«Las hermandades serán lo que queramos los laicos»

Archidiócesis de Sevilla
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FRANCISCO BERJANO ARENADO, Pregonero de la Semana Santa de Sevilla 2014.

Magistrado del Juzgado de Primera Instancia número 11 de Sevilla, este sevillano de 56 años conoció su designación como pregonero de la Semana Mayor hispalense mientras visitaba la ermita del Rocío con su hermandad de la Vera Cruz, de la que es hermano mayor. Laico comprometido y con años de experiencia en la trabajadera, es también hermano de la Paz y el Baratillo. El próximo domingo se enfrentará al atril del Maestranza.

Suele repetir que estos meses ha sentido el cariño de Sevilla.

Pues sí, desde el primer minuto. Y no sólo de cofrades. Gente que por la calle te para y te da ánimos, las propias hermandades que te invitan a actos íntimos suyos… Eso es de agradecer. Se ve una disposición a que le salgan bien las cosas al pregonero.

¿Cuesta volcar todo lo que uno siente o quiere expresar en un pregón?

Ha habido cosas que han costado más y otras no. La parte doctrinal del pregón me ha costado menos, porque tenía claro lo que tenía que decir. Lo que más me ha costado ha sido la parte sentimental, de devoción de imágenes concretas. Me ha costado tanto que en un principio no sabía que tenía esos sentimientos. Decía un amigo que el pregón es memoria y sentimiento, y cuando me designaron pregonero me parecía que no tenía ni memoria ni sentimiento. A medida que vas escribiendo van surgiendo vivencias que son importantes para que el mensaje que quieres transmitir llegue más fácilmente a todo el mundo.

Preguntarle por las hermandades que surgen en ese sentimiento…

Al principio iba a nombrar a pocas hermandades, y acabo nombrando muchísimas. Es ponerle cara al mensaje que quieres transmitir y lo hace más cercano a las personas que lo oyen. Sí, la parte vivencial es la que me ha costado más trabajo, no sólo porque la tenga, sino porque luego tienes que convertirla en letra, hacerla entendible, que los demás puedan ponerse en tu papel y revivir ese momento que tú viviste.

Vayamos a su hermandad, la Vera Cruz. Su etapa al frente de la corporación llega después de muchos años sin responsabilidades de gobierno.

Llevo seis años de hermano mayor, pero hacía 25 años que no estaba en una junta de gobierno. He estado destinado fuera unos años, luego han surgido otras necesidades más inmediatas de tipo familiar, de estudios de mi hijo, laborales… Llegó un momento en el que había que tomar la responsabilidad de hermano, porque no se puede estar siempre fuera sin dar el paso adelante y sin servir a la hermandad. Este es mi segundo mandato y, si Dios quiere, habrá en junio una nueva junta. Tiene que entrar gente con nuevas fuerzas, hay que renovarse. Han sido seis años de servicio pleno a la hermandad.

¿Cómo nos resumiría estos seis últimos años?

Soy hermano de una advocación importante, la Vera Cruz, la titular de nuestra hermandad. La cruz está presente en nuestra vida, la cruz que llevó el Señor en la que se purificó, que ahora está adherida a la persona y que hay que llevar con dignidad humana y cristiana. Es una devoción importante, de la que nacen todas las demás. Es una hermandad sencilla, humilde, seráfica… Así se nos conoce y así queremos seguir siendo. Todo lo ha unido la Cruz.

También es hermano de La Paz, la hermandad que abre el Domingo de Ramos.

Es el complemento. Soy hermano de la Vera Cruz desde que nací, y cuando tuve 12 o 13 años me hice hermano de la Paz. Quería participar de la hermandad que estaba a menos de cien metros de mi casa. Nací en el Porvenir, me crié en el Porvenir y vivo en el Porvenir. Mi familia, por parte de Arenado, son de la hermandad de la Paz. El actual hermano mayor es mi primo hermano, tengo un vínculo muy estrecho con la hermandad. No soy un mero hermano de nómina, ya que con 22 años fui miembro de junta de gobierno, diputado de juventud durante tres años.

También tiene vínculos con la hermandad del Baratillo.

Otra parte de mi familia (More Arenado) era del Baratillo. Y cuando llegó el momento de crear la cuadrilla de costaleros, en el 1977 o 1978, me hice hermano. Y hasta hoy. Es una hermandad de la que tengo gratos recuerdos y experiencias.

¿Cómo nos explicaría eso de ser un buen cristiano y buen cofrade?

Lo ideal es vivir el cristianismo a través de las hermandades, como se puede vivir a través de otro tipo de instituciones que hay en la Iglesia. ¿Hay veces que parece incompatible o que lo hacemos incompatible?… Los cofrades somos personas y las personas tenemos defectos. En ocasiones no damos la medida ideal y las acciones de los hermanos con las hermandades no son las ideales. Eso no quiere decir que no se pueda vivir el cristianismo desde las hermandades, son un medio y un cauce de santificación, una palabra a la que no tenemos que tenerle reparo ni miedo. Todos estamos en camino hacia la santificación.

En la pasada visita ad limina, el Papa Francisco dijo a los obispos de las provincias eclesiásticas de Sevilla y Granada que tenían que cuidar las hermandades y la piedad popular ¿Cree que hoy en día se da a las hermandades un papel en la Iglesia? O, por el contrario, ¿están las hermandades apartadas de las tareas eclesiales?

El Evangelio siempre es actual y está ahí. Las circunstancias van cambiando y tenemos que irnos adaptando a estos nuevos tiempos, asumiendo nuevas responsabilidades y retos. Como laicos comprometidos, debemos dar un paso adelante y asumir nuestra responsabilidad. Al arzobispo le he oído decir que a las hermandades y cofradías hay que cuidarlas, que sería de locos marginarlas por el caudal humano que eso tiene y por cómo se puede llegar a Dios a través de las hermandades. Las hermandades serán lo que queramos los laicos. No tenemos que esperar a que los sacerdotes nos tengan que empujar y marcar el camino y la vía. Nosotros somos laicos comprometidos y responsables y somos, bajo su dirección espiritual, los que tenemos que dar el paso y hacerlo. Ser audaces para buscar soluciones a los nuevos problemas que presenta nuestra sociedad hoy día.

Autor: Marcelino Manzano

Imagen: Miguel Ángel Osuna

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