Se cumplen 100 años del fallecimiento de san Faustino Míguez, sacerdote escolapio, hombre de ciencia y de fe, y fundador del Instituto Calasancio, Hijas de la Divina Pastora. Para conmemorar esta efeméride la Catedral de Sevilla ha acogido la tarde de este jueves, 16 de octubre, una Eucaristía presidida por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, que ha congregado a las religiosas calasancias y la comunidad educativa del colegio ‘Calasancias Sevilla’.
«Nos une la alegría de la Iglesia por el testimonio de un hijo fiel que, en su tiempo, supo responder con generosidad a las necesidades del Evangelio, y nos interpela a nosotros, hombres y mujeres de hoy, a vivir con la misma confianza en Dios, con el mismo amor a los pequeños y con la misma audacia para la misión», ha expresado el arzobispo de Sevilla al inicio de su homilía.
Monseñor Saiz Meneses ha desgranado la figura de san Faustino, un referente para el mundo educativo, la vida consagrada y «para todos los que buscan unir la fe con la cultura, la ciencia con la vida espiritual, la enseñanza con la evangelización». El fundador de las Calasancias, en todo momento de su vida mantuvo su corazón centrado en el Señor, «desde sus años de formación en las Escuelas Pías, pasando por su ministerio sacerdotal y su labor científica, hasta el momento en que funda una nueva congregación dedicada a la educación de la mujer».
«San Faustino hizo vida esta palabra al poner en el centro de su misión a los pequeños, a las niñas y jóvenes necesitadas de instrucción, de cuidado y de dignidad», ha recordado don José Ángel.» Con gestos concretos, encarnó el estilo de Cristo siervo, acogiendo a los más débiles y ofreciéndoles un futuro de esperanza»
San Faustino Míguez
Nacido en Galicia en 1831, ingresó en las Escuelas Pías movido por el deseo de consagrarse a la educación cristiana. Profundamente enamorado de la ciencia, especialmente de la botánica y la farmacología, supo integrar ese saber en una visión cristiana de la creación. Para él, la ciencia no se oponía a la fe, sino que la completaba, mostrando la sabiduría del Creador y ofreciendo remedios para aliviar el sufrimiento humano. En 1885 funda el Instituto Calasancio, Hijas de la Divina Pastora, en Sanlúcar de Barrameda. Movido por la urgencia de ofrecer educación cristiana a las niñas, especialmente a las más pobres, puso en marcha una obra que respondía a las necesidades de su tiempo y que sigue siendo actual.
Entendió que la mujer tenía derecho a una formación integral, que no podía quedar relegada al margen de la sociedad y de la Iglesia. De este modo se adelantó a su tiempo y abrió caminos de promoción femenina desde la fe. El papa Francisco, en su ceremonia de canonización, destacó su capacidad de responder a las necesidades concretas de su época con creatividad evangélica, fiel al carisma escolapio y abierto al soplo del Espíritu. «La Congregación que fundó se puso bajo la protección de la Divina Pastora, título mariano que habla de cercanía, ternura y cuidado, ha explicado monseñor Saiz Meneses.-Así quiso que sus hijas espirituales vivieran su misión: pastoreando con amor, acompañando con paciencia, enseñando con firmeza y conduciendo a Cristo Buen Pastor a tantas niñas y jóvenes».
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