilla

La Delegación de Pastoral Gitana celebró su Encuentro Diocesano anual el pasado 9 de junio, en la iglesia mayor de Santa Cruz, de Écija. Lo hizo en colaboración con las hermandades de los gitanos de Sevilla, Lebrija, Utrera y la anfitriona de este año, Écija.

En el encuentro se dieron cita cerca de 500 personas perteneciente a la delegación, a las hermandades de los gitanos y poblaciones como Mairena, Morón de la Frontera, Palma del Río o Granada, a través de su Hermandad de los Gitanos de Granada y la Delegación de Pastoral Gitana aquella diócesis. Además, también se contó con la presencia del director nacional de Pastoral Gitana, José Emiliano Rodríguez, y el sacerdote responsable de Romerías y Hermandades Gitanas, Antonio José Abellán.

La jornada se inició con la acogida y la procesión-traslado de la imagen del beato Ceferino desde la Plaza de España hasta la iglesia de la Santa Cruz, “acompañado con los cantes en todo momento del pueblo gitano y los ‘vivas’ emocionantes que rompían las gargantas”, explica el delegado diocesano de la Pastoral Gitana, el sacerdote Plácido Díaz.

Una vez en el templo se celebró la Eucaristía, presidida por el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Ramón Valdivia. La Misa estuvo también acompañada musicalmente por cantos flamencos.

Durante su homilía, monseñor Valdivia recalcó que “el Señor se ha hecho uno de nosotros y ha querido hacerse presente acompañando a los que sufren”. También advirtió “del peligro que corremos de reducir a Dios en nuestro mundo, de no ser protagonistas de nuestra historia”. Por eso, instó a elegir entre “Dios o la mentira; o Dios o nada. O arriesgamos o nuestra vida se verá empobrecida”.

Igualmente, partiendo de las lecturas dominicales animó a “vivir unidos y a abrir nuestro corazón al que tengo al lado”, porque -señaló, “si nos quedamos en nosotros mismos, nuestra fe se empequeñece, somos insignificantes para el mundo y manipulables. En cambio, si nos unimos a los grandes ideales y aceptamos el misterio de Dios en nuestra vida, ese ideal lo podemos llevar a cabo”.

Tras la Eucaristía, todos los miembros de las hermandades participaron en una comida y fiesta de hermandad. Al término de esta “se produjo ese fenómeno tan nuestro de alegría por el encuentro que se expresó en cantes, bailes y palmas entre primos, tíos y todos los asistentes”.

Igualmente, el delegado diocesano ha destacado “el buen clima de convivencia y la solemnidad de la Eucaristía con cantes gitanos, así como la numerosa participación de gitanos y no gitanos que celebramos juntos este encuentro de fe y unidad”. En esta línea, ha agradecido al Departamento de Pastoral Gitana de la Conferencia Episcopal su participación en esta celebración.

Primeros mártires gitanos

Ceferino Giménez nació en Benavent de Segriá (Lérida) el año 1861. Hombre de profundas convicciones religiosas, se ganaba la vida con la venta de caballos, y en 1902 ingresó como laico en la Orden Franciscana Seglar. Durante la Guerra Civil fue detenido y murió fusilado en Barbastro, rosario en mano, el 9 de agosto de 1936. Juan Pablo II lo declaró beato en 1997, y el proceso de canonización está actualmente en su fase final. Según destacó san Juan Pablo II en la homilía de la misa de beatificación del ‘Pele’, “su vida muestra cómo Cristo está presente en los diversos pueblos y razas y que todos están llamados a la santidad, la cual se alcanza guardando los mandamientos y permaneciendo en su amor”.

Por su parte, Emilia Fernández Rodríguez nació en Tíjola, a cien kilómetros de Almería, en 1914. Fue apresada en la cárcel de las Gachas Colorás de Almería en 1938, donde dio a luz a su hija y también el lugar donde aprendió a rezar gracias a otra reclusa. En aquella cárcel dejaron morir a la que fuera conocida como ‘La Canastera’ por no querer revelar quién la enseñó a rezar el Rosario.

 

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