La Fundación Cajasol acogió la tarde de este miércoles 25 de junio, una mesa redonda sobre ‘Justicia y dignidad: Jubileo de la esperanza y financiación para el desarrollo’, organizada por la Archidiócesis de Sevilla a través de la Vicaría Episcopal para la Pastoral Social. El panel de invitados estuvo integrado por el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Ramón Valdivia; el expresidente de Cáritas Regional Andalucía y exdirector de Cáritas Diocesana de Sevilla, actual miembro del patronato de la Universidad Loyola Andalucía; Mariano Pérez de Ayala; la doctora en Económicas y Empresariales, profesora titular de la Universidad Loyola Andalucía, María Luz Ortega, y la doctora en Economía, nicaragüense exiliada en España, Ligia Gómez. La mesa redonda ha sido moderada por Karen Mendoza, miembro de la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación.
Este encuentro se ha celebrado con motivo de la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas, que tendrá lugar en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio. La finalidad de esta convocatoria ha sido visibilizar la propuesta de la Iglesia de una reforma estructural del sistema financiero internacional. Sobre este eje han girado las intervenciones de los panelistas condensada por el papa Pablo VI, en Populorum progressio: “Toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre”.
Las palabras de bienvenida corrieron a cargo de mons. Valdivia que hizo un recorrido de la evolución histórica de la Doctrina Social de la Iglesia sobre Financiación al Desarrollo. Dijo que “este cambio de paradigma que se establece en las balanzas comerciales entre el Norte y el Sur no debiera de partir de criterios paternalistas, sino de la necesidad de corregir injusticias estructurales y superar modelos de desarrollo insostenibles”. En este sentido, la invitación de la Iglesia en esta Conferencia “busca la constitución de una nueva alianza para implementar principios de la Doctrina Social de la Iglesia tales como la promoción, el compartir, el bien común, la responsabilidad que comportan los modelos de vida, la justicia social, la solidaridad, la subsidiariedad, y sobre todo, la equidad intergenaracional y el cuidado de la creación”. Otros factores que la Iglesia promueve con esta petición de condonación de la deuda financiera “es fortalecer los vínculos de conocimiento y cooperación entre las Iglesias particulares del mundo (expresión de catolicidad y sinodalidad), promoción de encuentros de grupos, especialmente entre los más jóvenes, para significar puentes entre las comunidades que reflexionen sobre modelos económicos con normas más justas y modelos de desarrollo humano integrales y sostenibles”.
María Luz Ortega abrió el turno de palabra de los panelistas para exponer a la audiencia en qué consistirá la celebración de la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas, qué caminos se han recorrido hasta llegar a esta convocatoria de carácter mundial que reunirá en Sevilla a jefes de Estado, ministros, directores ejecutivos y destacados líderes empresariales globales para promover soluciones que impulsen la financiación privada y las inversiones para el desarrollo sostenible. Entre las actividades previstas se incluye una cumbre de líderes, diálogos políticos de alto nivel, mesas redondas con inversores, comunidades de buenas prácticas y una plataforma para presentar iniciativas y compromisos. Alertó acerca de la necesidad de “corregir las injusticias estructurales ante una deuda económica difícil de cuantificar”.
Lamentó que “la deuda está limitando las perspectivas de desarrollo de muchas economías en desarrollo”. En este sentido, “dos mil millones de mujeres y niñas carecen de protección social. El 94 % de las naciones con préstamos del Banco Mundial y el FMI han reducido las inversiones en educación pública, salud y protección social desde 2022”. Finalmente, animó a leer con detenimiento el documento final de la Conferencia Internacional sobre Financiación para el desarrollo, disponible aquí.
Reflexión y movilización
Mariano Pérez de Ayala abordó la reflexión social a lo largo de los últimos 60 años, “como un tema central de la Iglesia” partiendo del papa Juan XXIII, con su encíclica Pacem in Terris. «De este documento la reflexión única y exclusivamente eurocéntrica de ese momento empezó a incorporar una reflexión global y planetaria sobre los problemas sociales de la Humanidad”. También Populorum progressio, del papa Pablo VI “es un documento profético en el que se pone de relieve que las desigualdades sociales son un obstáculo para la paz mundial”.
En esta línea subrayó que “el desarrollo no es solo económico, sino que abarca todas las dimensiones del ser humano”. Insistió a lo largo de su ponencia “que todas las reflexiones doctrinales no han de quedarse en el papel, deben cobran vida a través del compromiso concreto de los cristianos de hoy”. Animó a una “conversión personal y comunitaria” que se traduzca en “reflexión profunda, movilización y acción, dentro de cada estado de vida o ámbitos personales, profesiones y laborales”. En definitiva “todos estamos llamado a generar una nueva cultura para entender las relaciones humanas e internacionales. No se nos puede olvidar que, de acuerdo a la Doctrina Social de la Iglesia, los bienes de la tierra han sido creados para el disfrute de todos los seres humanos. La economía está al servicio de todo ser humano y, el mercado no es el principio orientador de la actividad económica, sino el derecho del ser humano y de los pueblos al acceso y disfrute de los bienes y servicios”.
Deficiente arquitectura financiera
Finalmente, Ligia Gómez narró en primera persona las consecuencias negativas de la deficiente arquitectura financiera para las personas y su desarrollo, relacionadas con “la marginación, la persecución de los valores democráticos, el exilio y la expatriación de miles de personas que por fidelidad a los principios evangélicos han dejado toda una vida atrás en busca de la seguridad personal y mejores condiciones de vida”.
Al término de la mesa redonda, la Delegación Diocesana de Migraciones, celebró un Círculo de Silencio, en la Plaza Nueva de Sevilla, bajo el lema “Por una economía que ponga la vida en el centro”. El propósito de los Círculos de Silencio “es crear conciencia y denunciar las situaciones de injusticia que sufren personas migrantes y refugiadas, promoviendo la reflexión y la interpelación a la sociedad sobre estas problemáticas. Además, buscan fomentar una cultura de acogida, solidaridad y respeto hacia este colectivo vulnerable”, ha expresado el sacerdote Salvador Diánez, vicario episcopal para la Pastoral Social y delegado de Migraciones.
Estas iniciativas abiertas a todas las realidades pastorales de la Archidiócesis de Sevilla han sido organizadas en colaboración de Cáritas, Conferencia Española de Religiosos (Confer), Manos Unidas, Justicia y Paz, Enlázate por la Justicia, Red de Entidades por el Desarrollo Solidario (Redes) y el Instituto de Desarrollo de la Universidad Loyola.
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